02/05/2011

Música de fondo

ntuyo que todo es más prosaico, que el blanco día llega y nos sorprende aunque estemos preparados, aunque una luz cegadora colgada en el dintel nos avise el silencio próximo y el acceso inevitable.
La única diferencia puede estar en la agonía que a cada uno le depare la vida. Para unos será lenta, implacable , convulsiva y dolorosa; para otros, más afortunados, será dulce, un simple tránsito ameno tal vez copado de reconfortantes imágenes y recuerdos que se desvanecen dejando tras de sí el rastro de una existencia satisfecha. Unos se irán con el rumor de lágrimas de rabia, cansadas, heridas por la resignación y entre íntimos lamentos sinceros; otros, con el beneplácito unánime del alivio, con la prisa irrevocable de sus deudos por llegar cuanto antes al olvido.
Quizá la muerte de cada uno no sea la propia muerte física, real, concreta, sino la que provoca en los otros. Buena muerte y dichosa la de aquel que fallece rodeado sinceramente por los suyos y una vez ido permanece grato en sus memorias. Mala muerte, desdichada, la de quien oye la prisa por dar sus carnes a la fosa o al fuego y lee la indiferencia en los ojos de sus próximos.
Pero, nadie es dueño de su muerte. A mi también me gustaría culminar con una lenta caída de párpados, arropando los ojos ya vacíos con la última promesa y una sonrisa complacida y plena en los labios fríos. A mi también me gustaría dejarme llevar por una brisa tibia, por una corriente suave que envolviera mi cuerpo yerto y lo elevara entre caricias mientras los demás, los aún vivos, sonríen con miradas de tristeza y me besan la frente y sus yemas trémulas recorren mis labios, mis mejillas, mi cabeza. A mi también me gustaría partir estremecido, auxiliado por una grandiosa apoteosis final, como en el cine, acompañado por una hermosa melodía emocionada, una canción que dejara en su vuelo rasante una nota de ternura y melancolía antes de posarse sobre las almas permanentes... Sospecho, sin embargo, que eso no es posible.

Cómo son los liberales...

o sé si era "directo", "diferido", "redifusión"... No lo sé, y me da lo mismo. La última persona a quien se lo he oído y escuchado decir ha sido a la señora Aguirre, la de sus cóleras divinas.
Afirmó que ella era "liberal" y yo, de inmediato, pensé: ¡Joder, cómo declinan -por extraña mutación- los conceptos y las palabras!
Apenas lo rumié, caí en la cuenta no sólo de que todo evoluciona sino de que mi ignorancia mayúscula o mi precaria memoria podían haberme jugado una mala pasada siendo "liberal" otra cosa distinta a la/lo que para mí era.
Yo, de hecho, me creía liberal por la parte ancha del término y con las reservas naturales de todo "individualista". Me tenía por liberal y, por ende, por progresista (no se confundan socialistas y otras especies: ellos ni son progresistas ni sus "ideologías" existen). Esto es, por un individuo que aboga por las libertades. Me tenía por un ser que, aunque mediocre y casi siempre afónico, se oponía a cualquiera forma de tiranía (política, social, cultural, económica, etcétera). Era fervoroso creyente, firme, en la (inexistente) separación de poderes propugnada por la Ilustración manque le pese a Alfonso Guerra (nuestro más egregio montesquieucida), en la igualdad de oportunidades (y no en el nepotismo y otras prebendas), en el Estado de Derecho, en una democracia neta consagrada a los valores y los derechos del pueblo. Me sentía liberal por todo eso y por todas aquellas cosas que a la mayoría de nuestros políticos les suena a chino cantonés o se pasan, muy sutilmente, por el arco del triunfo.
Por eso me ha extrañado que Aguirre se imponga a sí misma esa "medalla". Al parecer, yo, como casi siempre, estaba equivocado pues ser liberal se reduce, única y exclusivamente, a postular el capitalismo salvaje. La señora Aguirre podrá ser muy castiza, muy campechana; podrá ser una mujer muy preparada por mucho que algún imbécil le tienda uno de esos "ingeniosos" juegos de palabras a los que el burdo humor español es tan proclive; podrá ser buena gestora. No lo dudo. No obstante, de ahí a que sea liberal, el trecho es morrocotudo. No puede ser liberal quien es elitista, como no lo puede ser nadie que -procedente de un estrato social con muchos posibles y más recursos (contactos, influencias,...)- de origen ya tiene más ventajas para seguir siendo altoburgués que un clasemediabaja. Ese grupo social al que ella pertenece, no nos engañemos, es un grupo dominante que con una economía (¡ahí está la clave de su liberalismo!) sin intervenciones sería todavía más dominante y no hace falta explicar ni el cómo ni el porqué y, desde luego, eso no es liberalismo; la oligarquía no tiene nada que ver con el liberalismo. Corrijo: no con mi liberalismo. Pero, ¿qué se puede esperar en un país donde, afortunadamente, se puede lucir una escarapela socialista, ser católico, republicano y vitorear al rey, todo a la vez y condensado en una sola persona?
Lo peor, no obstante, es la confusión a que inducimos con la palabrita. Resulta de todo esto que se puede ser liberal conservador/reaccionario o liberal progresista. Aguirre es liberal; Cospedal con sus buenos ingresos es liberal; Pajín con sus sueldos también es paradigma de liberal...
El concepto original se ha contaminado y ahora, con tanto liberal se hace obligatorio introducir matices  o extensiones para establecer la diferencia: económico-liberal, socio-liberal, religioso-liberal, político-liberal... Sin embargo está bien: es enriquecedor.
El único problema que veo es que ahora no sé dónde incluirme o de dónde excluirme.


...
Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.
—Yo no sé,
Don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
—¡Oh, tranquilícese usté!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos, vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán...