A estas alturas uno ya no sabe ni cómo reaccionar ante otro atentado, ante cada nuevo asesinato de esa cuadrilla de cafres hijos de puta. A las personas "normales" -es comprensible- se nos hincha la vena por la cobardía que usan y porque la justificación empleada por esos súbditos del "vascalismo" no encaja en los conceptos cabales. Yo no sé; pero, sospecho que sus mismos argumentos pueden ser expuestos por el resto de los españoles y preparar un guirigay entre todos de muy señor mío. No va a pasar; lo saben y por eso hacen lo que hacen. Saben que pondremos nuestros crespones en lugar visible, aventaremos nuestra santa indignación y mañana será otro día... tan triste como el de hoy.
Ignoro si el "Estado de Derecho" ha usado de todas sus prerrogativas para enfrentar y finiquitar este problema. De lo que no me cabe de las dudas la menor es que si lo ha hecho, ha sido insuficiente.
Sobre todo porque la cuestión hay que zanjarla de raíz. Y la raíz es el "nacionalismo" y sus razonamientos que consentimos tácitamente sin que nadie, por temor a ser etiquetado de fascista o similar, sea capaz de rebatir con la llaneza contundente del sentido común.
Tienen derecho a la segregación, a la independencia. Pero, ¿porque lo dice quién? ¿Tres "ideólogos" de enceFALOgrama plano? Y si esos mismos tres alhelíes deciden que el cacareado pueblo vasco tiene derecho a la inmolación masiva, guste o no guste, porque hay una mayoría -teórica- que está de acuerdo y los apoya, ¿también hay que someterse a su voluntad? ¿Hasta dónde llega el sentido administrativo-legal de la posesión y pertenencia a un terruño? ¿Un bilbotarra tiene más o menos derecho a estar en Pasajes que un paisano natural del propio pueblo? Estiremos el ejemplo y la famosa regla de tres.
¿Quienes se escudan y excusan en la "lucha armada" para conseguir sus objetivos independentistas han pensado que, en rigor, nosotros podemos argüir lo mismo para preservar nuestro derecho a la VIDA?
Uno, con la vena hinchada, está ya hasta los cojones de tanta patraña y de tanta estupidez, de tanta historia legendaria y de tanta fábula insolvente. Que inventen lo que quieran; pero el que no esté a gusto en España, que se vaya. Porque el País Vasco, al menos por el momento, es España.
Ignoro si el "Estado de Derecho" ha usado de todas sus prerrogativas para enfrentar y finiquitar este problema. De lo que no me cabe de las dudas la menor es que si lo ha hecho, ha sido insuficiente.
Sobre todo porque la cuestión hay que zanjarla de raíz. Y la raíz es el "nacionalismo" y sus razonamientos que consentimos tácitamente sin que nadie, por temor a ser etiquetado de fascista o similar, sea capaz de rebatir con la llaneza contundente del sentido común.
Tienen derecho a la segregación, a la independencia. Pero, ¿porque lo dice quién? ¿Tres "ideólogos" de enceFALOgrama plano? Y si esos mismos tres alhelíes deciden que el cacareado pueblo vasco tiene derecho a la inmolación masiva, guste o no guste, porque hay una mayoría -teórica- que está de acuerdo y los apoya, ¿también hay que someterse a su voluntad? ¿Hasta dónde llega el sentido administrativo-legal de la posesión y pertenencia a un terruño? ¿Un bilbotarra tiene más o menos derecho a estar en Pasajes que un paisano natural del propio pueblo? Estiremos el ejemplo y la famosa regla de tres.
¿Quienes se escudan y excusan en la "lucha armada" para conseguir sus objetivos independentistas han pensado que, en rigor, nosotros podemos argüir lo mismo para preservar nuestro derecho a la VIDA?
Uno, con la vena hinchada, está ya hasta los cojones de tanta patraña y de tanta estupidez, de tanta historia legendaria y de tanta fábula insolvente. Que inventen lo que quieran; pero el que no esté a gusto en España, que se vaya. Porque el País Vasco, al menos por el momento, es España.