Europa -eso que eufemísticamente llamamos la Unión- va a pedir, previsiblemente, más sangre. Los donantes de la sangría serán los subsidios, las prestaciones. Nuestros políticos, encantados de que no se toquen sus pingües rentas, aceptarán sin rechistar como buenas sanguijuelas que son.
Aún es una conjetura, una hipótesis. Sin embargo, si esa suposición se hace carne el resultado será desolador y Europa, incluido el gobierno y quienes lo respalden, se estarán equivocando, empeorando la situación y siendo cómplices de una grave injusticia a la par que demostrarán su desfachatez y su carencia absoluta de ética.
Creo conveniente hacer dos aclaraciones, a mi juicio, razonables:
-El sistema subsidiario español no es el de Alemania, Francia, Suecia o Reino Unido... Las condiciones y situación de los parados en cada uno de estos países son distintas y, por tanto, la misma medida implantada repercute, también, de forma distinta. Si algo tan elemental no se comprende, entonces estamos ante la mayor concentración de políticos ignorantes por metro cuadrado de toda la Historia humana.
-La solución no pasa por recortar prestaciones, sino por eliminarlas. Pero, para poder eliminarlas antes se debe dar un paso imprescindible: CREAR EMPLEO. No se pueden, alegremente y después de lo que se ha dilapidado en estupideces o en regalos económicos a los más desafinados de la secta, suprimir los subsidios sin dar la oportunidad de compensarlos, de sustituirlos con una renta por trabajo.
Eliminar esos ingresos implica abocar a más de un millón de españoles a hundirse aún más en la miseria; ahondará el problema bancario porque -se quiera o no- ese dinero sirve para paliar las hambres y para ir pagando, como buenamente se puede, la usura legal a que se nos ha sometido a casi todos los que habitamos este país.
Resumiendo. El problema se acentuará porque lo que se ahorra por una parte habrá que derrocharlo por otra -y puede que exponencialmente- inyectando fondos a entidades bancarias que se quejarán amargamente del aumento de morosos; disminuirá todavía más el consumo; etc... Si los sesudos economistas y políticos no han visto algo tan sencillo como eso, apaga y vámonos porque para tomar una medida como esa sólo hay dos explicaciones posibles: o son unos ignorantes o son unos auténticos inmorales.