26/09/2016

LA INSOPORTABLE ESTUPIDEZ DEL SER

No tiene nada extraño la celebración exultante de la derecha por la caída de Pedro Sánchez. Tampoco lo hay en la alegría, algo más contenida y disimulada -con sonrisa sardónica, de medio lado-, de las viejas glorias del PSOE que se relamen de nuevo viendo que pueden recuperar antiguos puestos y renovar su peso en el partido moribundo. Es llamativo que Sánchez estuviese destinado a "mandar" en el PSOE a título póstumo porque el pobre llegó destronado a su reino. Pedro Sánchez y Apellido-Compuesto pretendió el timón pesoíta creyéndose -quizá por eso de que quienes olvidan su Historia están obligados a repetirla- un nuevo Rodríguez Zapatero. Sin embargo, esta vez los cerberos del partido estaban atentos y alerta para evitarlo. Por eso a Sánchez le dinamitaron desde el principio. No por guapo ni por peligroso, sino por expósito. Es el único Secretario General del PSOE al que todo el elenco anterior, todo el "gonzalismo" (desde Guerra hasta Díaz, Page, Fernández Vara, pasando por Leguina o por Rodríguez Ibarra y todos "esos"), le ha saboteado pidiendo el voto solapadamente (excepto algunos como Leguina o Corcuera que lo hicieron abiertamente) para otro partido: el PP. Sánchez no ha sabido nadar y guardar la ropa. No ha sabido usar ni su bando ni su mando. No ha sabido anular la poderosa influencia de la "vieja guardia": no ha sabido limpiar su partido, aprovechar el momento y afianzar su liderazgo. Tuvo una oportunidad de oro, y la desaprovechó. Pedro Sánchez ha demostrado suficientemente su precaria inteligencia; su estolidez, su estupidez le ha pasado factura. Ahora es un "bello cadáver" del que no quedará ni una fotografía enmarcada en el pasillo de la sede de Ferraz.
Las fracturas internas trataron de enmascararlas de "democracia interna" cuando eran, sencillamente, una guerra declarada de desgaste y posiciones. Y de esos polvos estos lodos. Ahora el PSOE está en trance de muerte porque su dubitativa posición ha podido más que el intento de rectificación. Se alinearon con la derecha; perdieron la confianza de muchos de los suyos y cuando quisieron enmendar el error ya era tarde.
Lo mismo que le puede pasar a Podemos. Obtuvieron buenos resultados acercándose a los desencantados y a los indignados; moderaron su discurso y perdieron la parcela que querían ganar y la parcela que tenían ganada. Cada uno en su sitio y dios en el de todos. Eso es lo que debe estar pensando ahora Rivera. Su discurso "españolista" puede tener algo de calado en Cataluña por eso de "jugar en casa". En el resto de España me da que ese espacio ya está ocupado y copado por el españolismo natural, por el castizo, por el "legítimo" del PP cuyos yunques y ruedas cantan al compás, machacan y atropellan al compás. De Rivera esperaron algunos intenciones sinceras de renovación; pero, sus pactos y sus acuerdos desmintieron sus palabras. Rivera, no obstante, parece un tipo más perseverante que Sánchez, y más ambicioso: no me extrañaría que en poco tiempo fuese directamente en las listas del PP. Rivera no va a renunciar fácilmente a la buena vida parlamentaria y menos siendo consciente, como es, de su buena retórica, de su capacidad oratoria.
Veremos qué va pasando, qué se saca de cada uno de los duelos planteados. Me da que al final se resolverá refranescamente, como siempre: a río revuelto...