04/05/2011

Creación y "SUSTITUCIÓN" de empleo.

ijo Gracián -y aunque no lo practico lo creo- que "lo bueno si breve, dos veces bueno".  Voy a intentarlo. Hoy también ha tocado la letanía acostumbrada del espejismo de los brotes verdes. España ya crea empleo. No es sólo aquel empleo estacional, que también.
No es mucho lo que hay qué decir sobre el asunto y no por reiterativo, sino porque cae por su propia gravedad. Las estadísticas se pueden interpretar como se quiera; pero, no deja de ser éso: una interpretación por lo común interesada y, por lo mismo, manipulada.
No sé por qué al empelo estacional se le considera, a efectos reales, empleo porque -como tal- no lo es. Empleo, desde mi punto de vista, tiene otras connotaciones y está sujeto a unas características entre las que la más importante es la CONTINUIDAD. Esto es, la permanencia y la prolongación temporal que permite, entre otras cosas, asegurar ingresos y a través de estos el crecimiento real de la economía. Lo temporal, lo inconstante, lo no estable, no es trabajo: es un parche que, en verdad, no resuelve nada.




Eso por un lado. Por otro me parece que se está ocultando a la comprensión clara de la ciudadanía un factor/dato -sin contar el homogéneo- que puede parecer irrelevante para traducir esa supuesta creación de empleo: la sustitución, la ocupación de las vacantes que van quedando en el mercado laboral. Tal y cómo lo plantean, da la impresión de que los nuevos empleados van a ocupar puestos de nueva creación. Eso no es cierto. La mayoría cubre los huecos que van quedando por jubilaciones y defunciones porque, con independencia del estado de cosas, la gente, los curritos, se siguen muriendo y se siguen jubilando. Contrastemos esos datos en un cotejo serio porque es posible que haya una correspondencia verificable, una relación, y veremos que del alarde gubernamental no queda más que otra burda mentira y de la falta de respuesta de la oposición...

Finos y seguros

Dice el presi Zapa, que "si está en manos de una mujer, podemos estar seguros". Sin duda: podemos estar seguros, finos y con alas.
La majadería, evidentemente, no está destinada a resaltar la valía femenina que ésa -en general- está fuera de toda duda. Más bien parece un guiño velado a su sucesión. O como tal, creo, hay que asumirlo.
Sobre todo porque si la referencia se hace para establecer una prevalencia de la capacidad femenina frente a la masculina, vamos mal. Como entre los hombres (aunque en nuestro caso la incompetencia se da con mayor frecuencia: a la vista está), también hay sectores femeniles que dejan mucho que desear. No me voy a retrotraer a los tiempos gloriosos de Rosa Conde, la ministra, o de las jóvenas de la señora profesora de instituto, creo que era. Basta un repaso más actual para ver que, como en todo lo demás, no es oro todo lo que reluce aunque reluzca mucho. Ni siquiera voy a mentar a la excelsa Maleni y sus grandes aeropuertos ni otros ejemplos dignos de infelice recordación ni a la gestión sin par de la señora Salado. Voy a dedicar unas líneas, pocas, a lo que como he dicho me parece referencia solapada: la Chacón.
Esta hembra de la especie humana, aparte de sosa como el agua de fregar -porque "manda güevos" el salero que rezuma la pretendienta-, no es el arquetipo de la eficacia ni del conocimiento por muchas carerras, másteres (antes decíamos "maestrías") y cursillos intensivo-avanzados de Estadística Bélica, Trincheras nivel usuario o Blindados modelo Hello Kitty que tenga.
Me da en el naso que la tontería es fruto de una frustración presidencial. Estoy convencido, porque haciendo repaso parece una obsesión, de que en el fondo del tío Zapa hay un ser incomprendido y acomplejado que  lucha para que aflore la Raquel que bulle en su interior.
Tanta sensibilidad es conmovedora. Yo, en mi inmundicia, reconozco que hoy por hoy las mujeres (en general) valen mucho más que nosotros; pero, tampoco hay que pasarse y menos cuando lo propugnado por activa y por pasiva es la igualdad sin más raseros. Hay muchas mujeres que me parece hubieran sido bonísimas Presidentas y que aún lo pueden ser. En mi listado no figura, de momento, ninguna del P.S.O.E. actual.
Por cierto que, en lo relativo a las sensibilidades femeninas y a que los hombres debemos fomentar y manifestar ese aspecto de nuestra naturaleza jugando con muñecas y un etcétera tan largo como estúpido, lo único que puedo decir es que, al menos yo, no tengo por qué ni me sale de la punta de las pestañas rizadas...

02/05/2011

Música de fondo

ntuyo que todo es más prosaico, que el blanco día llega y nos sorprende aunque estemos preparados, aunque una luz cegadora colgada en el dintel nos avise el silencio próximo y el acceso inevitable.
La única diferencia puede estar en la agonía que a cada uno le depare la vida. Para unos será lenta, implacable , convulsiva y dolorosa; para otros, más afortunados, será dulce, un simple tránsito ameno tal vez copado de reconfortantes imágenes y recuerdos que se desvanecen dejando tras de sí el rastro de una existencia satisfecha. Unos se irán con el rumor de lágrimas de rabia, cansadas, heridas por la resignación y entre íntimos lamentos sinceros; otros, con el beneplácito unánime del alivio, con la prisa irrevocable de sus deudos por llegar cuanto antes al olvido.
Quizá la muerte de cada uno no sea la propia muerte física, real, concreta, sino la que provoca en los otros. Buena muerte y dichosa la de aquel que fallece rodeado sinceramente por los suyos y una vez ido permanece grato en sus memorias. Mala muerte, desdichada, la de quien oye la prisa por dar sus carnes a la fosa o al fuego y lee la indiferencia en los ojos de sus próximos.
Pero, nadie es dueño de su muerte. A mi también me gustaría culminar con una lenta caída de párpados, arropando los ojos ya vacíos con la última promesa y una sonrisa complacida y plena en los labios fríos. A mi también me gustaría dejarme llevar por una brisa tibia, por una corriente suave que envolviera mi cuerpo yerto y lo elevara entre caricias mientras los demás, los aún vivos, sonríen con miradas de tristeza y me besan la frente y sus yemas trémulas recorren mis labios, mis mejillas, mi cabeza. A mi también me gustaría partir estremecido, auxiliado por una grandiosa apoteosis final, como en el cine, acompañado por una hermosa melodía emocionada, una canción que dejara en su vuelo rasante una nota de ternura y melancolía antes de posarse sobre las almas permanentes... Sospecho, sin embargo, que eso no es posible.

Cómo son los liberales...

o sé si era "directo", "diferido", "redifusión"... No lo sé, y me da lo mismo. La última persona a quien se lo he oído y escuchado decir ha sido a la señora Aguirre, la de sus cóleras divinas.
Afirmó que ella era "liberal" y yo, de inmediato, pensé: ¡Joder, cómo declinan -por extraña mutación- los conceptos y las palabras!
Apenas lo rumié, caí en la cuenta no sólo de que todo evoluciona sino de que mi ignorancia mayúscula o mi precaria memoria podían haberme jugado una mala pasada siendo "liberal" otra cosa distinta a la/lo que para mí era.
Yo, de hecho, me creía liberal por la parte ancha del término y con las reservas naturales de todo "individualista". Me tenía por liberal y, por ende, por progresista (no se confundan socialistas y otras especies: ellos ni son progresistas ni sus "ideologías" existen). Esto es, por un individuo que aboga por las libertades. Me tenía por un ser que, aunque mediocre y casi siempre afónico, se oponía a cualquiera forma de tiranía (política, social, cultural, económica, etcétera). Era fervoroso creyente, firme, en la (inexistente) separación de poderes propugnada por la Ilustración manque le pese a Alfonso Guerra (nuestro más egregio montesquieucida), en la igualdad de oportunidades (y no en el nepotismo y otras prebendas), en el Estado de Derecho, en una democracia neta consagrada a los valores y los derechos del pueblo. Me sentía liberal por todo eso y por todas aquellas cosas que a la mayoría de nuestros políticos les suena a chino cantonés o se pasan, muy sutilmente, por el arco del triunfo.
Por eso me ha extrañado que Aguirre se imponga a sí misma esa "medalla". Al parecer, yo, como casi siempre, estaba equivocado pues ser liberal se reduce, única y exclusivamente, a postular el capitalismo salvaje. La señora Aguirre podrá ser muy castiza, muy campechana; podrá ser una mujer muy preparada por mucho que algún imbécil le tienda uno de esos "ingeniosos" juegos de palabras a los que el burdo humor español es tan proclive; podrá ser buena gestora. No lo dudo. No obstante, de ahí a que sea liberal, el trecho es morrocotudo. No puede ser liberal quien es elitista, como no lo puede ser nadie que -procedente de un estrato social con muchos posibles y más recursos (contactos, influencias,...)- de origen ya tiene más ventajas para seguir siendo altoburgués que un clasemediabaja. Ese grupo social al que ella pertenece, no nos engañemos, es un grupo dominante que con una economía (¡ahí está la clave de su liberalismo!) sin intervenciones sería todavía más dominante y no hace falta explicar ni el cómo ni el porqué y, desde luego, eso no es liberalismo; la oligarquía no tiene nada que ver con el liberalismo. Corrijo: no con mi liberalismo. Pero, ¿qué se puede esperar en un país donde, afortunadamente, se puede lucir una escarapela socialista, ser católico, republicano y vitorear al rey, todo a la vez y condensado en una sola persona?
Lo peor, no obstante, es la confusión a que inducimos con la palabrita. Resulta de todo esto que se puede ser liberal conservador/reaccionario o liberal progresista. Aguirre es liberal; Cospedal con sus buenos ingresos es liberal; Pajín con sus sueldos también es paradigma de liberal...
El concepto original se ha contaminado y ahora, con tanto liberal se hace obligatorio introducir matices  o extensiones para establecer la diferencia: económico-liberal, socio-liberal, religioso-liberal, político-liberal... Sin embargo está bien: es enriquecedor.
El único problema que veo es que ahora no sé dónde incluirme o de dónde excluirme.


...
Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.
—Yo no sé,
Don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
—¡Oh, tranquilícese usté!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos, vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán...

30/04/2011

El buen salvaje

Recuerdo -vagamente- aquello del mito del buen salvaje con que Rousseau, a través de Emilio, propone su contundente aforismo: "El hombre es bueno por naturaleza; es la sociedad quien lo corrompe".
Puede que así sea; que una sociedad perturbada, obscena, viciada y corrupta influya de manera determinante y empuje al vicio y la corrupción. Pero, aunque no fuera así y el ser humano destilara perversión y malicia de natural suyo (que se dice), lo cierto es que las circunstancias, siempre, o bien acompañan o bien espolean hacia un comportamiento ruin, a la vesania atroz.
Es inevitable que el hombre, en este peculiar redil que es el mundo, sostenga conflictos con sus congéneres y que en tales enfrentamientos trate, cada individuo, de imponer sus demandas; es lógico que cada uno defienda lo que cree suyo o se defienda de lo que cree le perjudica.
Lo que quizá no sea tan razonable es el ataque, la ofensiva. Cuando ésta se produce, pocas opciones quedan al "agredido". Puede intentar sustraerse a las circunstancias que elementos externos le imponen. No obstante, antes o después, las circunstancias son más poderosas y arrastran no sólo al perjuicio de los actores, sino al daño por proximidad de otros seres ajenos a la disputa.




Yo no sé si el ser humano es esencialmente bueno o malo (el maniqueísmo no es una doctrina que me quite el sueño); lo que sí sé es que todo tiene un punto de inflexión, de no retorno. Todo tiene un momento concreto en el que la razón se nubla y deja paso al instinto de supervivencia, al rencor, al odio, a la maldad. A una maldad que la ley humana castiga y que está, por otro lado, plenamente justificada. Y todo eso viene provocado por agentes externos que proyectan lo que recibieron concatenando una actitud que se remonta al origen de los tiempos, perpetuando una maldad a la que muy pocos eslabones pueden escapar. Sí, las circunstancias procuradas o favorecidas por otros hombres nos ponen frente a lances extremos y, más tarde o más temprano, nos obligan a reaccionar. Sobre todo cuando ya estamos plagados de heridas y cuando ya no tenemos nada que perder. Entonces embestimos con las fuerzas robadas a la flaqueza y arrasamos todo lo que podemos mientras otros, quienes lo provocaron, se llevan sorprendidos las manos a la cabeza.

29/04/2011

Cómplices... Del viento

Asistimos imperturbables a la gran astracanada. El fútbol es capaz de movilizar, enérgicamente, a más seres que la miseria que estamos padeciendo. Con eso, casi se dice todo.
Mentiría si dijera que cualquier palabra pronunciada por un político (o cualquiera de sus afines) me sorprende. Ni siquiera cuando el Ministro de Trabajo (¡qué ironía tétrica!) acentúa la culpabilidad del desempleo en una ley de hace no sé cuántos años y que, curiosamente y nadie sabe el porqué, se ha mantenido durante estos últimos siete. Si era nefasta, ¿por qué no se derogó a su debido tiempo?
No voy, sin embargo, a eso. Mi intención es acusar. Acusar de complicidad clara a todos los políticos que en la actualidad hollan nuestro "Congreso" y nuestro "Senado", que lo atufan con sus miasmas obscenos, corrosivos, corruptos.
Porque lo cierto es que a este gobierno y sus desafueros lo han mantenido artificiosamente el resto de grupos parlamentarios que, conscientes de la debilidad de dicho gobierno, han visto la oportunidad de negocio... Y lo han hecho. Han preferido matar sus dos pájaros de un tiro: debilitar al Estado y sacar provecho particular. El "gobierno", aferrado a sus poltronas, ha concedido graciosamente -como la puta vieja y desdentada que se ofrece a cambio de una simple caricia- para seguir disfrutando y enriqueciéndose a expensas de los ciudadanos, de empujarles al abismo.
Sólo una diputada y E.R.C. (paradojas de la vida) se han mostrado "combativos de verdad" a lo largo de estos años; pero, ni ella ni los secesionistas tienen poder suficiente para convencer al resto comprado o "ausente".
Todos, excepto Díez y (no sé si reir o llorar) E.R.C., son cómplices por acción u omisión de la delirante situación que ahora soportamos.




No nos llamemos a engaño. El Partido de la "unimente" nos ha arruinado, estafado y mentido; pero, el Partido Popular y los demás no le han ido a la zaga al apoyarle bien por cobardía, bien con el silencio, bien por dinero. A esta gentuza hay que sumarle los sindicatos, a sus dirigentes, a sus aprovechados, a sus Judas descarados que han vendido a esos a los que llaman "compañeros" y "camaradas" por millones de monedas de plata sucia.
La sociedad tampoco queda exenta de responsabilidad. Todos, yo incluido. Hemos desayunado indiferencia y con resignación nos hemos empachado hasta quedar postrados en una siesta permanente.
Adviértase, y ya termino, que no para todos está mal la cosa. Que muchos mercachifles y especuladores (de alimentos, sobre todo) se están haciendo insolidariamente ricos con la miseria y la necesidad; que los banqueros celebran con aumento de primas su "precariedad", que los grandes empresarios se permiten el lujo de anunciar reducciones de plantilla para aumentar aún más sus beneficios, ganancias fruto del fraude impune.
Pero, comprendo a la ciudadanía: si la "Justicia", que es la que debería ser independiente e imparcial y actuar de oficio contra todos estos abusos no hace nada (porque su implicación sobrepasa en mucho el corvejón), ¿para qué moverse? Las revoluciones son cosa de otros mundos: el segundo, el tercero...

Por la parda geografía...

Anoche, un miembro de U.S.O. (sindicato del que abjuré) hacía una afirmación cargada de ignorancia -no pongo "malicia"- que dice mucho de la escasa capacidad de análisis de los representantes sindicales, así, en global.
Aseguró el pavo en cuestión que los españoles no estamos por la movilidad geográfica. No le voy a vomitar datos porque probablemente, de puro simples, no los entendería.
Sí, en cambio, quiero decirle a él, y a todos esos politicuchos que difaman a los desempleados (el término "parado" -aunque lo utilizo- me parece despectivo y ofensivo) alegando que en casita se está muy bien, que la cacareada "movilidad geográfica" no sólo es fluída, más quizá de lo deseable por la mayor parte de quienes tienen que salir de su terruño, sino que tiene aspectos con frecuencia insalvables. No hace falta explicar que las diferentes lenguas son un obstáculo como lo es el requisito "imprescindible residir en". Muchas personas con posibilidad de acceder a un puesto de trabajo chocan con la impertinente condición impuesta por empresas y administraciones de ciertas comunidades. Claúsulas disparatadas porque son una forma, velada o no, de impedir un derecho fundamental.
Sin embargo, ni siquiera esa estúpida frontera es el mal mayor. Éste radica en algo sobre lo que, parece, no se quiere incidir o se ha pasado por alto por una evidente falta de criterio y de inteligencia.




Es el sencillo "¿cómo?". ¿Cuántas personas -teniendo en cuenta que casi todos arrastramos atrasos- pueden permitirse un desplazamiento con los costes que supone (no hablo ya de mover a toda la familia) y esperar/sobrevivir todo un mes hasta que llegue -si lo hace puntualmente- una nómina que suele ser exigua, insuficiente?
Eso en cuanto a la parte fácil. ¿Cuántos desempleados -porque los currículos vuelan prodigiosamente- pueden desplazarse y soportar un gasto añadido para acudir a una entrevista de trabajo a cientos de kilómetros? Eso pasa, se solicita trabajo en cualquier parte porque el interés es trabajar; luego, cuando a un asturiano le llaman de Cádiz para cumplir con la incertidumbre de la entrevista, ¿qué?
No sé en qué país vive esta gente. Lo que sí puedo aseverar rotundamente es que nuestras realidades superan, con creces, su ficción.

16/04/2011

Los que ya no esperan nada

A veces la vida sale mal.
He conocido a muchos hombres que han luchado hasta la extenuación; hombres honestos que bracearon sin rendirse en la tormenta, sin resignarse a morir engullidos por las turbias aguas de la tempestad.
He conocido a muchos hombres que sólo han conocido de la vida su cara amarga.
Fueron -algunos aún lo son- hombres cansados. Fueron -algunos todavía lo son- hombres hundidos que en el fondo de una botella esperan el milagro redentor mientras aprietan sus puños y claman en silencio, mientras maldicen sus suertes, mientras blasfeman contra un Dios que los abandonó en las cunetas heridos de muerte.
He conocido hombres en quienes la injusticia se cebó hasta romperles el pecho y el alma.
No recuerdo sus nombres. Quizá nunca tuvieron uno. Tampoco recuerdo sus caras, sus miradas difamadas por el dolor. Nadie los recuerda. Pasarán por la vida en silencio, regados por la pena y el olvido.
Pero, yo los conozco. Sí, yo los reconocería en cualquier parte como se reconocen los espíritus afines, los iguales arrasados por la miseria y la derrota. Los reconocería porque yo, no lo sé, soy uno de ellos.