Leo con estupefacción por aquí que, al parecer, Fernando Sánchez Dragó (de profesión <<a saber>>) afirma haber leído treinta mil -30.000- libros. Como buen pescador que debe ser -además de buen <<asaberista>>- deduzco que sufre de <<hiperbolismo>> agudo. Suponiendo que hubiese nacido el día uno de Enero del año de desgracia y sublevación de 1.936, que hoy celebrásemos el postrer día del año en curso (31 de Diciembre de 2.021) y descontando -muy generosamente- sólo un par de años que tardara en aprender a leer, las cuentas que me salen arrojan el contundente resultado de que, según él, este tipo se ha leído la friolera de 0'99 libros diarios, un libro al día, por redondear. ¿Mi conclusión? Sencilla: estadísticamente lo tonto si exagerado, dos veces tonto.
02/10/2021
Votad mal... ditos
"Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien".
Los envidiosos, como cualesquiera otros trastornados, creen que ellos no son envidiosos y que los envidiosos son los demás. Y creo más: que la envidia se manifiesta de muchas maneras y se descubre en infinidad de detalles. Entro en Instagram y alguien ha expuesto -una vez más- una fotografía impresionante. A pesar del evidente y arrollador talento fotográfico, no tiene miles de «fologüeres» ni recibe cienes y cienes de «laiques». Miro la foto última, la amplío, me recreo en ella y pienso. Pienso que esa fotografía -como todas las demás suyas- no tiene nada que envidiar a las de los fotógrafos consagrados y prestigiosos y sí mucho reconocimiento que recibir. Extiendo esa idea a otras actividades: todos los días veo magníficos cuadros y fotografías, leo extraordinarias narraciones y poemas, oigo ingeniosos argumentos y, aún así, esa gente no descolla ni recibe, no ya de extraños y ajenos sino de sus propios, la loa merecida. ¿Cómo es posible que tantos talentos queden en la indiferencia? Yo sólo me lo puedo explicar colocando un concepto: envidia. Vuelvo a la foto y me convenzo de que está a la altura de Cartier-Bresson, de Newton, de Liebovitz, de García Rodero.., y pienso que es injusto, que es por envidia: la enfermedad mental más padecida por los mediocres.
30/09/2021
Una de las frases (casi orgásmicas) que mas me conmueve es esa importada de los guiones mediocres del cine estadounidense que dice <<[exijo porque] ¡yo pago mis impuestos!>>; así: con una solemne y rotunda, desairada y ofendida, exclamación. Como si fuese el hecho de pagar impuestos lo que confiere derechos u otorga alguna desconocida y nunca suficientemente y bien ponderada prerrogativa sobre quienes no los pagan. Es una frase que, sin sorpresa por mi parte, hemos adoptado he incluido sin reservas en nuestro peculiar acervo. A estas alturas la soltamos sin pudor ni rubor a la primera de cambio, en un estallido de sagrada cólera, haciéndonos valer. Y no se nos cae la cara de vergüenza por la estupidez, oye.
24/09/2021
18/09/2021
Tiene una cara preciosa, la coquetería ufana, descarada, casi ofensiva de las madres jóvenes y un cuerpo espectacular. Pero, claro: ¿Qué niña no tiene un cuerpo bordado con perfección a los dieciséis o diecisiete años? Ya no lleva a su hijo en brazos haciéndole carantoñas pueriles y cucamonas; el pequeño ya va para los dos años y anda. Con cierta frecuencia me cruzo con ella, con la gitanilla oscura y guapa, con ese algo efervescente e infantil que aún revuela en sus venas. Me cruzo con ella y pienso. Pienso en quién decide las edades adecuadas; en quién decide que a los dieciocho un ser ya está suficientemente maduro y es apto para votar, o conducir, o emanciparse, o alistarse en una compañía de operaciones espartanas, o tomar infecundos o faustos tragos de alcohol... Pienso que a los dieciséis aún se es niño, que a los cincuenta muchos seguimos siendo inmaduros, que nos imponen la moral, las leyes y las costumbres y que cualquier argumento relacionado con las edades es tan feble y quebradizo como libre sea la voluntad del individuo. A mí estas cosas siempre me dan qué pensar.
17/09/2021
Safa, el viejo roquero
No pretendo ni siquiera un recordatorio nostálgico, ¡faltaría más! Incluso puede ser que mi precaria capacidad de evocación me traicione y ponga el dedo en la llaga equivocada. Pero, yo tengo en mi cabeza el resabor de estas dos canciones (que acabo de encontrar de manera fortuita) mezcladas en un popurrí <<titánico>> verbenero. Imagino -ya que no me atrevo a recordar- un perfil indio, de pelo lacio más caído que peinado en una moda decadente y trasnochada; un mostacho cuyo declive llegó impregnado de un sueño permanente e imposible (los viejos rockeros también mueren); aquel hombre afable, entre sereno y retraído que amistó con todos cuantos le conocimos y otros cuantos que pasaron por aquellos escenarios de tableros inestables y rústicos, sobre remolques de tractor, para dejar sus afanes en redobles de baquetas emocionadas, pulcras, sonrientes, domadas por buena gente, en cuerdas, en teclas, en tubos de vientos irregulares sólo para la triste diversión de los paisanos. Así lo percibo yo con el tiempo y con esta ilusión devastada. Y así, la copla festiva merodeada de vida. Sólo es memoria; acaso ni eso; y es eso: Triana, ¡ay! Triana morena... Tengo una novia que es un poco tonta... Yo también tuve vida entonces, y buen vino, y buenos amigos que en su mayoría perduran, y también tuve, ¿cómo no?, una novia que fue un poco tonta, como yo, porque dios nos hace y nosotros -dicen- nos juntamos...
15/09/2021
Euforismos y sentencias
A veces me sale esa sonrisa de forma espontánea. Es una sonrisa de comisuras tensadas por el sarcasmo mudo. Una sonrisa sin más consecuencias que la mueca desconfiada que aporta. A veces me sale de súbito, sin pensar, como cuando -por ejemplo ayer- un economista sugiere una movilización ciudadana frente al abuso de las compañías eléctricas.
06/09/2021
Amanece un atardecer fausto y oscuro, de nube vejancona y plañidera, con ganas de gresca tormentosa que acaso se diluirán en los bordes romos y altos del ángelus. Del gris encapotado se desprende esa paz inquietante de la incertidumbre, el rezo íntimo ojalá de un si lloviera, de un qué día precioso y lento y plomizo para una humilde tormenta...