“Si es
que se veía de vení”. Ahora, a toro pasado, todos somos
sabios y profetas. El lance de imperfecta agonía de Sánchez y el
PSOE estaba cantado. Ahora, a toro pasado, todo son duelos,
quebrantos, algún palomino de añadidura y un denso “lo avisé”.
Todos lo sabíamos menos algunos...
Leo por ahí
-y quien lo escribe no oculta su justificada alegría- que Sánchez
ha caído y de repente, por esa extraña capacidad que tenemos
para asociar situaciones, recuerdo el chiste del Cheli y su moto: “el
Cheli no se cae: el Cheli se tira”. El Cheli, hasta para eso
era chulo (como la Aguirre) y tenía arte. Sánchez, sin embargo, no
ha caído; a Sánchez lo han tirado: quiso hacer un caballito o un
león rampante y en vez de meter miedo, alguien le aprontó una taina
en salva sea la parte por dejarla al descubierto y desprotegida. Es
lo que tiene la política, que es cosa de macana donde no rigen para
los púgiles las reglas del marqués de Queensberry. Pero, le está
bien empleado por dos razones. La primera es por mantener un PSOE
residual marca ACME que le ha estado explotando constantemente en las
manos convirtiéndole en un pobre Coyote. La segunda es por hacer
novillos el día que en clase dieron a Viriato y a Beltrán
Duguesclín para ilustrar sobre las traiciones y su maniática
costumbre de “venir desde dentro”. Él solito se ha llevado al
borde del precipio desde el que ha bastado un soplido hostil para
desequilibrarle y sumirle en el abismo. Sánchez, sin el sillón, no
tiene nada salvo un futuro peliagudo. Él será el primero en ser
purgado y ya puede ir olvidándose de tener voz y voto en el PSOE a
menos que la militancia milagrosamente le recupere (cosa harto
improbable). Sobre todo porque ahora empieza el baile de la
depuración, la lenta pavana en la que, uno tras otro, van siendo
eliminados todos los que apoyaron a Sánchez.
En los
próximos días, imagino, asistiremos a la recuperación del poder
por la facción de “los de siempre”, por los guardianes del grial
pesoísta. Se acabaron la intrigas y las sorpresas; todo debe quedar
atado y bien atado. ¿Y la militancia? La militancia, ¿qué? La
militancia nada. A la militancia crítica la anularán; a la
militancia pasiva y votantes perdidos les venderán, con una mejorada
campaña de marcadotecnia, aquello de la importancia del PSOE en la
Historia democrática de España, de su peso político, de que es un
partido necesario que debe recuperar su esplendor y todo eso. Les
volverán a vender lo prestigioso y chic que es pertenecer y votar al
PSOE, el marchamo de clase y de calidad: “¡Alcalde! ¡Que todos
somos contingentes; pero, tú eres necesario!” Hay que reconquistar
para recuperar la suculenta hegemonía.
Y tragarán.
Tragarán porque es su partido, porque son leales, porque son
ingenuos, porque son ignorantes o porque les interesa. No habrá
cuestionamientos. A nadie se le ocurrirá aducir que ningún
partido es necesario ni tiene naturaleza permanente, que eso de
la importancia y lo de que es un partido imprescindible es una memez,
un razonamiento tan peculiar y falso que raya el esperpento. A nadie
se le ocurrirá argüir que la desaparición (o su pase a
segunda o tercera división) del PSOE no supone ningún trauma
salvo para quienes obtienen por medio del partido pingues beneficios,
y que mandar al banquillo de por vida a todos los que hasta la fecha
han estado mangoneando tampoco es pecado ni delito. Yo, si fuese
militante socialista, sospecharía -de entrada- de ese empeño del PP
por tener de compañero en el ruedo político sólo al PSOE. A
Sánchez le ha defenestrado el “no es no”; un “no es no”
tardío y dubitativo; un “no es no” oscilante y tornadizo e
inseguro. Sánchez no tuvo redaños para ser líder, no supo, y ahí
empezó su fin. El PSOE, tras esta breve fuga desorientada, volverá
a su redil: la derecha; volverá a ser pastoreado por esa burguesía
que lo domina casi todo; porque PP y PSOE son la misma falsa moneda y
tienen un único propietario que intenta monopolizar a través de
ellos todo el espectro político. A ver qué dice la militancia, qué
los votantes prófugos. Intuyo que no les van a dejar abrir la boca.
Ahora todo
ha terminado o todo empieza ahora. Cámbialo todo para que todo permanezca igual.