04/11/2009

EN CONSECUENCIA

Evito su extensión, no su presencia. De ahí que baste la mención, el recordatorio tajante. Finjamos que hoy, desde hoy, nos damos a una nueva etapa, a un nuevo tiempo -no renovado, nuevo- en el que ha fraguado un nuevo espíritu alentador. Finjamos que lo hacemos a través de una tácita declaración de intenciones o, mejor dicho, de valores, de rancios valores. Empecemos de nuevo, otra vez, hablando por boca de quienes ya hablaron, diciendo lo que dijeron y pensemos sus palabras, sus versos rotos por el desencanto, quebrados por el hastío y la impotencia de ver cómo su mundo se hunde. Sobrevivirá. Siempre ha sobrevivido; pero, lo ha hecho en suburbios marginales, en resistentes reductos sin fuerza suficiente para delendar la poderosa miseria y mezquindad que corroe a los hombres. Siempre ha sido así, igual, lo mismo. Nada ha cambiado salvo los nombres de los hi de puta que menean el cotarro.
No invito ni incito a la rebelión: la masa es masa, está adormecida, anulada, sometida a una hipnosis inexplicable y, probablemente, voluntaria. Mi pan, mi hembra, la fiesta en paz. No hay solución, remedio no alcanza así que mudanza.
En esta locura donde el honor y los valores languidecen en florecientes atajos, no tiene sentido predicar ni arengar.
Cada uno, a lo suyo y sálvese quién pueda.
Yo, al menos de momento, sólo quiero recomendar dos lecturas:

EPÍSTOLA SATÍRICA Y CENSORIA CONTRA LAS COSTUMBRES
PRESENTES DE LOS CASTELLANOS, ESCRITA A DON GASPAR
DE GUZMÁN, CONDE DE OLIVARES, EN SU VALIMIENTO
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Hoy, sin miedo que, libre, escandalice,
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice.
En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.
Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.
Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.
Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera
en ser, y en que verdad de ser dejara.
La justicia de Dios es verdadera,
y la misericordia, y todo cuanto
es Dios, todo ha de ser verdad entera.
Señor Excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.
Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas.
Yace aquella virtud desaliñada,
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.
Y aquella libertad esclarecida,
que en donde supo hallar honrada muerte,
nunca quiso tener más larga vida.
Y pródiga de l'alma, nación fuerte,
contaba, por afrentas de los años,
envejecer en brazos de la suerte.
Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños.
Nadie contaba cuánta edad vivía,
sino de qué manera: ni aun un'hora
lograba sin afán su valentía.
La robusta virtud era señora,
y sola dominaba al pueblo rudo;
edad, si mal hablada, vencedora.
El temor de la mano daba escudo
al corazón, que, en ella confiado,
todas las armas despreció desnudo.
Multiplicó en escuadras un soldado
su honor precioso, su ánimo valiente,
de sola honesta obligación armado.
Y debajo del cielo, aquella gente,
si no a más descansado, a más honroso
sueño entregó los ojos, no la mente.
Hilaba la mujer para su esposo
la mortaja, primero que el vestido;
menos le vio galán que peligroso.
Acompañaba el lado del marido
más veces en la hueste que en la cama;
sano le aventuró, vengóle herido.
Todas matronas, y ninguna dama:
que nombres del halago cortesano
no admitió lo severo de su fama.
Derramado y sonoro el Oceano
era divorcio de las rubias minas
que usurparon la paz del pecho humano.
Ni los trujo costumbres peregrinas
el áspero dinero, ni el Oriente
compró la honestidad con piedras finas.
Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se cudiciaba lo decente.
No de la pluma dependió la lanza,
ni el cántabro con cajas y tinteros
hizo el campo heredad, sino matanza.
Y España, con legítimos dineros,
no mendigando el crédito a Liguria,
más quiso los turbantes que los ceros.
Menos fuera la pérdida y la injuria,
si se volvieran Muzas los asientos;
que esta usura es peor que aquella furia.
Caducaban las aves en los vientos,
y expiraba decrépito el venado:
grande vejez duró en los elementos.
Que el vientre entonces bien diciplinado
buscó satisfación, y no hartura,
y estaba la garganta sin pecado.
Del mayor infanzón de aquella pura
república de grandes hombres, era
una vaca sustento y armadura.
No había venido al gusto lisonjera
la pimienta arrugada, ni del clavo
la adulación fragrante forastera.
Carnero y vaca fue principio y cabo,
Y con rojos pimientos, y ajos duros,
tan bien como el señor, comió el esclavo.
Bebió la sed los arroyuelos puros;
de pués mostraron del carchesio a Baco
el camino los brindis mal seguros.
El rostro macilento, el cuerpo flaco
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco.
Pudo sin miedo un español velloso
llamar a los tudescos bacchanales,
y al holandés, hereje y alevoso.
Pudo acusar los celos desiguales
a la Italia; pero hoy, de muchos modos,
somos copias, si son originales.
Las descendencias gastan muchos godos,
todos blasonan, nadie los imita:
y no son sucesores, sino apodos.
Vino el betún precioso que vomita
la ballena, o la espuma de las olas,
que el vicio, no el olor, nos acredita.
Y quedaron las huestes españolas
bien perfumadas, pero mal regidas,
y alhajas las que fueron pieles solas.
Estaban las hazañas mal vestidas,
y aún no se hartaba de buriel y lana
la vanidad de fembras presumidas.
A la seda pomposa siciliana,
que manchó ardiente múrice, el romano
y el oro hicieron áspera y tirana.
Nunca al duro español supo el gusano
persuadir que vistiese su mortaja,
intercediendo el Can por el verano.
Hoy desprecia el honor al que trabaja,
y entonces fue el trabajo ejecutoria,
y el vicio gradüó la gente baja.
Pretende el alentado joven gloria
por dejar la vacada sin marido,
y de Ceres ofende la memoria.
Un animal a la labor nacido,
y símbolo celoso a los mortales,
que a Jove fue disfraz, y fue vestido;
que un tiempo endureció manos reales,
y detrás de él los cónsules gimieron,
y rumia luz en campos celestiales,
¿por cuál enemistad se persuadieron
a que su apocamiento fuese hazaña,
y a las mieses tan grande ofensa hicieron?
¡Qué cosa es ver un infanzón de España
abreviado en la silla a la jineta,
y gastar un caballo en una caña!
Que la niñez al gallo le acometa
con semejante munición apruebo;
mas no la edad madura y la perfeta.
Ejercite sus fuerzas el mancebo
en frentes de escuadrones; no en la frente
del útil bruto l'asta del acebo.
El trompeta le llame diligente,
dando fuerza de ley el viento vano,
y al son esté el ejército obediente.
¡Con cuánta majestad llena la mano
la pica, y el mosquete carga el hombro,
del que se atreve a ser buen castellano!
Con asco, entre las otras gentes, nombro
al que de su persona, sin decoro,
más quiere nota dar, que dar asombro.
Jineta y cañas son contagio moro;
restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.
Pasadnos vos de juegos a trofeos,
que sólo grande rey y buen privado
pueden ejecutar estos deseos.
Vos, que hacéis repetir siglo pasado,
con desembarazarnos las personas
y sacar a los miembros de cuidado;
vos distes libertad con las valonas,
para que sean corteses las cabezas,
desnudando el enfado a las coronas.
Y pues vos enmendastes las cortezas,
dad a la mejor parte medicina:
vuélvanse los tablados fortalezas.
Que la cortés estrella, que os inclina
a privar sin intento y sin venganza,
milagro que a la invidia desatina,
tiene por sola bienaventuranza
el reconocimiento temeroso,
no presumida y ciega confianza.
Y si os dio el ascendiente generoso
escudos, de armas y blasones llenos,
y por timbre el martirio glorïoso,
mejores sean por vos los que eran buenos
Guzmanes, y la cumbre desdeñosa
os muestre, a su pesar, campos serenos.
Lograd, señor, edad tan venturosa;
y cuando nuestras fuerzas examina
persecución unida y belicosa,
la militar valiente disciplina
tenga más platicantes que la plaza:
descansen tela falsa y tela fina.
Suceda a la marlota la coraza,
y si el Corpus con danzas no los pide,
velillos y oropel no hagan baza.
El que en treinta lacayos los divide,
hace suerte en el toro, y con un dedo
la hace en él la vara que los mide.
Mandadlo así, que aseguraros puedo
que habéis de restaurar más que Pelayo;
pues valdrá por ejércitos el miedo,
y os verá el cielo administrar su rayo.


A Mis Soledades Voy

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.
O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.
No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?
No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.
Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.
Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.
En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los estraños,
y la de cobre los nuestros.
¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?
Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.
Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;
y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.
Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.
Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.
Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.
Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.
¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.
Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.
Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;
ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.
Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

Félix Lope de Vega Carpio.

07/10/2009

El paréntesis

Ha ya muchas lunas que no frecuento mi propio blog. No han sido visitas pospuestas, sino imponderables, rémoras impuestas por una acuciante realidad devastadora. Este tiempo de ausencia irrevocable me ha servido para reflexionar, para comprender que este espacio es un simple cementerio de ideas y pensamientos sin importancia. En este tiempo de vacío he comprendido que vivimos en una sociedad de inútiles -yo el primero- en donde a nadie se le cae la cara de vergüenza. Es un juego depravado, carente de la virtud más elemental.
Por fortuna, de todo lo que ha pasado por mi cabeza sólo han sobrevivido unas pocas bagatelas al influjo del poderoso olvido. Eso es lo que se llevan por delante quienes leen este miserable blog.
En este periodo de silencio me he cansado de bregar con imbéciles que ocupan notables relevancias; me he hartado de desdoblar -vano intento- pliegues, de enderezar entuertos y desfacer chapuzas colosales. En este tiempo de mutismo he concluido que el enigma es un espejismo y que nada tiene sentido porque caducamos a una velocidad pasmosa y no merece la pena luchar. Tan sencillo. No es tirar la toalla; es no recogerla cuando ha caído al suelo. Y así es: no merece la pena; pero, luego, una vez pensado, también he comprendido que la inacción tampoco es la respuesta, tampoco es la solución. Somos engranajes y si no nos movemos nosotros, otras piezas del mecanismo nos empujarán hacia la desganada movilidad. Quizás por eso seguiré escribiendo lo que nadie -o casi nadie- lee. Quizás por eso, por el desencanto, hablaré con más encono. Lo que no sé es cuándo... Ahora, de momento, lo único que se me ocurre es: ¡a la mierda!

22/09/2009

NUNCA ME CANSO DE APRENDER; SÍ, DE QUE CONSTANTEMENTE ME "ENSEÑEN".

Hoy no tengo nada más qué decir.

20/09/2009

Fricativo, oclusivo y sordo


Cuando Erre Zetapeta -también conocido como Rodríguez Zapatero- reconoció su ignorancia en cuestiones de economía (macro y, posiblemente, micro), no le dimos más importancia que aquella entrañada en la anécdota en que después, muy jocosos y facundos, convertimos lo de las dos tardes.
Nos pareció el candidato a Presidente muy "progre", muy cordial, muy tolerante. No dimos ni una en el clavo. Salvo algunos que no nos dejamos engañar ni entonces ni ahora, el resto debería estar desconcertado y, por qué no, rabioso: no imagino que estarán pensando en este preciso instante aquellos cuatro o cinco amigos a quienes les advertí del impostor que se nos venía encima. Recuerdo, incluso, que cierto periódico digital publicó una escueta carta a la que, lógicamente, no se le dio importancia porque, supongo, sería juzgada como la palabra rencorosa de un tipo fascista e intransigente: justo lo que yo soy, como se puede comprobar en este blog.
Ahora, ni las manos a la cabeza podemos llevarnos para evitar el riesgo vergonzoso de que se nos caigan los pantalones. Y ya es suficiente ser los hazmerreir del mundo como para, encima y colmo, hacer el ridículo en la puta plena calle.
La última gloriosa chorrada de este señor -aunque no merezca tal dignidad ni deferencia- es la de que "en política, a veces, hay que improvisar". Lo improvisa en un improvisado cenáculo de improvisados lameculos.
No, Erre Zetapeta. En política no se improvisa: se prevé y se resuelve; o sea, se gobierna.
Por espontánea que sea una circunstancia, por súbito y poco previsto que sea un problema, la solución no se improvisa. Se estudia, se analiza, se sopesa y se toma una decisión; para bien o para mal. Pero, no se escuda uno en la patética excusa de que si sale mal es porque hubo de improvisarse. Ya está bien de "esques" y afronta de una repajolera vez la terrible realidad que nos abruma. El "es que" es una disculpa, una justificación, de necios y cobardes; es el más estúpido subterfugio de quien carece de argumentos para dar una explicación razonable. Eres, Erre Zetapeta, peor que los niños y, probablemente, mucho más inmaduro.
Tu dramática prolongación de la edad del pavo nos está costando lo que no está en los escritos y, aún así, sigues en tus trece apoyado por un coro seráfico de ladinos y astutos cobistas cuya misión exclusiva en esta vida es la de medrar.
La culpa es nuestra, de los ciudadanos, por elegir un ser como tú y, además, reincidir, abundar en el error una segunda vez.
No sólo eres el compendio paradigmático del mal gobernante. Eres taimado y traicionero, cruel y sin escrúpulos y, coronando tu estólida cúspide, mentiroso.
Eres, Erre Zetapeta, fricativo porque provocas fricciones en la sociedad, roces lamentables fruto de tu falsa omnipotencia. Eres oclusivo porque cercenas cualquier conato de discrepancia o de ayuda: tú sabes siempre más que el resto de los mortales y el resto de mortales siempre, porque lo dices tú, nos equivocamos. Y eres sordo; no admites consejos ni sugerencias ni te atreves a oír el clamor que ambienta las calles.
Yo, Rodríguez Zapatero, es poco lo que puedo hacer. Soy consciente de ello. Pero, en lo que pueda y mis fuerzas y tus fuerzas lo permitan, no consentiré seguir siendo malgobernado por ti. Es una promesa.

16/09/2009

¡Agua va!

¡Qué sutileza! ¡Olé, tronío! Ahora va la Pajín y descerraja, para polemizar y desviar el curso de las puntiagudas miradas que todos dirigimos a este Gobierno, que el Pepé lo que busca es, ¡tachán!, polemizar. ¿El objeto de la polémica? Pues ni más ni menos que la estupidez de levantar el puño amenazador de la burguesía dominante y que en la canción de fondo, esa que dicen "la Internacional", se atribuye al pueblo oprimido y dominado, a los parias de la Tierra, a los miserables, a los descamisados, a los obreros. Porque, no sé yo cuántos diputados y senadores del P.S.O.E. son de extracción obrera exceptuando a la Ministro de Defensa y un par de pesoístas más. La pose progre siempre ha molado. Tanto que hay personas capaces de llorar amargamente la muerte de un abuelo al que no conocieron más que por un recuerdo, posible y probablemente, sesgado e idealizado por el cariño adyacente de la abuela: "a mi también me mataron al abuelo". Pues, qué buena suerte tuvo tu abuelo, porque el mío las pasó bien putas mucho tiempo y, lo peor, sus hijos, que no eran de los pijos de ni de Valladolid ni de León, lo pasaron peor que él porque siendo MÁS inocentes sufrieron las nefastas consecuencias de nuestra necedad civil durante años. Tanto, que hay personas que ahora levantan el puño con orgullo ocultando que proceden de tipos sin escrúpulos que aprovecharon la guerra para enriquecerse robando tierras y propiedades, mintiendo y denunciando a gente que no había hecho nada para adueñarse de lo que no era suyo; ¿no es verdad, Sonsoles?
El puño en alto es un símbolo, Pajín, sí; como el saludo romano. Y el uno como el otro pueden resultar, dependiendo de diversos factores, igual de atronadores y crueles porque, entérate, Pajín: el uso de un símbolo no hace mejor o peor a una persona: el símbolo, por lo común, es una simple coartada.
El puño en alto es un símbolo anacrónico y absurdo. En realidad todos, o casi, los símbolos son absurdos.
No obstante, me ciño al tema: ¿Quién está aventando la polémica? ¿Quién está imponiendo relevancia al asunto y con qué aviesa intención? Pues tú, Pajín, interesada en solapar problemas mucho más agudos y acuciantes. Ya se sabe que en lo que se habla de una cosa, no se habla de otras. Son intereses creados. Sencillamente. Y ya está, hoy no tengo ganas de escribir y menos extenderme en demostrar vuestra hipocresía y tu estupidez; mucho menos en mostrar vuestras mentiras o en, sin ir más lejos, avisar de cómo tus ademanes imitan a la perfección los de Felipe: lo tienes todo calculado; pero sólo engañas a los ignorantes. Quosque tandem...

13/09/2009

Con la burra a brincos

¡Que se vayan! Es evidente que los nacionalistas "periféricos" no van a cejar en su empeño independentista alentados por nuestro cómplice silencio acomplejado. Poco a poco, desafiantes, resueltos a salirse con la suya, avanzan ante nuestro clamor inútil porque "nuestra" legalidad, para ellos, no vale. Para ellos sólo vale la suya, la que impongan y siempre y cuando sea afín a sus preceptos y metas. Pues, bien, ¡que se vayan!
Los nacionalistas "periféricos" (sean vascos, sean catalonios, aragoneses -me he enterado que los hay-, gallegos o murcianos), que saben elegir muy bien dónde deben hacer sus "consultas", hacen muy bien en pedir la segregación de esta terrible nación que es España. Yo apoyo sus peticiones. Creo que son justas y razonables. Más. Creo que en justicia y en razón se les debe aplicar a ellos el mismo principio que promulgan y que el referéndum debe hacerse pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, comarca por comarca, provincia por provincia. Sí. Y que cada pueblo, cada ciudad, cada comarca, cada provincia cuya mayoría haya decidido quedarse en este puto país llamado España, así lo haga y que aquellos otros que, por contra, hayan decidido fraguar su independencia en ascuas del sol, así lo hagan. ¿Descabellado? ¿Por qué? Es lo justo.
Que se vayan, sí; y que nos dejen en paz de un pajolera vez. Ahora bien, no de rositas: al césar lo que suyo sea y a los españoles lo que sea nuestro. Y todo esto haciendo números; pero, números de verdad, no las cuentas de aquí mi primo el Gran Capitán. Cuentas reales, contantes y sonantes, y si no salen bien parados, oye, pues que se jodan porque, total, eso les importa poco: el vulgar dinero no les interesa, sus intereses son más elevados, son espirituales.
Yo no sé si España es un país, una nación, un estado o una nación de naciones, un estado de países o un país de naciones. Y, la verdad, me da igual: yo soy español, de Castilla, la Vieja. No estoy orgulloso de serlo ni mucho ni poco: no es algo que necesite aventarlo a los cuatro cardinales para que los demás se enteren y me reconozcan como tal. No necesito alardear de paisanaje ni de historia; no necesito presumir de una hermosa y muy difundida lengua.
Pero, desde luego, lo que no soporto es a los cazurros y gárrulos que me odian por no sé qué cosas que no les hice ni yo ni mis antepasados y que, en todo caso, fue hace una tupa de siglos. No soporto a los gilipollas que me odian por ser español, porque soy castellano, y porque dicen no sé qué de un hecho diferencial y encima me lo dicen, en una buena parte, esos cuyos apellidos son Montilla, o Pérez o Alcalde y proceden -cuando no son- de "charnegos" y "maketos". Y no soporto a toda esa "pléyade" de cobardes que siempre acusan a los demás de lo que ellos hacen para no perder pela. Yo practico el boicot a los productos catalanes y vascos porque no necesito productos catalanes ni vascos. Pero, por si alguien tuviera alguna duda, dígame un sólo bar, pub, restaurante o similar en Barcelona, por ejemplo, donde yo pueda tomar DYC, porque no lo hay.
Así pues, como yo bebo DYC y eso es para gente sin complejos, pues que se vayan, que les den por el culo y con la misma que les salten los dientes y si alguno no está de acuerdo conmigo... me la suda.

08/09/2009

Ni a todos, ni todo el tiempo


La vida es un fraude: no cumple nuestras expectativas. Las personas decepcionan. Hemos asumido como algo natural el engaño y la mentira y, por lo común, los excusamos con esa estúpida premisa de "hay que aceptar a cada uno como es". Hemos asolado cualquier asomo de sentido ético o, para quienes lo prefieran, de honor para limitarnos -sin réplica- a convivir con esos impostores.
Es un juego desequilibrado porque quienes se enfrentan a la vida y a los demás desde la honestidad y la sinceridad, están en desigualdad de condiciones. El resultado de esto es que llega un momento en que todo humano, por honrado que sea, se plantea la necesidad imperiosa de entrar en el círculo vicioso para sobrevivir: cuestión de selección natural.
Dependiendo del criterio filosófico-religioso que cada uno lleve puesto, la percepción de cómo actuar varía. Para un católico -uno de verdad- en su bonhomía, lo preferente es perdonar y esperar a que el cielo, o Dios, o el tiempo, juzguen. Para un estoico, qué le vamos a hacer: el simple planteamiento de la duda significa que es inevitable.
Sin embargo, en este remolino feroz, hay quienes sin ser de arriba o de abajo, sin ser de allí o de aquí, tenemos que sopesar muchos elementos y factores, muchas interrelaciones y vínculos, muchas implicaciones antes de tomar una determinación cuyos resultados pueden afectar a segundos y terceros a los que queremos preservar de todo daño "colateral".
Es entonces, en el análisis, en la búsqueda de la solución, cuando aparecen la angustia y la desesperación; es entonces cuando la cabeza se nos pierde por angostos vericuetos copados por una bruma viscosa y obscena. Suele quedarnos la esperanza de la "justicia poética"; la esperanza de un golpe de viento que hunda las naos enemigas y dé aliento a las nuestras cambiando barloventos y sotaventos. Todo, en tanto pensamos una jugada maestra de ataque definitivo que nos procure la posibilidad de salvar los muebles... y la dignidad.
Porque llega un momento en que todo se paraliza. Yo no creo en eso de "siéntate en el umbral de tu puerta y verás el cadáver de tu enemigo pasar". Sí, muy bonito y siempre suponiendo que vivas más que tu enemigo y sí, muy bonito, pero no aporta ningún consuelo.
¿Acción o inacción? Terrible dilema el que nos asalta como un bandolero en mitad de un camino legendario.
Pero, tampoco tengo muy claro que el camino correcto sea el de la anhelada venganza.
La disyuntiva es demoledora. El tiempo apremia y la vida se escapa a marchas forzadas diciendo: ahora o nunca.
No tengo la respuesta: tengo mi respuesta.
El dolor es inevitable. Sabiendo esto, tratemos de hacer un poco mejor el mundo, expulsemos a los mendaces y zascandiles; cerrémosles en un aprisco lejano, en un tinao inaccesible en lo más alto de la más alta montaña imposible y luego, que el tiempo arregle lo que pueda o esperemos consuelo, quizás, en la confianza y seguridad de haber hecho lo justo: seamos más cínicos.
Hagámoslo en todos los ámbitos: en lo político, en lo amistoso, en lo cultural, en lo social, en lo académico, en lo afectivo...

04/09/2009

Red de mentiras y vírgenes suicidas



Dos títulos de películas (en español) que me vienen al pelo.
El primero tal cual y desdoblado porque el empeño es, ahora, que los padres demos un consentimiento expreso a la inscripción -por lo común falsa- de nuestros hijos en las redes sociales de internet. Muchas son las razones alegadas para ello; sobre todo, la inseguridad. La "red" es, para quien quiera saberlo, más segura que las calles y, en vista de lo visto, que los colegios o las discotecas. El problema no radica en su seguridad, sino en el uso que se hace de ella o en ella sin conocimiento alguno o con los pies de la estupidez por delante.
"Es que colgué una foto y ahora circula libremente por ahí". ¡Pues, claro! No hubieses colgado la foto, majilla o, mejor, lee más, despabila tu tonta coquetería adolescente y piensa en lo que haces antes de hacerlo; si no, asume las consecuencias o aprende a bloquear la imagen; pero no pretendas que paguen otros tus platos rotos: rotos por tu cociente intelectual de menos tres. Además, hay procedimientos de bloqueo que un padre preocupado sabe activar o instalar; seguimientos y registros... En fin, que quien no lo hace es porque no quiere y lo demás es limitar por limitar; o sea: reducir derechos. En internet hay una distinción clara entre qué es de acceso público y qué de acceso privado o restringido. Lo que no se puede hacer es gritar en el bar que eres gilipollas y pretender después que los parroquianos presenciales no corran la voz. Otra cosa hubiese sido que se lo hubieses confesado al padre prior de un convento de carmelitas. Además, hasta donde yo sé, se avisa. Que nadie piense que detrás de eso hay hackers malísimos hurgando en los discos duros y extrayendo información que luego vale "minolles" -que diría Manolo-.
La otra cuestión de orden es lo de Erre Zetapeta y su solemne promesa de ordenador portátil para cada mico de este país a partir de no sé que curso. Bueno, pues, nada. En mi tierra, donde usamos el román paladino, a eso se le llama mentir... aunque la intención es lo que cuenta.
Lo último, pensándolo mejor, lo voy a dejar en suspenso a ver si aquellos hijos de puta que mantienen viva la "fatwa" contra Salman Rushdie (y otras personas) y que tanto revuelo levantaron -amenazas incluidas- por la caricatura de Mahoma con turbante en forma de bomba que publicó el periódico danés Jyllands-Posten, piden perdón a los católicos del mundo entero y, en lo que les toca, a los hebreos que algo también tendrán que decir. Sobre todo los afectados por las muertes que esas subnormales produjeron con su hazaña. Ahora, en su arrogancia sin límite, esos hijos de puta que tanto respeto piden para sus símbolos sagrados (los únicos respetables según ellos: recuérdense las estatuas voladas de Buda) desafían y ofenden disfrazando de vírgenes marías a un par de terroristas, conscientes de que el resto del mundo, en su tolerancia ilimitada con ellos y para evitar que se le tache de racista, va -otra vez- a callar para que ellos se crezcan aún más.