22/09/2016

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETE(D)O(R)

Gobierno "Frankenstein" es la nueva metáfora de la derecha para definir cómo de monstruoso sería un gobierno de PSOE, Podemos, IU y algún que otro partido nacionalista. Olvidan que el PP ya gobernó (fue "esclavo de", más bien) en más de una ocasión con alguno de esos hoy repulsivos nacionalistas y que el PSOE también lo hizo. Cuando esto lo hacen ellos -"ellos" son los de siempre, los dos "grandes"- es "por el bien de la gobernabilidad" y "por el bien común" y un matrimonio de tan extraña catadura era incluso razonable ya por la afinidad ideológica (derecha en el caso del PP), ya por el similar concepto de Estado (en el caso del PSOE). Ahora ya conocemos todos el resultado de aquellas nupcias (tresmil y pico millones de euros insaculados por la familia Pujol, por ejemplo, mientras hablaban catalán en la intimidad o en la intimidación). Si los pactos son de otros, de los ajenos, entonces se consideran aberraciones, alianzas impropias, contra natura. Tal es el rasero de estos tipos que hacen de la discrepancia pública entre Iglesias y Errejón o entre Sánchez y "esos barones" o entre Garzón y "viejos guardias" una pesada actualidad informativa mientras tratan de pasar por alto sus propias luchas intestinas, de silenciar sus discrepancias internas en el caso, por ejemplo, de Barberá: es hipocresía aunque lo llamen política.
Puede que un gobierno de la "izquierda" y los nacionalistas sea monstruoso y antinatural; pero, olvidan -acaso no lo sepan: tal es su ignorancia- que al engendro "Frankenstein" (el monstruo carece de nombre en realidad) lo creó la locura de quien se creyó dios; de quien se pensó a sí mismo como todopoderoso, invulnerable, inmune, intocable; por quien pretendió estar por encima del bien y del mal: ¡como ellos! Olvidan que el catacrético monstruo no era tal, que se convirtió en monstruo-quinceeme cuando su "creador" no sólo incumplió sus promesas, sino que además trató de eliminarle impunemente de la haz de la tierra. Olvidan que la venganza del "monstruo" no es más que una venganza justa, una forma de justicia poética y que, en realidad, no es más que defensa propia. Gonzalo Suárez, por cierto, abundó a su manera en el asunto del monstruo y los monstruos frankensteinianos y dirigió magistralmente una visión peculiar de la obra de Mary Shelley en "Remando al viento". Deberían verla todos esos ignorantes filateros. Léanse el libro; léanse detenidamente las reflexiones y los argumentos del "monstruo" y tal vez -si son honestos consigo mismos- reconozcan que el malo de la peli no es la creadura de Frankenstein, sino el propio Frankenstein por mucho que se pretenda relevarle de su despropósito.
En todo caso, estoy convencido de que lo que venga de esa hipotética coalición de gobierno de la izquierda y los nacionalistas no puede ser nunca peor que lo que llevamos padeciendo desde 1.982.

ANTES DE VOTAR...

...HAY QUE CONJUGAR ALGUNOS VERBOS


Son muchos, e interesados, los que aseguran que España es el hazmerreír del mundo por tripitir las elecciones. Por poca cosa se "avergüenza" este mundo con lo que él tiene encima, y por poca cosa (de los demás) se ríe dicho mundo antes de mirarse a su ombligo lleno de pelusas estremecedoras.
Con todo, que los señores habitantes de nuestra ciénaga política hablen de vergüenza con el cuajo y la jeta que le echan ellos y los ridículos que nos regalan cada seis (dos por tres) es un insulto a la inteligencia, a la poca que nos queda. A esto hay que añadir la lectura entre líneas. Cuando aluden al bochorno de una tercera ronda de votaciones están achacándolo, solapadamente, a la irresponsabilidad de la ciudadanía que no ha votado lo que tenía que votar (pero, ¡coño: a quién se le ocurre? ¡Mira que no votarnos a los de siempre!) y ha dispersado el resultado: la culpa no es de los políticos, sino de los electores.
Cada uno, como es natural -otra cosa es que sea honesto, lógico o racional-, cuenta la feria como quiere e interpreta según le convenga. Así nos encontramos con peculiares exégesis del tinglado farsario mientras desaparecen otras lecturas más adecuadas a la escena contemplada. Por ejemplo las del PP. Cantinelas tradicionales pepeítas aparte, tenemos la del "los otros no respetan la voluntad del pueblo cuando somos nosotros el partido más votado, y si los ciudadanos nos han vuelto a votar más que a los demás será por algo". Con esto se atribuyen la legimitad (falsa) y distraen del dato más notable y evidente: el PP tuvo mayoría absoluta, una mayoría absoluta que no renovó; luego, algo mal hubo de hacer cuando sus forofos dejaron de votarle tan "mayoritariamente". Este factor es importante porque son estos mismos pepítas quienes restriegan por las fauces a los de Podemos la merma de un millón de votos y la argumentan con ese mismo "por algo será" que ellos no se aplican.
La disminución de votos a los dos grandes partidos se imputa de inmediato al desafecto, a la indignación, al hastío... Y algo de eso habrá, seguro. Sin embargo, tal vez -y sólo lo sugiero- debería ser asignada también a que una parte importante de la sociedad ha empezado a madurar políticamente y a perder el miedo a la oligarquía dominante. Digamos que esa parte de la sociedad se rebela contra la "censura" instaurada y empieza a conjugar por sí misma. Al hacerlo se encuentra con que algunos verbos atroces carecen no sólo de sus formas de pasado y mantienen un presente perpetuo con intención de futuro, sino que adolecen para más inri de remordimiento, de propósito de enmienda y de acto de atrición para con la ciudadanía. Es un lacerante presente continuo, un presente bucle: Robar, malversar, mentir, manipular, recortar, dilapidar, y un montón de verbos más de estas índoles conjugados únicamente en presente.
No obstante, los universos para lelos de nuestros próceres tendrán que coincidir algún día, inevitablemente, con la realidad palmaria en la que nos desenvolvemos el resto de mortales infectados de vida. Es difícil predecir un cuándo preciso; pero, sucederá. Los universos chocarán provocando quién sabe qué desastre o qué nuevo fantástico paisaje con nuevos lenguajes, nuevas perspectivas y una nueva y mucho más amplia conjugación de verbos.
Pronto habrá nuevas elecciones y en el PP ya están cantando victoria. Es la euforia positivista; eso del "piensa en positivo y todo el cosmos se conjurará a tu favor". Yo, en su lugar, sería más cauto -y más humilde-. Cualquier pronóstico es arriesgado. Pueden empezar a sonar sus carracas triunfales hasta el empacho; pero, yo les recomendaría un análisis más sereno y cabal porque si hacemos caso de ciertos indicadores sociales es bastante probable, y acaso posible, que ese ascenso de que alardean y que creen consagrado, que esos peldaños que dicen estar subiendo de forma gradual no sean otros que los de su más que merecido cadalso.