17/12/2010

Feliz Navidad... O algo

No. Esta vez no acusaré; no señalaré culpables: sea esa mi generosa aportación navideña. Me limitaré a aceptarlo con el alma desencajada, con muda resignación. De poco sirve anunciar la decepción o la cólera que siento. Estamos en ese tiempo en que el falso perdón se dilapida con la misma liberalidad con que se miente sobre los buenos propósitos y las enmiendas. No. No hablaré de la hipocresía, de la miseria, de la ruindad, de la soledad, de... De los hombres. Me limitaré a dejar aquí lo que escribió otro hombre: H. C. Andersen.
¡Qué frío hacía! Nevaba y comenzaba a oscurecer; era la última noche del año, la noche de San Silvestre. Bajo aquel frío y en aquella oscuridad, pasaba por la calle una pobre niña, descalza y con la cabeza descubierta. Verdad es que al salir de su casa llevaba zapatillas, pero, ¡de qué le sirvieron! Eran unas zapatillas que su madre había llevado últimamente, y a la pequeña le venían tan grandes, que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de dos coches que venían a toda velocidad. Una de las zapatillas no hubo medio de encontrarla, y la otra se la había puesto un mozalbete, que dijo que la haría servir de cuna el día que tuviese hijos.

Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitos completamente amoratados por el frío. En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y un paquete en una mano. En todo el santo día nadie le había comprado nada, ni le había dado un mísero chelín; volvíase a su casa hambrienta y medio helada, ¡y parecía tan abatida, la pobrecilla! Los copos de nieve caían sobre su largo cabello rubio, cuyos hermosos rizos le cubrían el cuello; pero no estaba ella para presumir.


En un ángulo que formaban dos casas -una más saliente que la otra-, se sentó en el suelo y se acurrucó hecha un ovillo. Encogía los piececitos todo lo posible, pero el frío la iba invadiendo, y, por otra parte, no se atrevía a volver a casa, pues no había vendido ni un fósforo, ni recogido un triste céntimo. Su padre le pegaría, además de que en casa hacía frío también; sólo los cobijaba el tejado, y el viento entraba por todas partes, pese a la paja y los trapos con que habían procurado tapar las rendijas. Tenía las manitas casi ateridas de frío. ¡Ay, un fósforo la aliviaría seguramente! ¡Si se atreviese a sacar uno solo del manojo, frotarlo contra la pared y calentarse los dedos! Y sacó uno: «¡ritch!». ¡Cómo chispeó y cómo quemaba! Dio una llama clara, cálida, como una lucecita, cuando la resguardó con la mano; una luz maravillosa. Parecióle a la pequeñuela que estaba sentada junto a una gran estufa de hierro, con pies y campana de latón; el fuego ardía magníficamente en su interior, ¡y calentaba tan bien! La niña alargó los pies para calentárselos a su vez, pero se extinguió la llama, se esfumó la estufa, y ella se quedó sentada, con el resto de la consumida cerilla en la mano.


Encendió otra, que, al arder y proyectar su luz sobre la pared, volvió a ésta transparente como si fuese de gasa, y la niña pudo ver el interior de una habitación donde estaba la mesa puesta, cubierta con un blanquísimo mantel y fina porcelana. Un pato asado humeaba deliciosamente, relleno de ciruelas y manzanas. Y lo mejor del caso fue que el pato saltó fuera de la fuente y, anadeando por el suelo con un tenedor y un cuchillo a la espalda, se dirigió hacia la pobre muchachita. Pero en aquel momento se apagó el fósforo, dejando visible tan sólo la gruesa y fría pared.


Encendió la niña una tercera cerilla, y se encontró sentada debajo de un hermosísimo árbol de Navidad. Era aún más alto y más bonito que el que viera la última Nochebuena, a través de la puerta de cristales, en casa del rico comerciante. Millares de velitas, ardían en las ramas verdes, y de éstas colgaban pintadas estampas, semejantes a las que adornaban los escaparates. La pequeña levantó los dos bracitos... y entonces se apagó el fósforo. Todas las lucecitas se remontaron a lo alto, y ella se dio cuenta de que eran las rutilantes estrellas del cielo; una de ellas se desprendió y trazó en el firmamento una larga estela de fuego.


«Alguien se está muriendo» -pensó la niña, pues su abuela, la única persona que la había querido, pero que estaba muerta ya, le había dicho: -Cuando una estrella cae, un alma se eleva hacia Dios.

Frotó una nueva cerilla contra la pared; se iluminó el espacio inmediato, y apareció la anciana abuelita, radiante, dulce y cariñosa.

- ¡Abuelita! -exclamó la pequeña-. ¡Llévame, contigo! Sé que te irás también cuando se apague el fósforo, del mismo modo que se fueron la estufa, el asado y el árbol de Navidad. Apresuróse a encender los fósforos que le quedaban, afanosa de no perder a su abuela; y los fósforos brillaron con luz más clara que la del pleno día. Nunca la abuelita había sido tan alta y tan hermosa; tomó a la niña en el brazo y, envueltas las dos en un gran resplandor, henchidas de gozo, emprendieron el vuelo hacia las alturas, sin que la pequeña sintiera ya frío, hambre ni miedo. Estaban en la mansión de Dios Nuestro Señor.


Pero en el ángulo de la casa, la fría madrugada descubrió a la chiquilla, rojas las mejillas, y la boca sonriente... Muerta, muerta de frío en la última noche del Año Viejo. La primera mañana del Nuevo Año iluminó el pequeño cadáver, sentado, con sus fósforos, un paquetito de los cuales aparecía consumido casi del todo.

«¡Quiso calentarse!», dijo la gente. Pero nadie supo las maravillas que había visto, ni el esplendor con que, en compañía de su anciana abuelita, había subido a la gloria del Año Nuevo.

Y si hay por ahí alguien a quien este cuento le parece cursi... ¡Me cago en su puto alma!

07/12/2010

Callados como putas, escondidos como cobardes

Recortes. La Unión Europea, temerosa por el derrotero que toma la economía española con estos zascandiles, exige más recortes. Sin embargo, en España siempre hemos tenido un severo problema de interpretación de las palabras... Y aun de lo que vemos.
Europa pide, con criterio ante el despilfarro y el enriquecimiento ilícito de algunos "gobernantes" y administraciones, "recortes", sisas; nadie le habló a este sanedrín de sinvergüenzas de "SUPRESIONES". No, al menos, en aquellas parcelas que afectaran a los desfavorecidos por la mala gestión político-bancaria.
Pensé en un primer momento titular esta entrada "Avestruces". Recuerdo -porque en realidad ignoro si lo hacen- que en los dibujos animados hay dos actitudes sorprendentes y llamativas en estos plumíferos corredores: o te picotean la coronilla hasta dejarla como la bandera nipona o meten toda la cabeza en el primer hoyo que ven.
La asociación de ideas con la actitud de "nuestros" sindicalistas y "oposición" política es inmediata y elemental. Ahora, que es cuando todos deberían estar arrimando sus teas a la hoguera, desaparecen. Sin duda esperan; ¿a qué? Unos a que pase de largo el vendaval sin que se acuerde de ellos y los otros a que el naufragio absoluto se consume para vender a los ahogados -ya muertos irremediablemente- salvavidas inútiles. A burro muerto, la cebada al rabo. Antes de que la debacle tome carta de naturaleza propia y atroz, deberían alentar la revuelta, la insumisión, provocar la hégira en pleno de este desconcertante, abusivo y fascista gobierno.
Los sindicalistas ya deberían estar poniendo barricadas frente al Palacio de la Moncloa y Rajoy-Rajuá "intrigando" con el resto de "opositores" para anular una decisión cuya envergadura parece se nos escapa y, desde luego, ellos no alcanzan a vislumbrar.
No voy a entrar en los datos que, por contundentes, niegan la necesidad de eliminar esa ayuda y deponen su trascendencia ante partidas de rango mayor en la preferencia eliminable. Es de todos sabido que algo no funciona cuando la clase política quita a los súbditos mientras deja inalterado su sueldo. Pero, tampoco voy a abundar en eso.
Lo dramático es que con la supresión de esa ayuda no se incentiva la búsqueda de trabajo porque quien recibe esa ayuda insuficiente YA ESTÁ BUSCANDO INTENSIVAMENTE TRABAJO; no obstante, sí se alimenta una desgracia mayor. Esa "ayuda" no sólo permite sobrevivir a muchas familias. Permite, además, en medio de la asfixia, ir pagando "malamente" muchas de las deudas adquiridas por esas familias, soportar las desorbitadas facturas con que nos regalan los poderosos tenientes de las fuentes de consumo básico y necesario, etc...
Eso, traducido, significa que aumentarán los desahucios y los embargos, los procesos legales y -por ende- el colapso de que tanto se quejan; aumentarán los impagos y (causa-efecto) las quiebras y así sucesivamente. Si no lo ven, ya se lo cuento yo.
Pero, además, está ese incomprensible mutismo sindical y político, esa inmovilidad devastadora que permite por omisión. Busco un razonamiento, siquiera, aproximado para entender dicha actitud.
Doy con algo estremecedor: la revancha.
Sólo consigo explicarme la pasividad de Menditoxo como resultado de la venganza, de la represalia mezquina por no tener el respaldo social que ellos pretendían y que (aquí es donde la pescadilla se muerde la cola) es fruto del desencanto y, precisamente, de su sometimiento y connivencia con un gobierno salaz por excesivo en la represión y en la incongruencia (subvenciones innecesarias a grupos innecesarios). Y este ruin proceder, este desquite absurdo, puede que ahora les satisfaga y les infle a modo su arrogancia perversa; pero, el tiempo, que es implacable, tomará justa venganza porque si cuando más los necesita la sociedad (y cuando tienen una oportunidad de oro para demostrar con quienes están, de qué lado) la abandonan, el castigo será, a buen seguro, demoledor.
Lo de Rajoy-Rajuá y el Pepé, es otro cantar. Cualquier partido en cualquier democracia del mundo que se enorgulleciera de tal, se estaría batiendo el cobre con vehemencia desmesurada, sin contención, sin miedo, sin la sangre fría del cálculo electoral y el futuro gobernable. Medios para impedir o revocar el desmán, haylos por mucho que digan que nada pueden hacer. Sí, sí pueden. Un parlamento democrático (en eso se basa la democracia) puede aprobar leyes a pesar de la resistencia de su gobierno. Un parlamento democrático puede, a pesar de los intentos de obstrucción, anular los ímpetus dictatoriales e infames de un gobierno. Otra cosa es que Rajoy-Rajuá quiera porque, a lo que parece, está más cómodo instalado en el "laissez faire, laissez passer" que en la brega noble del bien de los ciudadanos; parece que quiere llegar a la presidencia por agotamiento del rival y eso, además de cobarde, es revelador: si ahora se comporta así, que hará cuando llegue al gobierno.
En este país nos indignamos mucho y hacemos poco. Sólo salimos a la calle para "protestar" y tirar piedras contra las sedes de los partidos, para calumniar o para quejarnos... Pero, actuar, lo que se dice tomar la iniciativa y descolocar y remover, nada. Somos un pueblo con maniota y orejeras y contento de que sean siempre otros quienes inciten, quienes propongan, quienes activen y convoquen. También somos un pueblo avezado a la queja a posteriori: somos patéticos, esperpénticos. Lloramos Granadas perdidas sin haberlas defendido...
-¡A los parados los vamos a dejar sin nada!
En fin, por mi, que nos jodan (en castellano de España) bien a todos y luego a reclamar al maestro armero o al Sursum Corda (que significa, ironías de la vida, "arriba los corazones").

06/12/2010

De encuestas y de intenciones

Seamos, siquiera por una vez, amigo Sancho, realistas. Alguien afirmó que cuando lo posible quedaba descartado, lo que quedaba era la verdad por improbable que pudiera parecer. El ruido de facas que se oye desde hace algunos meses en el P.S.O.E. es evidente. Tanto como la diferencia, cada día mayor, de intención de voto entre el primer partido de la oposición y aquél.
Rodríguez Zapatero es consciente, más de lo que nos parece, y su jugada está clara toda vez que no hay solución de continuidad. En su soberbia destructiva está dispuesto a llevarse todo cuanto se le ponga por delante y dejar el solar patrio y cuanto contiene completamente arrasado.
Sabe que su carrera política está acabada. Por eso, antes de irse, quemará toda la tierra posible a fin de que su sucesor -que no desconoce será de otro partido- lo tenga más que complicado para levantar de nuevo los muros arruinados. Lo mismo hará en su partido donde, también, sabe que está "caput" aunque ahí, gracias a sus fieles acólitos, lo tiene un poco más fácil pues mientras él esté, ellos sacan un notable provecho de una situación cuya oportunidad no dejarán escapar fácilmente por los pingües beneficios que les está reportando. Eso, y los codazos que vendrán después, le protege y le permitirá una retirada más o menos silenciosa, una maniobra de distracción que haga desviarse todas las atenciones a otros lugares en los que él no estará, no será el objetivo.
A los seres carentes de escrúpulos no se les puede pedir un ápice de ética o de moral, ni una pizca de noble comportamiento. Y sobre esa premisa hay que analizar la cuestión.
Además hay que conceder que sin ser inteligente ni un tipo preparado, es astuto. Lo que le confiere una peligrosidad añadida.
Por eso se permite humillar aún más a los perjudicados y mantener un aparente control que, en realidad, tienen los bancos a quienes lejos de ofender, apoya solapadamente para que ellos, a su vez, le permitan cometer las atrocidades que perpetra y que tan buena cuenta les trae después de sus gestiones salvajes, ilegales y usureras.
R. Zapatero está, posiblemente, preparando su salida y su destierro voluntario. Y si no se le paran antes los pies...

30/11/2010

Fortitia et Honos

Fuerza y honor. En boca de Rodríguez Zapatero, este lema agitado por las legiones romanas antes de arrostrar la liza, parece un insulto. Parece, no; es un insulto: a la fuerza que ejercen miles de seres por su supervivencia diaria, al honor de quienes -a diferencia de Errezapatero que tanto practica la mendacidad y enarbola la falacia- consideran la mentira algo perverso y abominable. Es un insulto a la inteligencia, a la noble y cabal rectitud en el proceder, a la honestidad herida por este zascandil y sus carlancas atroces.
El lema, en labios de cualquiera de nuestros políticos suena a ironía, a mofa y befa y escarnio. Esputado de la gola abyecta de "nuestro" Presidente, se reboza en una baba viscosa que la convierte en pura deyección.
Pero, este tipejo (el tal Errezetapé), no dejará de sorprendernos. No creo descabellado que de aquí a unos días se quite la máscara -que, sabemos de sobra, lleva el pájaro- y nos adorne una de sus arengas vomitivas desplegando su esencia fascista (su verdadera esencia) y saludando al tendido motu romano. Res ipsa loquitur.

¿A quién se la chupa Nieves Herrero?

No es la primera vez que oigo a esta "presunta" periodista -ya sé que lo suyo es escribir "supuesta", aquí dejo el guiño crítico y cítrico- vapulear a nuestra lengua (su elemental herramienta de trabajo). Hoy, sin ir más lejos, insistía en cierto programa -de cuyo nombre no quiero acordarme- en una consigna a nuestros inútiles próceres de la res pública: "¡Por favor, políticos, arreglarlo! ¡Por favor, políticos, arreglarlo!"
Nuestros defectuosos periodistas (me disculpo por la tolerable generalización) adolecen de una falta notable de conocimiento del castellano/español; eso es evidente y demostrable.
De ahí, precisamente, que no me crea que la tal Herrero -cuchillo de palo-, de pila Nieves (o la Nieves), haya escrito un libro o dos o cuatrocientos. Mejor dicho, escribir escribir, sí, puede; el cómo, ya es otro palo del cante.
No me lo creo porque me resulta sospechoso. Alguien que, como ella, ha trufado nuestra lengua patria de palabros fruto de la ignorancia (¡arreglaRlo, arreglaRlo!), no puede dar coherencia y luz a un texto de cosecha propia.
Tengo amigos mucho más brillantes que no consiguen publicar -quizás porque no tienen la plataforma de lanzamiento que es la "tele"). Esta tiparraca, que apenas consigue expresarse de forma inteligible, no puede haber pergeñado un tocho lleno de letras que se combinan formando frases con sentido.
Pero, así es la vida y más en este puto país de mierda donde no se valora el ingenio, la inteligencia, ni el talento; en este puñetero país donde lo que funciona es el nepotismo descarado, la impostura y la felatio permanente y desvergonzada.
Ya se sabe: el que tiene padrino se bautiza y si no...

26/11/2010

Lo imposible, por definición

Tengo dos ventajas -a mi me lo parece- sobre una buena parte de los genios de la Economía. Una es el sentido común. O lo que es lo mismo: dejarse de zarandajas, de predicciones y de estadísticas oscilantes y entrar de lleno en un razonamiento sensato y cabal. La segunda es que como mi blog no lo lee nadie con responsabilidades políticas, si me equivoco todo queda en un simple humo que el viento del tiempo dispersará.
Lo malo es que en este caso no me equivoco. Lo escribí hace tiempo, mucho, y ahora me reafirmo: el mercado laboral español NO PODRÁ NUNCA (ni a corto ni a medio plazo) ABSORBER A CINCO MILLONES DE TRABAJADORES DESOCUPADOS, NUNCA.
Eso, en la lógica más elemental y comprensible -para que lo entiendan nuestros políticos, por si hubiera alguno descarriado entre mis lectores-, significa que la ÚNICA medida adecuada para no arrastrar el lastre del paro durante décadas es dar a cada desempleado la posibilidad de autoemplearse, de que sea él mismo quien promueva su actividad.
¿Por qué los parados no lo hacen? Habrá de todo, claro; pero, muchos no lo harán por lo absurdo de la legislación española que todo lo complica económica y burocráticamente.
Lo esencial es:
A) Eliminar barreras y como en otros países se pueda crear una empresa en media hora.
B) Que se pueda empezar la actividad con el único capital del propio trabajo porque en España, para montarte tu propio negocio primero tienes que ser rico o empeñarte hasta las pestañas y aún no entiendo el porqué de tener que, por narices o por influencia, pasar por el sometimiento a los bancos.
¿Por qué no puedo yo alquilarle un local a un buen hombre, colocar cuatro librillos y empezar así mi librería? En España no; en España se exigen una serie de requisitos y de dineros incomprensibles y que, evidentemente, minan la iniciativa...
Luego sigo, que me voy...

25/11/2010

...

Con el primer susto de luz se despeja la incógnita del hielo. Sobre los tejados, ateridos, una fina capa blanquecina delata el rigor de la noche que se consume.
No ha habido sueños. Sólo una inquietud perversa, tenaz, ha sobrevolado las horas del insomnio mientras el cuerpo, mustio, sonochaba buscando desesperadamente el letargo del descanso.
Dos nombres; a veces tres. Y visiones. Imágenes deseadas, elaboradas en la pérfida esperanza de su realización inmediata y liberadora. El sol, es una corazonada, será una impertinencia; una digresión incómoda en el cielo desafortunado. Hoy debería ser un día de aguas, de lluvia torrencial calando los ánimos y las miserias.

24/11/2010

Ocaso

Renuncio. Me ha vencido la vida. Estoy demasiado cansado para seguir participando en este absurdo tinglado. Renuncio.
Seguiré escribiendo; a tramos. No sé qué, no se cómo, de cuando en cuando. Lo seguiré haciendo porque aún me fascinan las palabras. Pero, ya no será lo mismo. Ya no hay espíritu que las respalde; ninguna pasión que las impulse: serán palabras hueras.
He perdido. Aposté contra el tiempo, contra Dios, y he perdido. Me duelen los dedos, los ojos, cada articulación, cada músculo, cada falsa sonrisa que he lucido para ocultar la insolente verdad que me acuciaba, el alma.
Ya no me queda nada salvo un aljibe de lágrimas pugnando por salir y el tormento incesante que arrastro desde mi primer vagido.
Si pedí clemencia, renuncio. Si pedí perdón, sin absolverme, renuncio. Si pedí un favor, lo siento. Si pedí socorro, lo retiro; renuncio.
Desde hoy vagaré por donde no pasan los hombres; me zambulliré en el silencio severo, en la oscuridad austera, dura, implacable. Ni volveré al amor ni volveré al miedo. Los dardos quedarán como recuerdos perennes de mi suerte adversa. Vagaré entre árboles infaustos sometidos al cruel viento. Iré, descuidado, por esa senda abominable que desfigura el rostro y calcina el corazón hasta convertirlo en un pedazo de duro y negro carbón.
A esos que me llamaron amigo, mi gratitud. A quienes no, mi desprecio. A cuantos dejo atrás, ya no os espero.
Y si alguien se cruza en mi camino, y me reconoce... que no me salude, que no me pare, que no espere de mi la triste compasión de un abrazo ni el consuelo elemental de un saludo; que me deje marchar y vea mi espalda lacerada y cómo mis pies se hunden, deshechos, destrozados, en el barro voraz de una vida que se extingue.
Nadie diga, desde hoy, de mi que oyó un nuevo lamento. Que nadie me pronuncie; de nadie en el recuerdo. No quiero lastres, no quiero premios. Quiero mi olvido y el vuestro y quiero dormir, sosegar mi cuerpo torturado y lo que lleva dentro.
No os digo ni adiós porque ni siquiera el adiós, ni siquiera a Dios, ya espero.

17/11/2010

Entre otras muchas cosas

Ocho de la mañana. Ya son las ocho y arrastro la realidad desde las seis y media.
Esto de madrugar es una costumbre absurda que tengo desde hace años; aunque, más que costumbre es una inquietud, un antiguo remordimiento, que me impide dormir más allá de las cinco horas.
Llueve: está lloviendo. Aún tengo que ducharme, vestirme, tomar otro par de cafés, algún cigarrillo más... Iba a hacerlo cuando, de súbito, he decidido que -quizá lo haya sentido como necesidad y me atribuyo la gloria de una volición ficticia- tenía que cambiar algo. He intuido (vuelvo al protagonismo) que debía de modificar mi forma de escribir... y de pensar: la forma de alinear mis ideas allí y aquí.
El tiempo, después de holgazanear viajando por una red dormida, se me echa encima. Pero, esto es más fuerte que yo y que la obligación.
Bajo esta "decisión" tardía, y probablemente inútil, late (lo percibo como intuición, no como una certeza) la exigencia de cambiar de vida. No de aspecto, de vida. No me empuja a ello más que la decepción y la angustia y a pesar del peso terrible de la edad, que me ablanda y retrae, hay algo, un elemento inductor que no consigo identificar, que tira de mi y promueve el salto por ese acantilado absurdo...

11/11/2010

Espaldas mojadas

Lo cortés -afirmó Gracián, y lo creo y lo aplico- no quita lo valiente. Claro que en este país (aunque no es el único) de ignorantes "a nivel de Estado" pedir a ciertos sectores de la población un poco de cultura, de rigor y de sentido común es algo que sobrepasa con creces, muy de largo, cualquiera optimista expectativa.
Somos muy dados a la estupidez, a poner en solfa y picota lo cabal, al flagelo hipócrita y acomplejado que nos lleva, siempre, a defender lo indefendible y a cargar con el exabrupto fácil contra el argumento discrepante. No porque hagamos de ese exabrupto razón de peso y convencimiento, sino porque nos adorna con una máscara artera con la que quedamos muy bien socialmente, muy progres, muy humanos.
Sin embargo, solidaridad, generosidad, humanidad, clemencia y otros del mismo jaez no son términos enfrentados con "tener criterio".
Ahora, quizá para contrarrestar lo peliagudo de otros asuntos de mayor magnitud y calado, la polémica se centra en alguna propuesta en la que se aboga por la expulsión de los inmigrantes ilegales. No se deben de haber terminado de decir todas las palabras de la frase cuando han salido a la palestra las primeras protestas. La extinción de ese solapado asilo a algunos les huele a destierro y holocausto, a perversión.
Yo comprendo que las idioteces del P.P., del memo Rajoy y lameruzos secuaces (¡ojalá les crezcan a todos sendas almorranas inextirpables que les impidan sentarse en un escaño el resto de sus vidas!), no sean de nuestro agrado. Pero la inmigración ilegal es un asunto que trasciende a la mera cuestión del oportunismo político.
Que vienen -los inmigrantes- a buscar una oportunidad, la oportunidad de acceder a una vida mejor, más segura, más confortable, más avanzada, no lo dudo. Que a los arriesgados (hay que encomiar su valor) o desesperados que se aventuran en una patera no se les puede dejar morir en un tenebroso lecho de olas es algo elemental. Sin embargo, ayuda humanitaria es eso, no dejarles morir. Ayuda humanitaria no es salvarlos y luego, como somos así de buenos, soltarlos la maniota legal y dejarlos campar por sus fueros.
Con frecuencia, y aunque sea lamentable, olvidamos que son ILEGALES, que entrando en nuestro país con esa condición, entran en calidad de delincuentes y que como tales se les debe aplicar la norma establecida para el caso.
¿Cuántos de los progres de salón que aventan la injusticia humana han intentado entrar ilegalmente en un país? ¿Cuántos se han bajado al moro sin pasaporte o a llamar al Mojamé "sátrapa de mierda"? ¿Cuántos se han paseado sin papeles por  Senegal? Si hasta ellos cumplen con las normas establecidas en los otros países, ¿por qué no quieren que se cumplan las que rigen aquí? O, mejor preguntado, ¿por qué no se van a protestar alli dónde se origina el mal? La miseria de esas personas no se solventa permiténdoles estar aquí y dejándoles deambular por las calles sin más; se resuelve defenestrando a los tiranos que gobiernan en aquellos allíes olvidados de la mano de los dioses y desbaratando los negocios mafiosos. Pero, lógico, aquí es fácil protestar, provocar, pedir, gritar, romper, tirar piedras o quemar contenedores. Allí, en "los otros países", para hacer eso hay que tener unos cojones más grandes que los verracos de Guisando.
Dejémonos de pamplinas y llamemos a las cosas por su nombre: los inmigrantes ilegales son ILEGALES; si no fuese así, serían, a ver si terminamos de captarlo, simplemente inmigrantes. Esto significa que no son DEPORTADOS ni EXPULSADOS, son REPATRIADOS y muy cómodamente a cargo, generoso cargo, del dinero común de todos nosotros ¿Alguien no ve la diferencia?
Y eso sin entrar en cuestiones de responsabilidad, efecto llamada, riesgos y otras aledañas; eso, aunque sea el mismo cantar, merece mención aparte.