A pesar del interés de algunos estamentos por solapar esta idea, lo cierto es que las organizaciones que la defienden han conseguido -no sin esfuerzo y dedicación- abrir el debate o, cuando menos, integrarla en las redes sociales y otros foros; han conseguido hacerla visible y difundirla. Es fácil (por evidente) imaginar quienes serán los detractores de la Renta Básica Universal, y fácil (por lógico) determinar quienes serán sus paladines.
Quienes pretenden denostarla, anularla, arguyen casi unánimemente que asignar una renta de este tipo fomentaría una sociedad holgazana que hundiría cualquiera economía. No parece que tengan en su poder muchas más razones. Los defensores, por contra, cuentan con estudios que si bien no son más que eso, estudios y análisis sin mucha más base sólida que la de un ejemplo o dos y la utopía, apelan a un espectro más amplio que no se reduce solo a la filantropía, al aspecto humanitario. Aducen estos últimos que la distribución de la renta genera, resumiendo, riqueza sin empobrecer.
Yo estoy más por esto segundo. Parece razonable pensar que si la ciudadanía tiene renta disponible habrá consumo y, con él, generación de riqueza -no es preciso seguir citando nombres insignes de la res económica, eso ya sobra-. Esto es así por mucho que un nutrido grupo de cazurros economistas (esos mismos que no vieron el despropósito y la crisis que se avecinaban cuando lo hicimos todos los demás -sin ser más que meros espectadores con cierta capacidad analítica-) lo niegue basándose, quizá, en los mismos criterios que aplicaron para no pronosticar el infierno que se abría ante nosotros.
Tampoco creo que la gente dejara de trabajar por el hecho de tener una renta asegurada: ¿cuántos premiados de los juegos de azar han dejado sus ocupaciones profesionales? Pocos o ninguno. Y ahí está el quid que parece se nos escapa.
La Renta Básica Universal al asegurar lo elemental para una vida digna regularía, equilibraría, la oferta salarial de modo que los empresarios tendrían que ajustar los salarios que pagan a parámetros más acordes con la realidad socioeconómica si quieren obtener mano de obra. Un reajuste necesario.
Esto, evidentemente, no les resulta interesante en absoluto a quienes (ahora más aún) tienen en su puño a la masa laboral; de ahí su rechazo frontal.