12/08/2011

Norte y sur: publicidad

Pocas veces le damos al lenguaje la importancia que tiene. Tanto es así que con frecuencia nos pasa desapercibida la influencia que tienen las palabras sobre nosotros. El lenguaje nos condiciona y repercute, aunque no lo creamos, en nuestra imagen y en las de los demás.
Acabo de ver, otra vez, el anuncio (spot) de Cruzcampo; ese del "cerebro se divide en norte y sur". Recuerdo que la primera vez que lo vi el surfista, eufórico, afirmaba: "yo iba para ingeniero". Pues bien, a lo largo de este verano no sólo se ha arrepentido sino que, además, ha terminado la carrera. Lo sé porque ahora, cuando se lanza ufano al agua en busca de la ola perfecta (se supone) y rebosante de chispitas de sabrosa adrenalina, el mismo surfero asegura ahora que "soy ingeniero".
El cambio operado en la sugerencia publicitaria se debe a una cuestión de imagen. En el primer anuncio, la imagen de este tipo era la de un vividor díscolo, poco más o menos, dedicado a una vida irresponsable y libertina, sin compromisos salvo el que tuviere consigo mismo: es el tipo del, con perdón, me la suda. En el actual es un hombre con cierto nivel intelectual que practica deporte: es un hombre completo; el tipo que desearía cualquiera suegra...
Tan simple como eso: yo iba para (pero me quedé en el camino porque...) frente al yo soy con todos sus atributos y el prestigio y reconocimiento (esfuerzo...). Y es que la imagen del cervecero no puede ser la de un vivalavirgen sino la del refinamiento y el compromiso. Hay más cosas: la felicidad, la forma de desenvolverse... Pero, de momento al menos, quedémonos en esa cuestión tan trivial.