25/11/2010

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Con el primer susto de luz se despeja la incógnita del hielo. Sobre los tejados, ateridos, una fina capa blanquecina delata el rigor de la noche que se consume.
No ha habido sueños. Sólo una inquietud perversa, tenaz, ha sobrevolado las horas del insomnio mientras el cuerpo, mustio, sonochaba buscando desesperadamente el letargo del descanso.
Dos nombres; a veces tres. Y visiones. Imágenes deseadas, elaboradas en la pérfida esperanza de su realización inmediata y liberadora. El sol, es una corazonada, será una impertinencia; una digresión incómoda en el cielo desafortunado. Hoy debería ser un día de aguas, de lluvia torrencial calando los ánimos y las miserias.