29/04/2011

Cómplices... Del viento

Asistimos imperturbables a la gran astracanada. El fútbol es capaz de movilizar, enérgicamente, a más seres que la miseria que estamos padeciendo. Con eso, casi se dice todo.
Mentiría si dijera que cualquier palabra pronunciada por un político (o cualquiera de sus afines) me sorprende. Ni siquiera cuando el Ministro de Trabajo (¡qué ironía tétrica!) acentúa la culpabilidad del desempleo en una ley de hace no sé cuántos años y que, curiosamente y nadie sabe el porqué, se ha mantenido durante estos últimos siete. Si era nefasta, ¿por qué no se derogó a su debido tiempo?
No voy, sin embargo, a eso. Mi intención es acusar. Acusar de complicidad clara a todos los políticos que en la actualidad hollan nuestro "Congreso" y nuestro "Senado", que lo atufan con sus miasmas obscenos, corrosivos, corruptos.
Porque lo cierto es que a este gobierno y sus desafueros lo han mantenido artificiosamente el resto de grupos parlamentarios que, conscientes de la debilidad de dicho gobierno, han visto la oportunidad de negocio... Y lo han hecho. Han preferido matar sus dos pájaros de un tiro: debilitar al Estado y sacar provecho particular. El "gobierno", aferrado a sus poltronas, ha concedido graciosamente -como la puta vieja y desdentada que se ofrece a cambio de una simple caricia- para seguir disfrutando y enriqueciéndose a expensas de los ciudadanos, de empujarles al abismo.
Sólo una diputada y E.R.C. (paradojas de la vida) se han mostrado "combativos de verdad" a lo largo de estos años; pero, ni ella ni los secesionistas tienen poder suficiente para convencer al resto comprado o "ausente".
Todos, excepto Díez y (no sé si reir o llorar) E.R.C., son cómplices por acción u omisión de la delirante situación que ahora soportamos.




No nos llamemos a engaño. El Partido de la "unimente" nos ha arruinado, estafado y mentido; pero, el Partido Popular y los demás no le han ido a la zaga al apoyarle bien por cobardía, bien con el silencio, bien por dinero. A esta gentuza hay que sumarle los sindicatos, a sus dirigentes, a sus aprovechados, a sus Judas descarados que han vendido a esos a los que llaman "compañeros" y "camaradas" por millones de monedas de plata sucia.
La sociedad tampoco queda exenta de responsabilidad. Todos, yo incluido. Hemos desayunado indiferencia y con resignación nos hemos empachado hasta quedar postrados en una siesta permanente.
Adviértase, y ya termino, que no para todos está mal la cosa. Que muchos mercachifles y especuladores (de alimentos, sobre todo) se están haciendo insolidariamente ricos con la miseria y la necesidad; que los banqueros celebran con aumento de primas su "precariedad", que los grandes empresarios se permiten el lujo de anunciar reducciones de plantilla para aumentar aún más sus beneficios, ganancias fruto del fraude impune.
Pero, comprendo a la ciudadanía: si la "Justicia", que es la que debería ser independiente e imparcial y actuar de oficio contra todos estos abusos no hace nada (porque su implicación sobrepasa en mucho el corvejón), ¿para qué moverse? Las revoluciones son cosa de otros mundos: el segundo, el tercero...

Por la parda geografía...

Anoche, un miembro de U.S.O. (sindicato del que abjuré) hacía una afirmación cargada de ignorancia -no pongo "malicia"- que dice mucho de la escasa capacidad de análisis de los representantes sindicales, así, en global.
Aseguró el pavo en cuestión que los españoles no estamos por la movilidad geográfica. No le voy a vomitar datos porque probablemente, de puro simples, no los entendería.
Sí, en cambio, quiero decirle a él, y a todos esos politicuchos que difaman a los desempleados (el término "parado" -aunque lo utilizo- me parece despectivo y ofensivo) alegando que en casita se está muy bien, que la cacareada "movilidad geográfica" no sólo es fluída, más quizá de lo deseable por la mayor parte de quienes tienen que salir de su terruño, sino que tiene aspectos con frecuencia insalvables. No hace falta explicar que las diferentes lenguas son un obstáculo como lo es el requisito "imprescindible residir en". Muchas personas con posibilidad de acceder a un puesto de trabajo chocan con la impertinente condición impuesta por empresas y administraciones de ciertas comunidades. Claúsulas disparatadas porque son una forma, velada o no, de impedir un derecho fundamental.
Sin embargo, ni siquiera esa estúpida frontera es el mal mayor. Éste radica en algo sobre lo que, parece, no se quiere incidir o se ha pasado por alto por una evidente falta de criterio y de inteligencia.




Es el sencillo "¿cómo?". ¿Cuántas personas -teniendo en cuenta que casi todos arrastramos atrasos- pueden permitirse un desplazamiento con los costes que supone (no hablo ya de mover a toda la familia) y esperar/sobrevivir todo un mes hasta que llegue -si lo hace puntualmente- una nómina que suele ser exigua, insuficiente?
Eso en cuanto a la parte fácil. ¿Cuántos desempleados -porque los currículos vuelan prodigiosamente- pueden desplazarse y soportar un gasto añadido para acudir a una entrevista de trabajo a cientos de kilómetros? Eso pasa, se solicita trabajo en cualquier parte porque el interés es trabajar; luego, cuando a un asturiano le llaman de Cádiz para cumplir con la incertidumbre de la entrevista, ¿qué?
No sé en qué país vive esta gente. Lo que sí puedo aseverar rotundamente es que nuestras realidades superan, con creces, su ficción.