06/11/2011

Patricia y los caracoles.

Patricia era un mico de cinco o seis años, creo recordar. Y creo recordar que ya, en ese momento, tuvo la osadía de ir ella sola desde su casa hasta la de los abuelos. Recuerdo que era tarde de toros y que estalló una breve tormenta que amainó los calores veraniegos. Lo recuerdo porque hace unos días, quemando viejos y cansados textos de mi "ampulosa" juventud, apareció uno que creí perdido y cuya desaparición me causó una notable tristeza por lo que contenía de afectividad. La casualidad, el destino, lo que sea, lo ha traído de nuevo a mis manos y a mis ojos. Como todos mis escritos es inmediato e impaciente; a éste, sin embargo -junto a otra docena escasa-, le tengo un aprecio especial a pesar de sus imperfecciones apabullantes. Quizá porque me refresca una escena llena de ternura y los ojos chispeantes de Patricia llenando de destellos azules la penumbra del salón. De esto hace ya veintitantos años.


Acababa de llover. La tormentilla estival dejó cuatro gotas y una tarde fresca, luminosa, bajo las escasas y esparcidas nubes que, rezagadas, aún colgaban del terso cielo azul. A Patricia líquida, amiga del agua, le faltó tiempo para echarse a la calle a pisotear los escuálidos charcos y los regatos cuyo escaso y tímido ímpetu, liberado ya de las zurrapas obturadoras, corrían laderos a las cintas de las aceras hasta las alcantarillas. El aire se llenó de trinos caóticos y alocados revuelos sin rumbo, y los árboles del cercano convento de las Charitas asperjaban, a grandes bocanadas, un intenso y aséptico aroma. A Patricia, seria, niña, le gustaba curiosear, descubrir los nuevos colores de territorios antes prohibidos, dar vueltas a manzanas aún no exploradas por su vivacidad infantil. La procelilla ha facilitado la siesta. Una manada de chavales, hiriendo con sus graznidos la tarde, corre la calle de cabo a rabo sembrándola de consignas lúdicas. A Patricia inquieta le gusta entrar y salir de casa, y pedir, y buscar, y hacer de repente un silencio y huir a remotos pensamientos escabullidos por una madriguera improvisada. Patricia no juega cuando eso implica renunciar a los descubrimientos, a las sensaciones que, sabe, la esperan en cada recoveco de la aventura. Vuelve a sonar el timbre de la puerta. El abuelo se ha quedado dormido, con su cansancio ceñido, frente al televisor, frente a una corrida de toros que hoy es aburrida, nada excepcional. El ruido no le molesta ni le sobresalta; conoce los pasos de su nieta, se recrea en ellos jugando, quizá, en la ensoñación y sonriendo levemente como cuando la niña, sentada en sus rodillas le encaró por primera vez la palabra "belo" babeando, con su boca mínima encarnada y llena. Patricia, algo pecosa, no desiste, jamás renuncia. Entra de nuevo como un torbellino desatado, arrasando hasta el patio, pidiendo sin resuello una caja de cartón. La abuela, condescendiente, le pregunta para qué y Patricia, ilusionada y pletórica, abre sus manitas regordetas y sonriente, clavando sus ojazos azules en los ojos acariñados de la abuela, sólo dice "para mis caracoles".

26/10/2011

Servicios Públicos... De empleo.

El error conceptual es una característica muy calada en los españoles. Tanto que, a veces, no es preciso desarrollar o establecer un concepto para asumir el funcionamiento, por ejemplo, de una organización o de un sistema. Basta con que alguien derive una responsabilidad, endilgue a otro una parte de sus funciones, para que automáticamente quede exonerado de dicha función y pase a ser trabajo o responsabilidad de la otra persona de manera indefinida. En la administración española eso está a la orden del día: el peso del papeleo siempre recae en el administrado porque los administradores se lo traspasan caprichosamente y, una vez aceptado, ya no hay vuelta atrás.
Anoche en un debate (los debates, o tertulias, es lo que tienen) me dí cuenta hasta qué punto nadie es capaz de razonar más allá del ámbito en que quiere que prevalezcan sus opiniones.
Saltó al ring la especie polémica surgida entre P.P. y P.S.O.E. sobre las prestaciones por desempleo. Rajoy las va a eliminar o modificar, según Pérez; eso no es cierto; de todas formas... En fin, todo eso: unos acusando de lo que aún no ha pasado y otros defendiéndose de lo que aún no han hecho.
Sin embargo, como siempre, en un momento determinado a alguien se le enciende la bombilla de la "genialidad" y decide que con su idea -muy extendida, por cierto, entre la derecha española- queda puesta la pica en Flandes y el dedo en la llaga: el problema es que hay mucho caradura que además de recibir la prestación tiene otro trabajo que no declara y hay mucho sinvergüenza que ni se menea con el ahí me las den todas.
"Claro -el moderador entra al trapo sugiriendo otra genialidad de cosecha propia-, es que lo lógico sería dar la prestación sólo a aquellos que demuestren que están buscando activamente empleo". Y, entonces, se opera el milagro y todos asienten unánimemente.
No hace falta decir que no todo el mundo tiene la misma capacidad ni los mismos recursos para buscar empleo, ni siquiera la misma facilidad ni las mismas oportunidades y que en cada persona concurren circunstancias que le hacen distinto y diferente a otro también en ese aspecto.
Sin embargo, lo más llamativo es "a quien demuestre que está buscando activamente empleo". Ahí está el error conceptual. La administración, para su mayor gloria y comodidad, ha extendido la idea de que es el desempleado quien tiene la responsabilidad de buscar denodadamente trabajo y así lo digerimos sin descerrajar un solo pero.
No. El parado busca empleo porque lo necesita y, sobre todo, porque la administración es INEFICIENTE, nula, PASIVA. La administración ha derivado, deslizándolo muy sutilmente, la obligación de buscar trabajo en los desempleados y nadie ha puesto el grito en el cielo. Porque lo suyo es gritar hasta desgañitarse. Los servicios públicos de empleo, a los que se les PAGA para eso, están precisamente para buscar y gestionar el empleo, NO PARA PONER UN SELLO CADA MES EN UNA ESQUELITA. Los servicios públicos de empleo NO ESTÁN para vivir del cuento y ceder una parcela regada con el dinero de todos a las agencias privadas que son ya las únicas medio eficientes a la luz de los datos arrojados por el propio Ministerio. Cada servicio público de empleo ESTÁ PARA BUSCARLE TRABAJO AL DESEMPLEADO, no para que el desempleado haga el trabajo de los funcionarios de los servicios públicos de empleo: si no están para eso, para buscar y gestionar y administrar las ofertas, ¿para qué están? SI EL PARADO TIENE QUE BUSCARSE SU EMPLEO HACIENDO LO QUE SE SUPONE ES, PRECISAMENTE, LABOR DEL I.N.E.M. Y TODOS LOS DEMÁS, ¿QUÉ SENTIDO TIENEN LOS SERVICIOS PÚBLICOS? ¿POR QUÉ SE PAGA A TODA ESA GENTE? Porque para sellar tarjetitas no hacen falta unas máquinas administrativas tan monstruosas e inoperantes. Eso sí que es percibir todos los meses un goloso y suculento subsidio: por no trabajar en el paro.
No. Definitivamente, no. El servicio público de empleo está para buscar trabajo a los desempleados y no para que estos lo busquen. Si esa, la de buscar trabajo a los parados, no es su función, elimínese; empiécense por ahí los recortes.

25/10/2011

Somos tres

La albada invernal es lenta y tardía.
Los dos se levantan cuando la primera luz entra por las últimas rendijas francas de la persiana. Entonces se izan enérgicamente y vienen.
Se tumban junto a mi, uno a cada flanco. Susurran y ríen, sin estrépito.
-Vamos a despertarle.
Se acomodan, buscan la mejor posición para descargar sus besos y para recorrer mi espalda con sus dedos tiernos. Finjo seguir dormido mientras les observo con los párpados entornados. Dejo escapar un gruñido y vuelven a reír tapándose la boca para no sobresaltarme con el ruido. Luego, una oreja, la boca, otros besos. Me remuevo súbitamente y respingan. Ya no amortiguan la risa.
Hago con que me despierto sorprendido y dejo que se abalancen sobre mi en una guerra abierta de cosquillas y de besos.
Siento su cariño dentro, muy hondo, casi doliéndome...

24/10/2011

...Del cristal con que se mire.

Debería apreciar, y valorar en su justo precio, estos días insulsos que pasan sin pena ni gloria, que pasan por delante bajo el empuje de su propia inercia. Son días insensibles, sin emoción, y ahí radica su importancia: no anidarán en el recuerdo ni por lo bueno ni por lo malo.
No había caído hasta ahora; sin embargo, sí, debo estar agradecido por tener días como estos donde lo único reseñable ha sido la lluvia, una visita estimulada por el aburrimiento atroz, una lectura intensiva y una película vista por tercera o cuarta vez.
Frente a quienes necesitan rellenar su vida con una frenética actividad que les permita tener la ficticia sensación de estar vivos, reconociendo así su frustración, he preferido aceptar que lo importante no es saltar inútilmente tratando de coger una felicidad imposible, un espejismo, sino evitar el dolor y la amargura que conlleva la existencia.
Y disfrutar -aunque parezca excesivo- del breve instante de silencio que el mundo, tarado, me ha permitido.

13/08/2011

¿Positivismo?

No sé lo que pasa en el mundo. Desde hace unos días (desde que llegaron mis hijos) apenas me entero de lo que pasa en este lamentable planeta. Por desgracia, la consciencia de que hay cosas que no cambian, que no se eliminan, que no se superan, que no se reparan, está ahí.
Sin embargo, esas informaciones crispantes del entorno inmediato de repente han desaparecido. No se han esfumado por arte de birlibirloque sino porque el interés, mi interés, ha cedido a una prioridad más suculenta y gratificante.
Hay, es cierto, salpicaduras que permiten mantener un delicado vínculo con aquella realidad, mantener el equilibrio de correspondencia social cuya ausencia nos convertiría en anacoretas funcionales. Pero, sólo son eso, salpicaduras: una imagen fugaz con palabras ininteligibles del candidato Pérez; una estremecedora, aterradora aparición del candidato Rajoy; las medusas playeras; un violento día londinense... De no ser por esas minúsculas motas, estaría desprendido de ese mundo.
Lo más sorprendente es que no lo hecho de menos. No hago nada por mantenerme informado, actualizado; no hago nada por enterarme de las cosas importantes que pasan en mi entorno porque las cosas importantes, más importantes, ahora ocupan toda mi atención y me acaparan hasta el éxtasis y la extenuación.
Digamos que no soy feliz pero lo parezco...

12/08/2011

Hojas caducas

La idea de Dios, su existencia, nunca me ha atormentado. Al menos no lo suficiente como para desvelarme. No ha sido nunca una obsesión dramática; sí, sin embargo, una constante persecutoria relativamente testaruda.
He sido incapaz de concebir (y comprender) al Dios asediado por las religiones; a un Dios presentado desde razonamientos defectuosos y que cargaba contra el hombre incomprensiblemente. Así continúo.
La duda me hizo pensar y quizá, como a Larry -el espléndido protagonista de El filo de la navaja-, buscar entre todo este desbarajuste una luz, un atisbo de sentido en el caos ciego del que nos nutrimos. He indagado lo suficiente para saber que no hay que indagar, que el alcance de nuestras miserias no se resuelve con un falso convencimiento por mucho que ayude a soportar el tránsito obligado. Al final, todo se reduce a un sencillo "no sé" o a una íntima persuasión que en ese ámbito debe quedar porque su validez se ciñe a lo personal y a lo imperfecto.
De todo, la única conclusión que he conseguido extraer sin dolor, sin rencor, es que SOMOS DEMASIADO PEQUEÑOS COMO PARA QUE NO HAYA ALGO MUCHO MÁS GRANDE. Sea lo que sea. Somos motas de polvo, microbios dentro de otro microbio que vive dentro de otro microbio... Esta certeza me infunde un cierto valor (o me extirpa el miedo) para afrontar un destino inamovible, inexorable. Sigo sin saber de dónde vengo, qué hago aquí ni adónde voy. En ese entretanto de hojas caducas, cuidado: nadie tiene nada -en realidad- que perder... Y yo menos.

Norte y sur: publicidad

Pocas veces le damos al lenguaje la importancia que tiene. Tanto es así que con frecuencia nos pasa desapercibida la influencia que tienen las palabras sobre nosotros. El lenguaje nos condiciona y repercute, aunque no lo creamos, en nuestra imagen y en las de los demás.
Acabo de ver, otra vez, el anuncio (spot) de Cruzcampo; ese del "cerebro se divide en norte y sur". Recuerdo que la primera vez que lo vi el surfista, eufórico, afirmaba: "yo iba para ingeniero". Pues bien, a lo largo de este verano no sólo se ha arrepentido sino que, además, ha terminado la carrera. Lo sé porque ahora, cuando se lanza ufano al agua en busca de la ola perfecta (se supone) y rebosante de chispitas de sabrosa adrenalina, el mismo surfero asegura ahora que "soy ingeniero".
El cambio operado en la sugerencia publicitaria se debe a una cuestión de imagen. En el primer anuncio, la imagen de este tipo era la de un vividor díscolo, poco más o menos, dedicado a una vida irresponsable y libertina, sin compromisos salvo el que tuviere consigo mismo: es el tipo del, con perdón, me la suda. En el actual es un hombre con cierto nivel intelectual que practica deporte: es un hombre completo; el tipo que desearía cualquiera suegra...
Tan simple como eso: yo iba para (pero me quedé en el camino porque...) frente al yo soy con todos sus atributos y el prestigio y reconocimiento (esfuerzo...). Y es que la imagen del cervecero no puede ser la de un vivalavirgen sino la del refinamiento y el compromiso. Hay más cosas: la felicidad, la forma de desenvolverse... Pero, de momento al menos, quedémonos en esa cuestión tan trivial.

27/07/2011

POLITOMAQUIA

erdonen, señores políticos (y otros discípulos de Caco y Gestas crucifijo), si -como Rodríguez Zapatero al paso de la bandera yanqui- no me levanto respetuosamente ante vuesas mercedes y si lo hago, más bien y al contrario, es como ciudadano empachado de su verbo taimado y zalamero; pues, no me queda ni cuerpo ni otra.
Sí, me limita la opción (o la acción) bien el ver más de lo que ven los demás -de la "mayoría" hablo- o bien, así igual de desgraciadamente, el no alcanzar más allá con esta mi entendedera obstusa.
El caso y cuestión es que con la que cae, y lo que queda en la recámara, sigo sin comprender el empeño feroz, atroz, de enclavarse en el sillón y dedicar a esa innoble misión todo su empeño, afán y voluntad. No doy con la clave de una fe más preocupada de allegarse el poder, el privilegio y la impunidad (intenciones más propias de tiranos) que de procurar amparo y remedio al pedrisco crítico que nos abruma; todo como los honestos servidores de la cosa pública (elido deliberadamente el latinajo "res" para evitarles la segura confusión) que se supone -aunque ya sabemos que no es cierto- son.
Cada día, leyendo a los tirios y a los troyanos, observo que me queda mucho por aprender. Y uno de los enigmas que extenúan mis precarias meninges es un terrible por dramático "¿cómo es posible (en todos los aspectos) que ustedes, en contra de las leyes de la física conocida, puedan moverse tanto sin desplazarse un micrómetro del mismo punto?"
Mientras nos entretienen con su fingida pelea nuestra atención se dispersa, se aliena y huye de la realidad que palpita bajo la mascarada. Es natural: estamos acostumbrados a derrochar nuestra concentración en los cultivos más refinados que nos proponen a diario los nuevos ecos de s(u)ociedad.
Ya ha quedado claro que no quieren apearse del poder, que no tienen intención alguna de remover obstáculos, de dotar al ciudadano de resortes cuestores con que fiscalizar sus actos y censurarlos con la consiguiente acción legal. Y el pueblo, necio, cobarde, acomodado, traga; tragamos. Han conseguido convertir un sistema con vocación demócrata en un régimen feudal cuyo gobierno interpares ostentan, sustentan y detentan, ustedes. Un régimen feudal en el que no permiten injerencias y mucho menos del pueblo al que han conseguido allanar unas veces por la mentira, por la fuerza otras y por el desuso o el decaimiento de su prerrogativa soberana las más.
Esa inclemencia política que se traen entre unos y otros es postiza. Algunos lo sabemos. Sus peleas, señores, son estrategias conscientes y perfectamente estudiadas. La manipulación de las masas no es novedad y sus aprendices de Goebbels lo saben y lo aplican bien. Y esa es su mejor argucia. Sí, porque su mejor baza, señores políticos, es el enfrentamiento (provocado) de la población; azuzar a unos contra otros dejándoles creer, a la vez, que todo es fruto de su libre y facunda volición, de su opinión formada en el criterio y la madurez. Enfrentarnos como si todo el despliegue de ladridos para dirimir a qué huelen las nubes fuera fruto de nuestro más íntimo convencimiento. Y en lo que nos desfogamos, ustedes se arrellanan en sus sillones y esperan la generosa nómina que entre todos les aprontamos, que les permite llevar a sus hijos a colegios selectos, comer bien y todos los días, tener coches y casas lujosos y confortables, mientras dos esquinas más allá alguien, venciendo su vergüenza, rescata la gallofa miserable con que alimentará a sus hijos porque en su hogar no entra un céntimo. Y no entra gracias a ustedes, holgazanes, que poco les importa cómo sobrevive la gente: si no se mueren de hambre en la calle es que comen, parece ser su razonamiento.
Ni siquiera eso puede ser lo peor. Lo peor es la realidad irreal pero impuesta que viven, señorías; la Jauja depurada, la Arcadia fausta que les permite robar y salir indemnes porque las partes nobles del cuerpo comulgan de la misma corrupción y se protegen entre ellas.
Hace tiempo alguien inventó el concepto "responsabilidad política" y encontró la panacea. La desfachatez del término les permite eludir toda acción, toda ejecución externa y judicial apelando a un ámbito exclusivamente moral o ético en sus actos: ancha es Castilla. Ustedes vosotros, políticos, la panacea; nosotros, la vaselina y el placebo. He ahí uno de los principios erróneos y de las causas de la corrupción estructural que ha gangrenado el sistema; un sistema que de democrático ya sólo tiene el alias y cuya putrefacción ha contagiado, generosa e inevitablemente, a todos los estamentos; sobre todo a las administraciones públicas y a la "justicia". Un sistema cuya deriva poliárquica ha permitido y favorecido -gracias a su sumisión de ustedes y a sus deudas de tahúr, señores políticos- que sean los centros de poder económico, los bancos y las empresas, quienes determinen las normas del juego y dominen, así, al legislativo, al ejecutivo, al judicial y al "cuarto".
Os tuteo. Nos habéis hurtado el poder y la decisión, el gobierno. Al socaire de "la historia nos juzgará" quedáis exonerados de vuestros delitos... ¡Qué envidia, Islandia!
El problema, ya os lo hemos repetido hasta la saciedad, sois vosotros. No como clase, no como opción. Vosotros como "representantes", todos y cada uno de vosotros con vuestras pilas y apellidos, concretos, identificables. Vosotros, suplantadores; los mismos que de la forma más artera, ruin y grosera, tratáis de desplazar nuestros vapuleados criterios protagonizando una bufonada, envolviéndonos con patrañas provocadoras de una duda razonable y absolutoria en los cerebros enmohecidos.
Tengo la impresión de que sólo se os puede despegar, desafortunadamente, con la fuerza porque fuerza es la que usáis para manteneros. La fuerza del dinero y la fuerza confusa, mercenaria, de quienes yerran al prestaros a vosotros el auxilio de un atributo y una investidura que les ha conferido la sociedad, y no vosotros; de una fuerza que aplican en vuestra defensa arbitrariamente pensando que dependen de vosotros y no que se sustentan y se deben al pueblo soberano porque forman parte de él.
Por mi parte, habéis ganado. Viendo cómo se desarrolla la escena y cómo el público se desencaja y descarna las palmas aplaudiendo la entrada del bobo en el entremés, poca esperanza me queda de ver cómo las aguas se encauzan a su natural por definición: democracia.
Una democracia desvirtuada por vosotros, violada por vosotros, prostituída por vosotros caciques de mal agüero. Una democracia parcial y sesgada que sólo invocáis en aquella parte que os beneficia mientras escamoteáis aquella cara que os resulta inconveniente.
Habéis ganado; todos. Habéis ganado porque la ignorancia de un pueblo es la mejor arma de chalanes y tiranos. Pero, sí quiero dejar claro que a mi (y a otros pocos) no conseguís engañarnos... Aunque no sirva de nada; al menos de momento.

24/07/2011

Mucha mierda...

Estaba esperando. Desde que me enteré (casi inevitablemente) del "accidente" de Ortega Cano, me preguntaba cuánto tardaría Tele5 en organizar su tinglado sacamierdas y buscaudiencias, en desplegar toda su estructura en pro del beneficio económico a costa de hurgar en la miseria de un hombre y en el dolor de una familia que espero -lo deseo de todo corazón- no se haya sometido al sucio juego de esta cadena y haya tenido el criterio y la dignidad suficientes para no participar en su pestilente pantomima televisiva.
Pues no ha tardado mucho. Hoy mismo he visto cómo anunciaban ya su programa de "investigación". Sin ningún pudor, sin recato ni miramiento.
No me sorprende conocida su escora permanente hacia el ensañamiento y el amarillismo impune. Cualquier cosa por dar carnaza a una audiencia enferma gracias a una programación enferma procurada, presentada, jaleada, coreada y vociferada por toda la soez y enferma verdulería del barrio.
No me conmueve, lo reconozco abiertamente, la desgracia del torero. Tampoco me alegro de ella viendo el rastro que deja. Me conduelo de la familia del diestro caído y de la familia atacada por la muerte injusta que ha visitado su solar. Pero, hasta eso tiene un límite. Si los familiares del amortajado son capaces de participar en la farsa, para mi dejarán de merecer el respeto que se les debe.
La vida es así. Todos caemos, antes o después. En el entretanto, es cada uno quien decide la forma de caer: sin hipocresía y con nobleza o siendo parte de la mierda removida. ¡Allá tú! ¡Allá cada uno con su conciencia!

17/07/2011

La vida muerde. Muerde y agota. Demasiado tiempo esperando el aire. Sé que ahí, allí, se resuelve un horizonte. Pero, las llagas inquietan más que el destino y que la noche. La noche no es el sueño. El sueño es un pliegue analgésico en la página absuelta de un libro abrumado.
Volveré a llamar. Una vez más. De nuevo, el silencio que agita el pulso y crispa las uñas sobre las palmas anhelantes de las manos. Después, el deseo empuñado elevado a Dios...

16/07/2011

No es el corazón. El corazón sólo late; sólo mantiene calientes las palabras. Es en su alma atroz donde anida el odio. Y de odio se nutre. El odio la mantiene viva porque sólo odiando se siente viva. Necesita el odio para llenar el vacío estremecedor, inconmovible, de su esencia.

12/07/2011

Se recrudece. Al parecer, la crisis se encona a pesar de la unánime voluntad de conjurarla. Los países "hacen sus deberes" y, aun así, el caos económico persiste. Las causas, después de oír a unos y a otros, son de lo más variado y los culpables, después de oír a unos a y a otros, rematan en una conclusión estremecedora: los ciudadanos y su consumismo, su imprevisión, su querer vivir por encima de sus posibilidades.
Trasladar (como hacen en Intereconomia) la responsabilidad a la población y exonerar a los bancos -de quienes esa emisora espera, sin duda, "favores" que le permitan seguir emitiendo- es obsceno además de mentira (no incierto ni falso: mentira).
Las empresas (entre ellas las de construcción) buscan, por definición, el mayor beneficio en el menor tiempo posible. Para eso, los bancos en concreto, siempre han inventado nuevas fórmulas que disfrazadas de generosidad hacia sus clientes han vulnerado la ética más elemental. Productos que, siendo en muchos casos de dudosa legalidad, han modificado a su gusto los criterios establecidos en economía. Han creado nuevos conceptos que, como siempre, son axiomas. Nadie vigiló. La ciudadanía se quejaba de las incomprensibles e insostenibles subidas de precios que les obligaba a pedir créditos no para consumir más sino para sostener lo que se tenía: la caldera que se rompe, comer, la hipoteca/alquiler, la revisión del coche, las fotos para la renovación del carnet... Quienes tenían algún dinero o alguna propiedad quisieron hacer también su agosto y obtener cacho de la "oportunidad". El alquiler medio de una vivienda, por ejemplo en Madrid, es de 1.200 euros; el sueldo... Ya se sabe.
El consumo estaba asegurado y aseguraba la desproporción porque fluía el crédito incentivado y programado por los bancos al respaldo de un trabajo que se esperaba seguro para que continuara generando esclavos deudores y eso se aprovechó de la manera más inmoral y abyecta. Mucho más en un mercado en el que la colusión (tácita o no) es una práctica que disuelve en absoluto cualquier conato de aplicación de la "ley de la oferta y la demanda". Esa práctica de precios concertados, descaradamente vigente, se sigue permitiendo como se permite la usura o el pagar por servicios o productos no consumidos. Tal es el poder las empresas (grandes) frente al poder soberano y, de ahí, en cascada.
Añadamos a estas conductas, otra a la que los fabricantes nos han abocado: la obsolescencia. ¿No es irónico -o paradójico- que resulte más barato cambiar una lavadora que repararla? Pero, claro, para reparar la lavadora en vez de cambiarla, lo lógico es que el técnico me cobre menos (permitiéndome una amortización razonable de la máquina) de lo que me cuesta un aparato nuevo, a estrenar, y no que sólo por el hecho de "verla", por "desplazarse" (como si dicho desplazamiento no formara parte de su trabajo), el tipo me cobre ya, de entrada, 60 euros.
Hasta que se descubrió el pastel, la trampa y el cartón. Una trampa que, aunque descubierta, sigue indemne y los tramposos, libres.
Hay mala praxis. Unas prácticas viciadas que además se contagian: ¡pues no se inventan -por ejemplo- el seguro y la operadora de telefonía una cláusula aplicada por los bancos (de manera irregular) y que no figura en sus contratos y que, además sería abusiva entre otras muchas que también tienen y a las que nadie persigue de oficio! Y lo peor es que esas mismas "comisiones" (ilegales) las aplica la propia administración. Porque la administración forma parte de la misma corrupción. Porque la administración alienta la corrupción y a la vista está, demostrado con independencia de que los jueces y los fiscales, partícipes del tinglado, exculpen o hagan la vista gorda.
La conclusión, mi conclusión, es que todo el sistema está corrompido de pies a cabeza y que es esa corrupción la que ha permitido la crisis y la que la va a mantener

09/07/2011

Un gozo en el alma... ¡Grande!

espués de ver la euforia con que salen los pesoístas de su ceremonia de coronación; luego de oír sus exultantes loas pletóricas de fervor; tras de ver cómo (Rubal)calaba en los prosélitos y catecúmenos del nuevo orden la fase de exaltación de la amistad y el místico ayuntamiento con su aclamado candidato, Pérez, no me cabe duda: no han estado de congreso; han estado de ejercicios espirituales.
Tienen todos los síntomas: caras y almas resplandecientes tras contemplar, auxiliados por el lumen gloriae, el rostro de Pérez; locuacidad desbordada, cursi y beatífica sembrada de adulaciones y otras gaitas; sonrisa gozosa, satisfecha, orgásmica...
Han encontrado la luz. Se han encontrado a sí mismos en una jornada tan intensa y emocionante, tan sublimada por la plenitud espiritual, que sólo les ha faltado salir entonando aquello de "yo tengo un gozo en el alma, ¡grande!"
También es verdad que los reclinatorios van a empezar a moverse y quien más cerca esté del confesionario o de la sacristía será el que reciba la mejor hostia...

08/07/2011

La crisálida

uere Pérez (el vulgar Pérez) y nace Rubalcaba. Muere el pluriempleado político, sospechosamente polivalente, y nace el candidato menos gusano y más mariposa, más sofisticado. La transformación en el interior del capullo se ha producido y como un resucitado, como quien vuelve de la muerte, conoce los misterios que rodean a los hombres. Ha accedido a la sabiduría absoluta y sabe las respuestas a los problemas que nos acucian. Pero, no las va a decir: ¡os chincháis!. Él que, junto a otros, se quejaba de que su mediocre oposición no supiera ni contestara a las medidas a tomar para salvar la crisis, para fomentar el empleo, para reactivar la mutilada y maltrecha economía del país y sus íncolas, ahora practica lo que denunciaba. Es ley de vida política. Sigue en el gobierno, hasta mañana al menos; sigue en el gobierno tras el alarde de saber cómo se endereza el entuerto pero negándose a aplicarlo incomprensiblemente. Será para que el P.P. no le copie y luego, caso de que accedan al poder, se lleven ellos la puta gloria.

02/07/2011

A partir de mañana...

ada día me resulta más difícil escribir. Quizá porque no tengo nada qué decir o, quizá, porque a mi manera ya lo he dicho todo. Puede, también, que por fin me haya dado cuenta de mi falta de talento a pesar, muy a pesar, de los ánimos condescendientes de un espléndido grupo de amigos cuya inquebrantable paciencia lectora mantiene, si bien en la cuerda floja, mi precaria palabrería.
De la misma manera podría ser que, sumándose a la carencia de facultades, anduviera por ahí enredado un hastío determinante, severo. Un hastío preñado de descontento, de desilusión, uno de esos que agalbanan el espíritu con un poderoso desafecto llenándolo de angustia y amargura.
La realidad es pertinaz. La realidad llueve sobre las esperanzas y las arrastra, embarradas, hasta las desembocaduras de la nada. Luchar contra eso, escribir contra eso es faena de ilusos. No por la realidad en sí misma, dinámica y modificable; sino porque viene impuesta por hombres, por un grupo poderoso que implanta al resto la circunstancia que ha de acarrear suplantando a la que podría ser, a la que debería ser.
Miro, con frecuencia, hacia atrás, al pasado, y veo que apenas ha cambiado nada. En el hombre, digo; a sus conductas, usos y costumbres me refiero.
Visito mucho a los clásicos del de Oro. Fatigo con fruición, sobre todo, a don Francisco y a don Félix y de ellos, en lo que puedo, extraigo cuanto jugo soy capaz de absorber aunque mi cántaro, lleno de agujeros, enseguida se vacíe y vuelva yo a ese estado inicial de "panfilez" absoluta e irremediable. Quedan, eso sí, algunos resabios, zurrapas amargas inconmovibles que alientan la comparación de los tiempos.
Lope me lo repite con incansable afán:
"Dos polos tiene la Tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero".
Y atiendo a sus palabras y las rumio y comprendo que todo esto y más me lo dijo (nos lo dijeron) hace siglos y sigue vigente. Habla del nepotismo y del poder del dinero. Comprendo, entonces, la resignación ancestral, la inercia atávica que enseña a convivir con la ira contenida... Y no lo comparto.
¿No lo comparto porque no lo entiendo? Tal vez. Reconozco mi ignorancia. Y mi limitada capacidad de comprensión.
Y entiendo que esa limitación modifica mi visión y mi versión del mundo, la realidad que percibo. Ese error me hace perder la perspectiva, o el enfoque, y me empuja a intentar el noble arte del silencio.
Sí, debo callar por prudencia, por sentido común; porque no procede enjuiciar desde la más absoluta necedad las afirmaciones de la pléyade de sabios que me aleccionan cada día a pesar de mi irredenta "distracción" o ¿será abstracción? ¿O ninguna?
Columnas sapienciales que me dirigen hacia la correcta interpretación de esa realidad de la que abomino y que repudio por parecerme impostora. Me lo explican una y otra vez mientras yo me empecino, bruto inconsecuente, en ver molinos donde hay gigantes. Me lo explican una y otra vez y yo, testarudo, acicato a mi famélico rocín e intento embestir, junquillo en ristre, al poderoso Golías; intento, vano empeño, acometer contra la fortaleza con una pompa de jabón, ingrávida y sutil. Todo por un daltonismo procaz emanado de mi inexplicable discrepancia.
Y, para colmo, soy un desagradecido. Debería hincarme de hinojos ante esas fontanas del conocimiento e implorar su devastador perdón mil veces mil.
Pero, no. Yo no. Yo reincido. Sale uno de esos pilares y me asegura que la ley está para cumpirla y le pregunto que por qué si veo a mi alrededor todos los días cómo esa premisa se la pasa él (y sus iguales o similares) por el arco del triunfo y alego, además, que una ley no puede estar por encima de la justicia, que si se hubiera seguido a rajatabla esa proposición aún estaríamos bajo la ley romana o... O sale uno de esos pilares y me dice que el cauce para reivindicar el cambio de reglas de su juego amañado es desbancándole en la mesa. Omite, por supuesto, que la baraja es mía y que soy yo el que debe decidir quién juega y quién no, cuándo debe juegar y cómo debe hacerlo porque está apostando con mi dinero y, además, soy el dueño del casino: no él. Lo omite y me obliga a abandonar mi propia sala. O sale uno de esos pilares y me descerraja, contundente, que la culpa de la crisis la tienen los ciudadanos porque vivieron por encima de sus posibilidades y no los bancos que subieron, desproporcionadamente, el precio de la vivienda, que practican la usura descarada y ruin; ni los mercaderes que equipararon el todo a cien con el todo a euro porque el equilibrio estaba en "una moneda por otra moneda" (aunque de valores distintos, se les olvidó decir) y también inflaron los precios obligando a solicitar créditos para mantener todos los pagos excesivos de las tarifas, de las comisiones, de todas esas pequeñas cosas y rutinarias que no contamos pero que están ahí, que hay que mantener mientras bombardeaban con el consumismo y así hasta el infinito y más allá pasando por el despilfarro de las administraciones, por el latrocinio impune de los "representantes"...
Pero, estoy equivocado y ellos tienen razón. Es lamentable que gente como yo ponga en duda su honestidad.
No comprendo el mundo. Debo admitirlo y renunciar a mi escandalosa insistencia que en nada ayuda. Debo asumir los argumentos de los sabios sin rechistar. Debo dejar de dudar de sus palabras horras. Debo inclinarme ante ellos y pedirles perdón y quedar satisfecho con sus verdades que son universales y absolutas. Lo que ellos digan va a misa. Si, debo someterme humildemente a su criterio y a sus filigranas y dejar de enredarme en absurdas revoleras. Debo empezar a callar... Sí: mañana empiezo.

21/06/2011

Con la misma bala...

s voy a contar una historia. No: la voy a resumir.
Hace muchos, pero que muchos años, un hombre fue detenido. Se le acusaba de blasfemo y de no cumplir con la legalidad vigente. Pedía un nuevo orden, una nueva estructura, unas nuevas leyes. Fundó un movimiento ilegal que durante mucho tiempo hubo de desenvolverse en la clandestinidad porque tanto la pertenencia a dicho grupo como sus manifestaciones públicas y acampadas estaban prohibidas. Se les persiguió por revolucionarios, por pretender la implantación de una nueva sociedad que creían más justa y fraternal. Chocaron, sin embargo, con las leyes imperantes y con el argumento "sólido" de "la ley está para cumplirse". Desobedecieron convirtiéndose, pues, en delincuentes. Poco a poco ocuparon las calles; salieron a manifestar sus convicciones a sabiendas de que serían sometidos a procesos penales. ¡Pero, eran "ilegales"!
Una secta del judaísmo, subversiva, se convirtió en una religión universal a pesar de la intransigencia y transgrediendo la norma establecida.
Esa secta religiosa es la que ahora, en España, agita la grímpola del maniqueísmo barato y acusa de "ilegales" a quienes buscan la palabra y la justicia. ¿Qué poco conocen su historia? ¿Qué poco recuerdan sus orígenes delictivos? Porque su mismo argumento es el que me sirve para disparar el mío: con su misma bala.
De las catacumbas han pasado a las cadenas de televisión y a las emisoras de radio. Se han convertido -al parecer- en el sanedrín corrupto y severo que les acusó, en los fariseos hipócritas que pedían el cumplimiento inexcusable de la ley. Tendrán que volver, aplicando su criterio, al redil judaico y disolver el cristianismo: es lo lógico; es lo justo.
Al parecer, todos somos ilegales... ¡Qué grata sorpresa!

16/06/2011

Mala memoria

o recuerdo (verbo exagerado en mi a todas luces) bien la Historia. Se me mezclan -cuando consiguen llegar- acontecimientos, fechas, definiciones y actitudes.
Tanto es así que ya no me acuerdo si entre los calificativos asignados sobre todo a los jefes predominantes de los hechos históricos figuran, como escalofríos sacudiendo la esquena desprevenida, palabras tan malsonantes como "subversivo", "sublevado", "levantisco", "levantamiento", "alzamiento", "clandestino", "revolución"... Casi todas (hay muchísimas más) dejan un rastro acibarado: el de un pueblo humillado y sometido.
Lo admirable, con independencia de que triunfaran o no las asonadas y sediciones, es que en la mayor parte de los casos la Historia (los historiadores y el pueblo lector) justifica estos actos y los ensalza como actos nobles, lógicos y necesarios. El argumento lo podríamos resumir en algo así como: "LA LEY ES IMPORTANTE PERO LA JUSTICIA LO ES MÁS".
Así, llegamos a la conclusión (acertada o no pero, en todo caso, defendida por cada sector simpatizante) de que, por ejemplo, la insurreción que origina la independencia de las colonias norteamericanas de la corona británica, o las posteriores réplicas en las posesiones españolas, o la revolcuión del 17 en todas las Rusias y tantos ejemplos más no eran sino desenlaces obligados. Y no sólo los vemos bien, sino que los ponemos como paradigmas de la lucha de los hombres contra cualquier tiranía por mucho que revista su aspecto de demócrata. Hasta tal punto que incluso aquí, en España, hay revisionistas que con buen criterio o no -ahora eso no me interesa- jalean la detonación fratricida del pasado 36 argumentando una democracia imperfecta y corrompida, el hartazgo del pueblo y mil cosas más. Curiosamente, los mismos que defienden aquel pronunciamiento ILEGAL (como lo fueron todos los demás desde Bolívar a Lennin, desde Robespierre hasta Zapata pasando por todos los demás) son quienes ahora censuran a una parte importante de la ciudadanía y apelan al escrupuloso cumplimiento de unas leyes que, entre otras cosas, son las que impiden cambiar las leyes.
El hombre es hipócrita por naturaleza y la sociedad le perfecciona -en la hipocresía, se entiende-. Cuando en Venezuela Chávez "desmonta" una conspiración demócrata para apearle del poder, aquí hay medios de comunicación que no tachan de "ilegales" a quienes pretenden restaurar el antiguo régimen venezolano. Antes al contrario les dan cancha y pábulo. ¿Por qué no les tildan con el ampuloso adjetivo "ilegal" y les exhortan a deponer su actitud y a seguir los cauces establecidos por la dudosa "legalidad" impuesta por el "Mono rojo"?
Ya. Lo justo es siempre lo que uno defiende y lo injusto todo lo demás; sobre todo cuando nos van privilegios en ello.
Veo lógico que tanto políticos como medios defiendan la disolucion del 15M. Se deben a los bancos que son los que pueden, agradadecidos, sostenerles económicamente. Los bancos no pueden permitir que este virus de libertad y justicia se extienda y contagie a más población porque esta en juego su imperio, su poder, sus beneficios astronómicos.
Los políticos, además, no pueden permitirse el lujo de un aumento exponencial de discrepantes (no con el sistema, ojo, sino con ellos -o ¿alguien ha visto armas en la calle?) que pueden removerles de sus poltronas de por vida.
Evidentemente, no es una cuestión de ser o no legales, sino de ser o no justos: de ejercer unos derechos conculcados con palabras hueras de charlatán, de gárrulo. Rodear un parlamento no es secuestrar y quien compare o equipare ambos términos estará mintiendo y, por ende, manipulando. Con todo, sería en defensa propia, la defensa de un pueblo al que esos señores le han secuestrado sus derechos. Pero, para desprestigiar y condenar al 15M todo vale y si una consigna no funciona, que arrecie el temporal: se busca algo más fuerte y contundente (¿a eso cómo se le llama?). Ahora, el contraataque se basa en una superposición que sólo se le puede ocurrir a algún idiota mediocre: ¡son iguales que los nazis de la Alemania de los treinta! ¡Así se empieza! ¿De verdad se lo creen? ¿De verdad esa es toda su capacidad de comprensión y análisis de lo que está pasando y de cómo, por qué, por quiénes, está pasando?

11/06/2011

Del cielo... Los clavos

on víctimas de su propia doctrina, de su "ideología" devastadora.
Se han desgañitado predicando la libertad de mercado sin intervencionismos y criticando la cultura/política de subvenciones y ahora, cuando la guerra intermedios se recrudece por las pérdidas de espectadores y lectores, acuden a la súplica desesperada, a la limosna facilona y a la mendicidad sin ceder una micra de su orgullo y su arrogancia pertinaces: "¡Es por la libertad y la independencia!"
Por la libertad y la independencia, sí, que grandes palabras.
Aplicando los criterios que defienden, lo lógico sería dejar que el mercado regulara y si Intereconomía ha de ser un cadáver más en el camposanto del periodismo, amén. Un  cadáver más abonando el yermo terruño patrio en donde yacen, por mor de la estolidez política y las veleidades empresarial y sindical de los "mayoritarios" y su incontenible afán de lucro, millones de seres que perdieron sus trabajos gracias a esos peculiares criterios de rancia vigencia y de ficticias libertad e independencia; criterios en donde la competencia/itividad impugnan cualquier rasgo humanitario ponderando la riqueza de unos pocos (plutocracia descarada en la que vivimos) frente al bien común y el progreso social. La crisis solamente ha sido una excusa llovida del cielo, oportuna, aprovechada por los domadores de un sistema injusto y desequilibrado que ahora pasa factura a quienes lo fomentaron sin pensar que ellos eran minúsculos engranajes; sin pensar que ellos, también, eran contingente a disposición y capricho de voluntades más potentes.
Como siempre, tomo el todo por la parte. En realidad hago lo mismo que ellos hacen en su irredenta manipulación informativa, lo mismo que ellos hacen viendo violentos (G. Serrano) y delincuentes (Losada, de la Granja, Dávila, Sinde, Díaz Villanueva, etc...) donde una mayoría de ciudadanos ejemplares ejercen su DERECHO de reunión, de petición, de protesta. Sin embargo, reconozco que la línea editorial y la opinión de cuatro energúmenos sólo es eso y que dentro de ese grupo hay instrumentos divergentes que facultan una cierta polifonía.
Quizá una diferencia sea esa: yo quiero que ellos "vivan" mientras que ellos (unos cuantos de ellos) pretenden la muerte y el silencio de quienes discrepan de su opinión rijosa y mojigata. Una opinión intransigente que se ha convertido en la zahorra que les empuja al fondo del abismo.
El mundo no es, ni debe ser, como ellos lo quieren pintar. Han abogado por una estructura que ahora, como Cronos desalmado, los engulle. Han criado cuervos y los cuervos son muy suyos...
Pero, no es bueno que el hombre esté solo como tampoco lo es que reciba, exclusivamente, la información sesgada de un único polo.
Yo, si hace falta, les cedo mi palabra y defenderé la suya ante cualquiera que intente conculcar su libertad de expresión y su derecho a ocupar un espacio en la comunicación; pero, que quede claro que su derecho a llamarme delincuente y salvaje no conlleva, adheridos, ni mi simpatía ni mi compasión.
Tal vez tengan que repasar sus esquemas ideológico-económicos y mandar al paro -entre otras cosas- a los cuatro cretinos que, dedicados a crispar los ánimos y a mentir parapetados tras una pantalla a la que no se puede responder, están hundiendo una nave necesaria para la pluralidad, a unos extremistas que dan la impresión de añorar tiempos remotos y que ocultan algo más de lo que se ve a primera vista. Seguro.

05/06/2011

Nueva generación de posguerra

a mala gestión de la "crisis" (no la crisis) y la permanente codicia de bancos y empresarios han modificado los hábitos de los consumidores. Mercachifles y algunos comerciantes cierran ante la inminente ruina: no se compra. Todo el entramado empresarial se ha resentido.
La gente no tiene para comer, menos para comprar, para darse el caprichito. Los que aún tienen, miran de reojo, sopesan y deciden: hemos aprendido el principio básico de la Economía, la elección. Y, con alguna variante, hemos aprendido el valor del céntimo que antes despreciábamos -esa monedilla inútil, molesta y que muchos se encargaron de eliminar de las fracciones monetarias de curso legal- y con él, la selección (a estimar y desestimar en función de la necesidad, no del antojo). Mucho más cuando hay que bregar en un extraño sistema mercantil en donde los precios siempre suben y rara vez bajan. La ley de la oferta y la demanda en este país es más que dudosa.
Con precios y tarifas concertados (en una infame y permitida colusión) y escandalosamente altos, el consumo se ha reducido (no el dinero, que todos sabemos dónde está) con todo lo que eso implica para el mercado y con todo lo que supone en el aspecto psicológico.
Se ha vuelto (al menos para cinco millones de desempleados y sus familias -súmense-) a la mentalidad de posguerra. Necesidad obliga, como la nobleza. Se impone la supervivencia por rigor, el buscarse la vida, el trapicheo para defenderse de una picaresca institucionalizada en donde la reina de picas es la propia administración mientras aumenta un largo rol de morosos en el que no figuran, incomprensiblemente, quienes más deben. En paralelo al aumento de la pobreza va la desconfianza en el futuro, en la incertidumbre del "nunca se sabe qué pasará mañana". Esa sensación de impotencia e inseguridad convierte a los antiguos consumidores -que aún "tienen posibles"- en seres relativamente mezquinos y reacios a gastar. La mercadotecnía se encargará de recuperar a casi todos; pero, lo más probable es que pasen un par de generaciones antes de que una inmensa minoría de aquellos, y sus núcleos familiares, vuelvan al redil consumista. Estos neoahorradores tienen una peculiaridad que los distingue de los otros: reducen y limitan al máximo sus constantes vitales de consumo. Eso convierte sus ahorros en una alcancía improductiva excepto para quienes ya vienen (con crisis y sin ella) sobrados: los bancos y sus clientes "vip" (¿será el apócope de "viper"?).
Toda alteración anormal de la economía conlleva, también, la creación de una generación de miserables, de desplazados socio-económicos que entran en barrena en la marginación. No encontrarán ubicación y subsistirán fuera de los cauces naturales de su entorno. Son desalojados que caerán en el olvido de políticos e instituciones, personas sin importancia a quienes se les excluirá sin justificación alguna y que ya no volverán a ocupar un puesto que quedará vacante. No tienen un perfil concreto y común; ni siquiera serán los menos capaces o los más indolentes o los "inadaptados". Es gente normal o incluso más preparada que la media-alta. Conozco algún caso. No dependerá de ellos, sino de sus veleidosas suertes y de la necedad de los hipócritas gobernantes más preocupados (como ya se está viendo otra vez) de sus lustres y sus intereses egoístas que de trabajar para sus "administrados". Todos estos que digo quedarán fuera del reparto y con una enorme soga quemándoles la gola.
Es cierto que hay que salvar distancias con los ejemplos y que no es un buen recurso establecer analogías porque, lo queramos o no, pertenecer a un ámbito político-económico más amplio permite obtener ayudas y tener balizas que flanqueen el camino a seguir (tanto el erróneo como el acertado). Sin embargo hay evidencias que sin llegar a ser calcadas, tienen una similitud estremecedora y que hace pensar en resultados parecidos.
Hoy por hoy estamos en lo más parecido a una economía de posguerra. Comparo situaciones y no me parece descabellado. Los miserables, cada vez son más; los ricos, cada vez lo son más y una clase media (la que goza de ciertos ingresos seguros) que siguiendo este comportamiento económico no va camino de la extinción pero sí de un estado de postración y esclavitud notable ante "los jefes". No, no es una visión apocalíptica: es una conjetura razonable si esta situación de ineptitud e inacción, de "insolidaridad", se prolonga un tiempo más sin que "alguienes" tomen las riendas de este jaco desbocado. Aunque deseo equivocarme...

02/06/2011

"Se vogliamo che tutto rimanga...".

econozco que durante un tiempo abracé con esperanzada ilusión la pacífica y abigarrada insurrección del 15 de Mayo. No he cedido un ápice en mi posición; sin embargo, el anhelo de que la rebeldía se consolidara y promoviera un cambio real y radical en todos los estamentos sociales se ha ido diluyendo. No es una sensación de derrota, sino de melancólica decepción.
Los tentáculos del poder son tenaces y, como los de toda organización privilegiada, restallarán furibundos antes que ceder sin liza un milímetro de su territorio.
La indolencia social, el conformismo y la ignorancia han facultado que ahora nos veamos, todos, comprimidos en un callejón sin salida. Soy consciente de que mucha gente respalda el levantamiento aunque no haya participado activamente en él. Pero, mucha más es la gente que se queja de su situación, blasfema contra sus dioses y su destino y se lamenta del mundo zafándose, luego, cuando llega la hora de la verdad. Su única voluntad reside en "evitar líos" y otras excusas del mismo jaez.
El poder (en todas sus vertientes), pues, no tiene enfrente a un enemigo capaz de oponerle una resistencia lo suficientemente fuerte como para, siquiera, hacer tambalearse sus abominables cimientos.
Ni toda la razón ni todos los apoyos externos han servido para movilizar a toda esa ciudadanía apática cuyo estatismo ha hecho que los poderosos salgan reforzados y dando tainas. No hay más que oír cómo el discurso político se acentúa en su estatus intocable y del resto (banqueros, jueces, multinacionales) mejor no hablar... Ninguno de estos grupos se ha dado por aludido. Todos han derivado interpretaciones a conveniencia solapando la clara personalización que se ha hecho contra ellos: el problema no es el sistema, sino la mutación que ellos han provocado en el sistema y a la que se aferran como lapas. Ellos -los cuatro poderes (económico, legislativo, ejecutivo y judicial)- han roto el equilibrio al aliarse impúdicamente y dándose a una escandalosa y complaciente sodomía de favoritismos y conchabeos inmorales. Han conseguido mantener su supremacía y permitirse, además, el lujo de contraatacar con desmesurada saña. Los políticos acometen, eso sí, pequeños cambios, más de pensamiento que de obra y siempre a su favor, para disimular, para despistar mientras se afianzan en sus peanas: que todo cambie para que todo permanezca igual. Los mismos a los que se reprobó son ahora los salvadores de la situación y del sistema, son sus garantes denodados. Le han dado la vuelta a la tortilla con promesas antiguas que nunca se hicieron realidad y que periódicamente vuelven a una desvaída vigencia.
Algo me queda claro: con esta "su legalidad" es imposible cambiar nada porque está manipulada. No hay cambios verdaderos.
Ha habido un castigo, sí. Un castigo mínimo, casi imperceptible e irrelevante para el interés nacional. Un castigo fácilmente revocable salvo que empiece a entrar en las conciencias algo tan elemental como que el gobierno del pueblo ha de ser eso, del pueblo y que éste tiene que dotarse de mecanismos defensivos contra los sinvergüenzas que han hecho fortuna y buena vida con la miseria de los demás. Un castigo fácilmente soslayable salvo que en las próximas elecciones el grito soberano sea potente, estremecedor y disuasorio. Aún queda esa oportunidad. Pasado ese momento, todo habrá sido de balde.
Es lamentable; pero, es así. Seguiremos "llorando como mujeres lo que no supimos defender como hombres". Para los políticos (y demás ralea), indignados; por los propios paisanos, despreciados... Si a cada cerdo le llega de verdad su sanmartín, en este país debería haber una auténtica masacre de marranos.