22/09/2016

ANTES DE VOTAR...

...HAY QUE CONJUGAR ALGUNOS VERBOS


Son muchos, e interesados, los que aseguran que España es el hazmerreír del mundo por tripitir las elecciones. Por poca cosa se "avergüenza" este mundo con lo que él tiene encima, y por poca cosa (de los demás) se ríe dicho mundo antes de mirarse a su ombligo lleno de pelusas estremecedoras.
Con todo, que los señores habitantes de nuestra ciénaga política hablen de vergüenza con el cuajo y la jeta que le echan ellos y los ridículos que nos regalan cada seis (dos por tres) es un insulto a la inteligencia, a la poca que nos queda. A esto hay que añadir la lectura entre líneas. Cuando aluden al bochorno de una tercera ronda de votaciones están achacándolo, solapadamente, a la irresponsabilidad de la ciudadanía que no ha votado lo que tenía que votar (pero, ¡coño: a quién se le ocurre? ¡Mira que no votarnos a los de siempre!) y ha dispersado el resultado: la culpa no es de los políticos, sino de los electores.
Cada uno, como es natural -otra cosa es que sea honesto, lógico o racional-, cuenta la feria como quiere e interpreta según le convenga. Así nos encontramos con peculiares exégesis del tinglado farsario mientras desaparecen otras lecturas más adecuadas a la escena contemplada. Por ejemplo las del PP. Cantinelas tradicionales pepeítas aparte, tenemos la del "los otros no respetan la voluntad del pueblo cuando somos nosotros el partido más votado, y si los ciudadanos nos han vuelto a votar más que a los demás será por algo". Con esto se atribuyen la legimitad (falsa) y distraen del dato más notable y evidente: el PP tuvo mayoría absoluta, una mayoría absoluta que no renovó; luego, algo mal hubo de hacer cuando sus forofos dejaron de votarle tan "mayoritariamente". Este factor es importante porque son estos mismos pepítas quienes restriegan por las fauces a los de Podemos la merma de un millón de votos y la argumentan con ese mismo "por algo será" que ellos no se aplican.
La disminución de votos a los dos grandes partidos se imputa de inmediato al desafecto, a la indignación, al hastío... Y algo de eso habrá, seguro. Sin embargo, tal vez -y sólo lo sugiero- debería ser asignada también a que una parte importante de la sociedad ha empezado a madurar políticamente y a perder el miedo a la oligarquía dominante. Digamos que esa parte de la sociedad se rebela contra la "censura" instaurada y empieza a conjugar por sí misma. Al hacerlo se encuentra con que algunos verbos atroces carecen no sólo de sus formas de pasado y mantienen un presente perpetuo con intención de futuro, sino que adolecen para más inri de remordimiento, de propósito de enmienda y de acto de atrición para con la ciudadanía. Es un lacerante presente continuo, un presente bucle: Robar, malversar, mentir, manipular, recortar, dilapidar, y un montón de verbos más de estas índoles conjugados únicamente en presente.
No obstante, los universos para lelos de nuestros próceres tendrán que coincidir algún día, inevitablemente, con la realidad palmaria en la que nos desenvolvemos el resto de mortales infectados de vida. Es difícil predecir un cuándo preciso; pero, sucederá. Los universos chocarán provocando quién sabe qué desastre o qué nuevo fantástico paisaje con nuevos lenguajes, nuevas perspectivas y una nueva y mucho más amplia conjugación de verbos.
Pronto habrá nuevas elecciones y en el PP ya están cantando victoria. Es la euforia positivista; eso del "piensa en positivo y todo el cosmos se conjurará a tu favor". Yo, en su lugar, sería más cauto -y más humilde-. Cualquier pronóstico es arriesgado. Pueden empezar a sonar sus carracas triunfales hasta el empacho; pero, yo les recomendaría un análisis más sereno y cabal porque si hacemos caso de ciertos indicadores sociales es bastante probable, y acaso posible, que ese ascenso de que alardean y que creen consagrado, que esos peldaños que dicen estar subiendo de forma gradual no sean otros que los de su más que merecido cadalso.