08/10/2021

 Allá por mi edad media leí (exagero el verbo involuntariamente) al azar algunas páginas y aforismos derramados en esa cursilada insufrible y pseudofilosófica opereta encuadernada como «Ilusiones», de un tal Richard Bach. De aquella incursión sólo me quedó una salpicadura residual: «enseñamos mejor lo que más necesitamos aprender». Hoy mi cerebro, estimulado por unos pensamientos que no vienen al caso, ha recuperado de forma espontánea ese pretencioso y estúpido apotegma. Confieso que me ha engañado por un instante y he creído ver en él, por las circunstancias, algo de validez y certeza. Pero, me he serenado de nuevo y, con la perspectiva del silencio como guía, no me he dejado embaucar: no, no enseño mejor lo que más necesito aprender; acaso lo que necesitamos es aprender más, mucho más, para enseñar mejor, mucho mejor.

Cosas que no deben hacerse

 Cosas que no deben hacerse: Responder.

Estoy en la otra punta de mi casa. La puerta de la terraza del salón-comedor está abierta (hace bueno). Desde la calle entran las voces de un tipo:
-¡Ramón! ¡Ramón! ... ¡Ramón! ¡Ramón!
Y, entonces, es cuando me sale del alma y del pecho a pleno pulmón:
-¡Usa el portero automático, gilipollas!
Creo que me ha oído y que se ha dado por aludido. O eso o Ramón, por fin, ha bajado.