17/11/2010

Entre otras muchas cosas

Ocho de la mañana. Ya son las ocho y arrastro la realidad desde las seis y media.
Esto de madrugar es una costumbre absurda que tengo desde hace años; aunque, más que costumbre es una inquietud, un antiguo remordimiento, que me impide dormir más allá de las cinco horas.
Llueve: está lloviendo. Aún tengo que ducharme, vestirme, tomar otro par de cafés, algún cigarrillo más... Iba a hacerlo cuando, de súbito, he decidido que -quizá lo haya sentido como necesidad y me atribuyo la gloria de una volición ficticia- tenía que cambiar algo. He intuido (vuelvo al protagonismo) que debía de modificar mi forma de escribir... y de pensar: la forma de alinear mis ideas allí y aquí.
El tiempo, después de holgazanear viajando por una red dormida, se me echa encima. Pero, esto es más fuerte que yo y que la obligación.
Bajo esta "decisión" tardía, y probablemente inútil, late (lo percibo como intuición, no como una certeza) la exigencia de cambiar de vida. No de aspecto, de vida. No me empuja a ello más que la decepción y la angustia y a pesar del peso terrible de la edad, que me ablanda y retrae, hay algo, un elemento inductor que no consigo identificar, que tira de mi y promueve el salto por ese acantilado absurdo...

11/11/2010

Espaldas mojadas

Lo cortés -afirmó Gracián, y lo creo y lo aplico- no quita lo valiente. Claro que en este país (aunque no es el único) de ignorantes "a nivel de Estado" pedir a ciertos sectores de la población un poco de cultura, de rigor y de sentido común es algo que sobrepasa con creces, muy de largo, cualquiera optimista expectativa.
Somos muy dados a la estupidez, a poner en solfa y picota lo cabal, al flagelo hipócrita y acomplejado que nos lleva, siempre, a defender lo indefendible y a cargar con el exabrupto fácil contra el argumento discrepante. No porque hagamos de ese exabrupto razón de peso y convencimiento, sino porque nos adorna con una máscara artera con la que quedamos muy bien socialmente, muy progres, muy humanos.
Sin embargo, solidaridad, generosidad, humanidad, clemencia y otros del mismo jaez no son términos enfrentados con "tener criterio".
Ahora, quizá para contrarrestar lo peliagudo de otros asuntos de mayor magnitud y calado, la polémica se centra en alguna propuesta en la que se aboga por la expulsión de los inmigrantes ilegales. No se deben de haber terminado de decir todas las palabras de la frase cuando han salido a la palestra las primeras protestas. La extinción de ese solapado asilo a algunos les huele a destierro y holocausto, a perversión.
Yo comprendo que las idioteces del P.P., del memo Rajoy y lameruzos secuaces (¡ojalá les crezcan a todos sendas almorranas inextirpables que les impidan sentarse en un escaño el resto de sus vidas!), no sean de nuestro agrado. Pero la inmigración ilegal es un asunto que trasciende a la mera cuestión del oportunismo político.
Que vienen -los inmigrantes- a buscar una oportunidad, la oportunidad de acceder a una vida mejor, más segura, más confortable, más avanzada, no lo dudo. Que a los arriesgados (hay que encomiar su valor) o desesperados que se aventuran en una patera no se les puede dejar morir en un tenebroso lecho de olas es algo elemental. Sin embargo, ayuda humanitaria es eso, no dejarles morir. Ayuda humanitaria no es salvarlos y luego, como somos así de buenos, soltarlos la maniota legal y dejarlos campar por sus fueros.
Con frecuencia, y aunque sea lamentable, olvidamos que son ILEGALES, que entrando en nuestro país con esa condición, entran en calidad de delincuentes y que como tales se les debe aplicar la norma establecida para el caso.
¿Cuántos de los progres de salón que aventan la injusticia humana han intentado entrar ilegalmente en un país? ¿Cuántos se han bajado al moro sin pasaporte o a llamar al Mojamé "sátrapa de mierda"? ¿Cuántos se han paseado sin papeles por  Senegal? Si hasta ellos cumplen con las normas establecidas en los otros países, ¿por qué no quieren que se cumplan las que rigen aquí? O, mejor preguntado, ¿por qué no se van a protestar alli dónde se origina el mal? La miseria de esas personas no se solventa permiténdoles estar aquí y dejándoles deambular por las calles sin más; se resuelve defenestrando a los tiranos que gobiernan en aquellos allíes olvidados de la mano de los dioses y desbaratando los negocios mafiosos. Pero, lógico, aquí es fácil protestar, provocar, pedir, gritar, romper, tirar piedras o quemar contenedores. Allí, en "los otros países", para hacer eso hay que tener unos cojones más grandes que los verracos de Guisando.
Dejémonos de pamplinas y llamemos a las cosas por su nombre: los inmigrantes ilegales son ILEGALES; si no fuese así, serían, a ver si terminamos de captarlo, simplemente inmigrantes. Esto significa que no son DEPORTADOS ni EXPULSADOS, son REPATRIADOS y muy cómodamente a cargo, generoso cargo, del dinero común de todos nosotros ¿Alguien no ve la diferencia?
Y eso sin entrar en cuestiones de responsabilidad, efecto llamada, riesgos y otras aledañas; eso, aunque sea el mismo cantar, merece mención aparte.

07/11/2010

Gramática parda

Uno, en su modestia, ha consumido un importante número de horas a lo largo de su precaria vida intentando hablar y escribir correctamente. Me convencieron de ello el lema de la Real Academia Española (no de la Lengua), las recomendaciones de algunos profesores y la intuida necesidad de mantener una lengua más o menos estable, condición necesaria para una buena comunicación, inteligible, en donde cada palabra, cada signo, cada expresión, tuvieran el mismo significado para emisor y receptor de forma que ambos eliminaran de sus interpretaciones cualquiera inducción a error o malentendido lingüístico.
Lejos de esto, siguiendo una antigua costumbre, los miembros de la R.A.E. han ido aceptando nuevas entradas, de dudosa catadura, bajo la excusa de su uso extendido entre la población despreocupada de la Lengua y preocupada, mucho más, por el "fútbol" o por los "pogramas" de una televisión de corte zafio.
Me enseñaron (mal hecho) que una palabra había de ser aceptada cuando hubiese en nuestro idioma necesidad de ella. Me enseñaron que una acepción se incorporaba cuando además de su uso habitual, un razonamiento claro lo permitía. "Cocreta" no está incluida en el diccionario -por mucho que se diga en la lengua coloquial del ignaro vulgo-; pero, la cosa cambia cuando un palabro descansa en la mal compuesta caja de los periodistas, por ejemplo. Recuerdo, a bote pronto, "deleznable", "explosionar" o las nuevas formas del verbo "agredir". Hay más, tantas, que casi da vergüenza escribirlas.
La función centinela de la Real Academia Española es inexistente a tenor de lo que estamos presenciando; su sentido, por ende, absurdo: ¿De qué sirve una gramática si no sólo (y tildo la palabra -no la acentúo porque todas las palabras tienen acento) no vela por el mantenimiento de una estructura sino que, para colmo, inserta nuevas costumbres idiomáticas por el solo hecho de que una mayoría ignorante y apática en cuestiones de verbo hace uso infame de los elementos de la lengua?
Las próximas genialidades, ¿cuáles serán? ("¿cuál serán?"- que dirían los periodistas) ¿Cónyugue? ¿Probe? Vale que los genéricos sean vapuleados por las hembristas redomadas y cedan a su ímpetu histérico; vale que por no complicar mucho la existencia a los hablantes admitamos (ni planteado fue) "filósofa" o "filóloga" cuando deberían ser, en buena ley, filásofo y  filálogo, caso dado; sin embargo, de ahí a que se supriman o modifiquen las cosas sin una explicación lógica y admisible, sin coherencia y sin un objetivo claro, hay un abismo. Han perdido el rumbo y la autoridad moral y si a partir de ahora me apetece escribir "méndigo", "ozeano" o "llate", llamar a la vírgula de la eñe "latiguillo" o decir que una falda es una "jupa", a ver -perdón, "haber"- que académico de la Real tiene cojones para corregirme... Y que no me vengan jodiendo con el argumento de que si cada uno habla como le sale del haba, terminaremos por no entendernos.

24/10/2010

Mamá, el juez, los niños... y el puto padre.

Conversaba ayer con Sonsoles, mi filósofo particular, y en un momento dado me preguntó por los niños y cómo lo estaba llevando. La respuesta, aunque serena y resignada fue evidente: la ley es así; discrimina injustamente y los jueces, movidos por no sé qué extraños conceptos, se inclinan sistemáticamente a favor de la madre sin analizar ni amparar más circunstancias. Y no siempre es la madre quien debería quedarse con los hijos...
Su contrarrespuesta fue inmediata. "Hace poco -me dijo- hubo una manifestación de padres pidiendo lo mismo y no había suficientes para sujetar la pancarta. Es raro el padre que quiere quedarse con los hijos; la mayoría se desentiende..."
Lo pensé un instante. ¿La mayoría se desentiende o es que no queda otro remedio sabiendo como sabemos que siempre (salvo un caso de flagrante daño para los hijos por parte de la madre) los jueces siempre van a fallar a favor de la progenitora? ¿Por qué se da por sentado que la madre siempre es buena y tal y tal y el padre es el malo de la historia? ¿Quién dice que una madre cuida mejor de sus hijos que un padre? ¿Por qué una mujer puede EXIGIR IGUALDAD y el hombre no? Me gustaría un buen debate con algún juez, algún político y alguna de esas "magníficas" madres de exaltado y exultante sentimiento.
En todo caso, el hecho de ser minoría no justifica una aplicación general por defecto. En democracia una de las mayores falacias es que la minoría ha de someterse a la voluntad de quienes son más y, en todo caso, ese principio es válido en lo tocante a la elección de representantes, no de la aplicación de las normas. Si no fuera así, si no se tuviera en cuenta la opinión minoritaria y discrepante (desprecio muy abundante por otra parte) se estaría, entonces, obligando a ejercer el pensamiento único.
Ni los jueces son infalibles -aunque ellos se crean dioses- ni los políticos hacen su trabajo: son obtusos, holgazanes, mentirosos...
Pero, el problema de esa norma aplicada, dispensada, con carácter general es más grave de lo que parece. No se puede luchar sin armas y acceder a la "justicia" española sin la consciencia de que todo está perdido de antemano, además de innecesariamente dilatado; es de ilusos.
Hay mucha falsa propaganda elaborada con el claro objetivo de "victimar" y, por ende, favorecer a la pobrecita mamá. Si revisáramos caso por caso es probable, es seguro, que terminaríamos con los pelos como escarpias por el descaro, protegido y alimentado por la ley, de una grande parte de las madres y sus verdaderas pretensiones.

17/10/2010

¿Y después?

Se hizo (sólo un puñado de recalcitrantes mesnaderos) una supuesta huelga general que no fue más que un día festivo para algunos, un accidente más en nuestra esperpéntica Historia. Mucha alharaca en el escaparate, mucho dinero consumido inútilmente en banderitas, pegatinas, desplazamientos y fanfarria, dietas opíparas para los secuaces de U.G.T. y cecé oó y todo lo demás, ¿para qué?
Ahora, a pocas semanas de aquel extraño acontecimiento de cohetería "democrática", se ve cómo todo fue una farsa.
¿Un día de huelga y ya? ¿Ya está? ¿Se sale a la calle, se gritan cuatro consignas absurdas, se tiran tres piedras y ya? ¿Qué se pretendía, presionar? ¿Presionar a quién y para qué? Porque yo no he visto ningún resultado. El "gobierno" no ha modificado un ápice su estupidez ni su ignorancia y lo que es peor: siguen sentados en sus poltronas. ¿Entonces? ¿Cuál era la intención de tanto paripé?
Son, evidentemente, preguntas retóricas. Todos sabemos (incluso Menditoxo) el porqué de aquella cabalgata del orgullo guay.
Trataron de malear la verdad, de aplacar el auténtico clamor de la sociedad derivando responsabilidades, desviando la atención, proclamando falacias y se les vio el plumero: no coló en una ciudadanía harta de que la tomen por necia, irresponsable e inmadura. Todo sigue igual -para muchos, peor-.
Entonces, y ahora ya no es retórica, se hizo un día de fiesta ¿para qué? Porque pasado el asueto no se ha vuelto a saber nada de nada; las cosas han vuelto a su cauce con un gobierno inmutable ante la desgracia y el naufragio, con unos sindicalistas en perpetuo barbecho y anclados en una realidad inexistente por caducada.
Bien, y después de aquella pantomima, ¿qué? ¿Qué han hecho o dicho? Las medidas, ¿dónde están? ¿Y los resultados?

El dúo palmero "Menditoxo" en una de sus últimas actuaciones ante un escaso auditorio

Bueno, resultados sí habrá habido: para los amigos que hacen las estultas grímpolas y los rancios lábaros, para los amigos que hicieron las pancartas, para los que procuraron los silbatos, para los que imprimieron las octavillas... Y para algún que otro cerrajero y su vecino el de la cristalería.

15/10/2010

¡TRABAJAD MÁS, MÁS, MÁS..!

Yo no sé de dónde saca Díaz Ferrán el aplomo (sea jeta en romance llano) para exigir que se trabaje más  y se gane menos -aún- porque, según él y su piara de afines, se trabaja poco y se gana mucho. A él no le costará demasiado esfuerzo (trabajo) sentarse doce o catorce horas diarias tras su mesa a arruinar empresas y quedarse tan pancho.
Desde hace (al menos) un par de años, y gracias a la pésima gestión de este hatajo de "fistros" socialistas -por decir algo- y la anuencia tácita de los peperos, una parte del inmenso debate en el que estamos sumidos se ha centrado en la edad de jubilación y en la productividad, en el rendimiento de los trabajadores españoles que nunca es suficiente. No voy a redundar (léase la entrada antigua correspondiente) en las dudosas cualidades interpretativas de quienes manejan, interesados, las estadísticas. Me voy a limitar a apuntar un par de cosas (o tres) sobre la jubilación y sobre el trabajo-trabajadores.
Es falso, cuando se pretende aumentar el techo jubilar, que establecida la comparación con el resto de países europeos, España goce del privilegio de ser el lugar dónde antes se cesa en el trabajo. La edad en toda la "unión" es uniforme con algunas tendencias a la baja: la edad más común son los sesenta y cinco años, salvo Francia, Suecia y algunos más donde es inferior.
Con esto han tratado de trasladar la responsabilidad del derroche y el naufragio a los trabajadores. ¿No se trabajaba lo mismo en época de Aznar y los resultados fueron bonanza económica, crédito internacional y desarrollo? Luego, el razonamiento de gobierno y aledaños, en sí mismo, ya es una excusa tramposa. Más si tenemos en cuenta que este gobierno, estadísticamente, lo tenía todo a favor. Recordemos que España es el único país de Europa donde la peculiaridad de la crisis -ahondada por este gobierno giróvago- consiste en culpar a los demás y financiar a aquellos a quienes se acusa de causarla.
Sobre la productividad comparada también hay mucho qué decir. Sobre todo cuando en el análisis hay factores y variables que se ocultan ladinamente con el fin exclusivo de engañar y que todo trabajador (y el empresario, por supuesto) conoce: aquí una persona hace lo que en otros países, en el mismo, idéntico sistema, cadena, etc.., hacen tres. Y eso es demostrable. Si alongamos la cuestión a "eficiencias", gestiones y horarios laborales, rentas por trabajo, etc.., entonces nos encontraremos con datos estremecedores y en los que salimos, con diferencia, perdiendo. En España el trabajador trabaja y el empresario -perdón por la generalización- se enriquece y echa al trabajador a la puta calle en connivencia vergonzosa y abominable con los sindicatos y sus gerifaltes.
Que Díaz Ferrán venga a dar lecciones de no sé qué, no se si es para reír o para pedir, directamente y sin pasar por la casilla de salida, el pasaporte siciliano: total, mafia allí, mafia aquí; pero, por lo menos, te queda claro.
Es difícil esquematizar, sintetizar en pocas frases la gran mentira a la que nos tienen subyugados. Claro que, a buen entendedor...

...

"Cuando te rompas -le dijo-, y te romperás, no habrá nadie a tu lado para recoger las esquirlas. Entonces cada segundo del resto de tu vida contendrá todo el dolor del mundo. Sin paliativos, sin expiación posible, quizás comprendas..."
La mirada de odio, en otro tiempo, hubiera podido horadarle. Ahora resbalaba por aquella nueva superficie impermeable al rencor.
Cogió a sus pasajeros y sin más demora, sin mirar siquiera de reojo a la arrogante figura posada como un impasible centinela bajo el soportal, partió.
En su cabeza, en su corazón, quizás en su estómago, revoloteaba una intuición imprecisa, sin forma definida. Nada inquietante. Era como si del rescoldo de aquel augurio algo cobrara entidad para hacer cumplir un designio inexorable. No pudo identificar las imágenes residuales que cruzaron rasantes su cabeza.
Pocas veces, anteriormente, había sido capaz de inmiscuirse en el hermético entramado de las profecías. Era cierto, sin embargo, que en las contadas ocasiones en que lo hizo, sus palabras se cumplieron con estremecedora exactitud. Peor era cuando sólo lo pensaba. Súbitamente aparecía la imagen de una persona y la frase. Luego, al poco tiempo, veía cómo aquel pensamiento se materializaba.
Miró por el espejo retrovisor. Los dos pasajeros disputaban por qué sería lo primero que harían en cuanto llegaran a su destino. Sonrió e impuso la paz ofreciendo una alternativa suculenta.
Aquella misma tarde recibió la primera llamada. Nadie respondía al otro lado del teléfono. Sólo se oía el rumor apagado, asmático, de alguien intentando hablar a través de las lágrimas. Esperó unos segundos, lo que dura ese instante de desconcierto, de incertidumbre, y colgó. Volvió a sus juegos, a degustar las presencias unánimes.
Sólo cuando el silencio de la noche fue rotundo se atrevió a susurrar: "Se ha roto". Dió media vuelta y se quedó dormido.

14/10/2010

Aunque sean de cemento...

Hace años escribí para una revistilla infame, muerta apenas alumbrada, un triste elogio de la mentira. Alababa -si es que tal verbo cuadra- la mentira por lo que en su gestación y asomo hay (o debe haber) de inteligencia.
No le negaba, ni aun hoy, al "buen mentiroso" el talento y el ingenio que hacen posible una falacia bien urdida y con visos de pasar impune a la posteridad. Frente a la trola zafia, mal improvisada y detectada de inmediato, está por oposición esa falacia que falsificando una realidad determinante nos hace dudar.
Encomié, sí, pues, un tipo muy concreto de patraña que por su elaboración tendía a perdurar, a asentarse con vocación de verdad irrebatible y contundente. Lo que no hice, quizás porque la ley de las compensaciones, la justicia poética o la equilibrada casualidad no lo permiten en ese humano "antes o después", es avisar de que una cosa es la inclinación superviviente de la mentira y otra muy distinta que lo consiga por perfecta que aquella sea.
No creo que la mentira en sí misma sea mala. Estoy convencido de que depende del grado en que afecte, del daño que haga. Y aun así puede que también esté ligeramente supeditada a la intención perjudicial que se le aplique.
Sin embargo, celebrar la mentira como recurso intelectual, como ejercicio mental, no significa defender su uso; al menos no su uso dañino. Igual que estoy convencido de todo lo anterior, también lo estoy -y no me parece contradictorio- de que las mentiras emiten su sentencia en el mismo instante en que son proyectadas.
El tiempo es un ejecutor terrible y severo y lo que permite en otros aspectos, no lo permite con la mentira. La mentira, aunque sea de cemento, siempre flota. Siempre flota y, casi siempre, arrastra al mentiroso a un abismo del que no podrá salir. Ese momento llega; se podrá sortear con mayor o menor tino y fortuna el remolino que acecha, pero siempre termina engullendo al falsario y condenándole a una pena muy superior a la que puede soportar. En este sentido, puede que la vida no sea tan injusta como creemos.