Escribir en España es llorar, que dijo el trongo. Pero, bregar contra la marea burocrática de las administraciones es llorar, patalear, desesperarse y agonizar.
No sé a qué llaman ventanilla única ni para qué sirven las bases de datos y la centralización documental informática si el ciudadano debe seguir peregrinando de parroquia en parroquia buscando, y aportando, una documentación que las sedes administrativas ya (se supone) tienen. ¿Para qué, entonces, los ordenadores? Pues, hombre, para jugar al solitario, para chatear y para mandar recetitas a la suegra. Eso sin contar que la ingente cantidad, exagerada, que hay que llevar de papelotes recabados en una gloriosa carrera de obstáculos y resistencia que termina, no siempre (todo hay que decirlo), frente a un amargo funcionario mosqueado de entrada porque le has jodido la interesantísma lectura del Marca.