A estas horas ignoro, todavía, los veredictos que a cada una de las muchas encuestas sobre quién ganó/perdió el debate de ayer han dado los grupos de españoles, o no, elegidos para responder.
Al parecer, por lo que he oído por ahí, fue Rajuá quién zarandeó -lo tenía fácil, en todo caso- a Rodríguez Zapatero.
A mi, en realidad, me importa muy poco una encuesta de tal calibre. Me preocupan más los zascandiles demoledores, los bércigos, que tenemos gobernando y que, empecinados en la mentira, siguen engañando y manipulando gracias a sus medios de incomunicación.
A la palestra ha salido también el presidente Aznar (no son EXpresidentes) cargando, con razón, contra todo lo que se mueve en el P.S.O.E. y con cierta indignación lógica al ver cómo sus esfuerzos, nuestros esfuerzos, anteriores se los ha llevado el viento de Rodríguez Zapatero y sus windsurfistas.
Pero, esto tampoco es lo que más me ocupa.
Me preocupa España y su situación porque yo soy España y su situación (no soy Rodríguez Zapatero y sus mollejas bien aseguradas); porque mis hijos son España y su situación.
Su situación o sus situaciones. España es una nación que conlleva en su misma esencia la solvencia y la insolvencia. Y es un país que no se queda ahí: España es solvente, insolvente y disolvente. Todo, estremecedoramente, a la vez porque es un país trabajador -en general-, arruinado por la mediocridad política y que se rompe por momentos.
Lo peor de este país es, sin duda, su clase política; una clase inculta -salvo excepciones-, holgazana, mediocre y sin un líder indiscutible con carisma y nivel de estadista contundente que sea capaz de remover las conciencias y los cuerpos hasta deponer a este gárrulo, filatero de medio pelo, que es Jota Ele Rodríguez.
Porque R. Zapatero no va dimitir y propiciar elecciones adelantadas. Eso esta fuera de su arrogancia. Dimitir, para él, sería reconocer un fracaso y don Erre que Erre prefiere hundirnos hasta el colodrillo a todos antes que reconocer su error.
Y ese es el meollo de la cuestión. En lo que siga ahí este Presidente, cualquier sondeo carece de sentido y cualquier clamor popular -del pueblo, me refiero- es inútil. Con este panorama, ya podemos ir todos a pedir cotufas al golfo.
Al parecer, por lo que he oído por ahí, fue Rajuá quién zarandeó -lo tenía fácil, en todo caso- a Rodríguez Zapatero.
A mi, en realidad, me importa muy poco una encuesta de tal calibre. Me preocupan más los zascandiles demoledores, los bércigos, que tenemos gobernando y que, empecinados en la mentira, siguen engañando y manipulando gracias a sus medios de incomunicación.
A la palestra ha salido también el presidente Aznar (no son EXpresidentes) cargando, con razón, contra todo lo que se mueve en el P.S.O.E. y con cierta indignación lógica al ver cómo sus esfuerzos, nuestros esfuerzos, anteriores se los ha llevado el viento de Rodríguez Zapatero y sus windsurfistas.
Pero, esto tampoco es lo que más me ocupa.
Me preocupa España y su situación porque yo soy España y su situación (no soy Rodríguez Zapatero y sus mollejas bien aseguradas); porque mis hijos son España y su situación.
Su situación o sus situaciones. España es una nación que conlleva en su misma esencia la solvencia y la insolvencia. Y es un país que no se queda ahí: España es solvente, insolvente y disolvente. Todo, estremecedoramente, a la vez porque es un país trabajador -en general-, arruinado por la mediocridad política y que se rompe por momentos.
Lo peor de este país es, sin duda, su clase política; una clase inculta -salvo excepciones-, holgazana, mediocre y sin un líder indiscutible con carisma y nivel de estadista contundente que sea capaz de remover las conciencias y los cuerpos hasta deponer a este gárrulo, filatero de medio pelo, que es Jota Ele Rodríguez.
Porque R. Zapatero no va dimitir y propiciar elecciones adelantadas. Eso esta fuera de su arrogancia. Dimitir, para él, sería reconocer un fracaso y don Erre que Erre prefiere hundirnos hasta el colodrillo a todos antes que reconocer su error.
Y ese es el meollo de la cuestión. En lo que siga ahí este Presidente, cualquier sondeo carece de sentido y cualquier clamor popular -del pueblo, me refiero- es inútil. Con este panorama, ya podemos ir todos a pedir cotufas al golfo.