15/08/2010

Mezquita ZERO

Tiene razón Barak Obama cuando afirma que los descendientes de Ismael "tienen derecho" a erigir una mezquita en el solar arrasado por el fanatismo musulmán. Tienen derecho porque en los Estados Unidos de Norteamérica -a diferencia de los países musulmanes- hay libertad de culto.

Sin embargo, puede que la cuestión no resida tanto en el derecho como en la perversa petición o insinuación.

El solo hecho de imaginar que en el hueco desolado que dejaron los salvajes en nombre de una religión, esa misma religión intransigente pretenda edificar un lugar de culto me parece abominable y abyecto. Me suena más a desafío y a burla que a la intención de rendir homenaje a quienes cayeron allí devorados por la obsesión, el rencor y la venganza.

La "Zona Cero" bien puede considerarse un camposanto, un lugar sacro pero no -desde luego- para la religión de Alá puesto que, salvo los asesinos, dudo mucho que los muertos en ese lugar fueran prosélitos del Corán. A mi, en mi reducida capacidad de interpretación, me parece más una arrogante exigencia (que es lo que suelen hacer estos tipos) que un noble arranque de humildad y de concordia.

Elevar una mezquita allí -pedirlo-, en el espacio delendo por los "simpáticos" terroristas es un insulto no sólo a los difuntos y sus familiares, a la sociedad americana con sus vicios y virtudes, con sus fallos y aciertos; es un insulto a la humanidad.

Es lógico que los americanos -que tampoco son unos santos, y de mi devoción menos- estén indignados ante esa posibilidad, la de ver que sobre las cenizas de sus desaparecidos se construye un recinto en el que la consigna bien puede ser la de "guerra al infiel".

Un disparate más al que nos acostumbraremos. Lo más extraño de todo es que haya sido Obama quien lo ha dicho porque, a decir verdad, más bien parece una de las múltiples idioteces a las que Rodríguez Zapatero, su "alianza de civilizaciones" (que es un coladero para evadir fondos) y acólitos nos tienen acostumbrados...