"Las matemáticas no engañan; quienes las interpretan, sí". Esto lo afirmaba un profesor ducho en la materia mientras aleccionaba sobre algunas cuestiones estadísticas.
Y es verdad que la interpretación o, mejor dicho, la explicación a un fenómeno estadístico puede ser un poco "fraudulenta".
El ejemplo más manido y que más cunde en este tipo de discusiones es el del pollo y las dos sardinas; por su simpleza ilustrativa: Si el prójimo se come un pollo y yo dos escuálidas sardinas, la estadística afirma que tanto él como yo hemos saboreado medio pollo y una sardina cada uno. Él, por supuesto, habrá quedado satisfecho y yo seguiré, elemental, desfallecido por las hambres.
Y es verdad que la interpretación o, mejor dicho, la explicación a un fenómeno estadístico puede ser un poco "fraudulenta".
El ejemplo más manido y que más cunde en este tipo de discusiones es el del pollo y las dos sardinas; por su simpleza ilustrativa: Si el prójimo se come un pollo y yo dos escuálidas sardinas, la estadística afirma que tanto él como yo hemos saboreado medio pollo y una sardina cada uno. Él, por supuesto, habrá quedado satisfecho y yo seguiré, elemental, desfallecido por las hambres.
En política estos mediocres "trucos interpretativos" están a la orden del día conscientes -los políticos- de que el pueblo llano en su mayoría o desconoce los entresijos de los datos o no entra en ellos por esa desidia nacional que todos apuramos en nuestras famélicas almas.
Uno de esos trucos lo soltó ayer mismo, en concordato connivente, eso que denominamos -con extraordinaria generosidad- Gobierno. La consigna, eufórica y fausta, no era otra que la de comparar los datos de Noviembre de 2.008 con los del Noviembre próximo pasado, el del 2.009.
Así, a bote pronto, como estadística comparada está muy bien. Pero, hay elementos y factores, variables, que entran en juego y que desmienten cualquiera comparación simple que se quiera aventar ad maiorem Zapateri gloriam.Uno de esos trucos lo soltó ayer mismo, en concordato connivente, eso que denominamos -con extraordinaria generosidad- Gobierno. La consigna, eufórica y fausta, no era otra que la de comparar los datos de Noviembre de 2.008 con los del Noviembre próximo pasado, el del 2.009.
¿Dónde está el truco, el birlibirloque oculto?
Pues en varios aspectos; pero, centrémonos en una vertiente sola y sencilla.
La trascendencia comparativa de la manipulación estriba, esencialmente, en que, sí, este Noviembre ha habido menos incursiones en las oficinas inoperantes del I.N.E.M. Y en que, no, el volumen de población activa y desempleados no es comparable porque hace un año HABÍA MÁS GENTE TRABAJANDO (se obtiene un porcentaje) que este año (el resultado es otro porcentaje). O, lo que es lo mismo: si hace un año había mil (1.000) personas trabajando y despiden a doscientas (200) el porcentaje de desempleados es del 20%. Quedan, pues, ochocientas (800) personas activas. Si de esas que quedan se despide a un grupo de ciento ochenta (180) personas -veinte menos que en la tanda anterior-, el porcentaje resultante es un 22'5%.
Sin embargo, ese baile interesado de cifras no es lo más importante. La mentira más peligrosa que se descorcha en ese tipo de afirmaciones es la de "el paro va disminuyendo". ¡NO! El desempleo SIGUE AUMENTANDO. ¿A un ritmo más lento? Vale; pero aumentando inquietantemente. Con todo, aumenta más despacio porque con menos trabajadores hay que mantener un cierto nivel productivo: lo contrario sería un colapso total, una debacle absoluta. No se puede despedir a todo el mundo a la vez. El paro se reduce cuando, tras llegar a un tope suelo, del número total y dramático se van restando contingentes. Sencillo, ¿no? Es la cuenta de la vieja: si debo diez y pago tres, sólo me quedan siete de deuda; no es lo mismo que "debo diez; si pido cinco para pagar, no debo cinco: sigo debiendo diez".
Sé que hay muchas más cosas detrás de cada estadística. No obstante, creo, son ganas de marear la perdiz. La realidad es mucho más tajante y concluyente que cualquier fórmula matemática: puede que haya más subsidios; pero si los subsidios no dan ni para comer...