17/07/2011

La vida muerde. Muerde y agota. Demasiado tiempo esperando el aire. Sé que ahí, allí, se resuelve un horizonte. Pero, las llagas inquietan más que el destino y que la noche. La noche no es el sueño. El sueño es un pliegue analgésico en la página absuelta de un libro abrumado.
Volveré a llamar. Una vez más. De nuevo, el silencio que agita el pulso y crispa las uñas sobre las palmas anhelantes de las manos. Después, el deseo empuñado elevado a Dios...