03/04/2010

Yo, Digo; tú, Diego


Cuando alguien apela -para justificar un acto repudiable- a que es una conducta muy extendida o acucia a que a otro se le someta al riguroso examen de la lupa por similares hechos (fechos) está admitiendo dos cosas que parecen pasársenos por alto.
La primera, tácita pero evidente, que carece de argumentos defensivos con que exonerarse de la culpa. La segunda, quizás la más importante, que es consciente de la "culpabilidad", que sabe perfectamente que aquel acto "está mal", sea punible o no.
Últimamente -aunque practicada desde siempre- la consigna de defenderse atacando está alarmantemente activa en el P.S.O.E. y circunvalación.
No es ya que acudan a la acusación gratuita a terceros para excusar sus acciones; es la doblez hipócrita manifestada con ello.
Cuando cualquier informador alumbra una desgraciada noticia en la que un elemento socialista está involucrado, de inmediato todos los resortes y recursos del Partido se accionan para asperjar sospechas sobre quienes, en teoría, podrían beneficiarse con ella.
Con éso no sólo pretenden desviar la atención de ellos mismos y fijar el enfoque en los otros. Buscan, también, que su gangrena se extienda lo más posible en el cuerpo (por sí ya demasiado corrupto) político. En el "todos iguales" parecen hallar un reconfortante limbo.
Con todo, olvidan algunas cosas.
Que alguien delinca impunemente no implica que legal ni éticamente esté permitido.
Que la mujer del césar, además de virtuosa por dentro ha de parecerlo por fuera... y viceversa.
Que atribuir no es corregir ni paliar y que asumir la extensión de una mala práctica no es resolver el problema; antes al contrario: es fomentarlo.
Sabemos que nuestra clase política no tiene ninguna intención de apearse de sus abominables costumbres; pero, el descaro con que alardean de su falta irritante de moral, es demasiado.
Claro que, como nadie se va a preocupar de pararles los pies... ¡Ahí se las den todas!
Defender, servilmente, la mansión playera de F.G. en Marruecos, la del Bono y su vástago, la estolidez de Zetapé y su cohorte de lameruzos o los regímenes fascistas, fasciatas y fasciárquicos de Cuba, Venezuela, Marruecos u otro país cualquiera ni es pecado ni es ilegal; sí, incoherente. No se puede predicar socialismo con el buche sobrado de caviar en una mansión privilegiada. No se puede presumir de demócrata y halagar a los tiranos. No se puede exorcizar a un ser enfermo y dar jarabe al poseído: "como en todos los países se vulneran los Derechos Humanos", pues , hala, en Cuba también y, además, "¡si quienes los vulneran son los delincuentes discrepantes y/o encarcelados!". No se puede argüir que por ser legal, es ético. Y, así, "cienes y cienes" de cosas. Bueno, sí; poder, se puede... Pero, no se debe. No, no se debe.

01/04/2010

Con boli y papel


Muchos insisten en que la autoridad moral para ejercer la crítica, sobre un trabajo, sólo la faculta la capacidad de realizar mejor dicho trabajo. Podría argüir -sobre el mismo razonamiento- que entonces sólo podrán hablar/opinar de coches los mecánicos, de educación los docentes o de hijos quienes hayan culminado con éxito la paternidad. La crítica, bien entendida, siempre es destructiva y -desde luego- es una aportación subjetiva salvo cuando la evidencia es tan abrumadora y tajante que no deja otra opción: Belén Estaban es gilipollas; por ejemplo.
Este convencimiento me permite afirmar, en este momento, dos cosas:
a) el "Guernica", de Picasso, es (lo sostengo desde hace lustros) además de una tomadura soberana de pelo, una mierda con pedigrí.
Y
b) los dibujos de Carlos Olvera son admirables y merecen un reconocimiento por la dedicación y el talento que destilan.


Yo mismo, como otros tantos, soy de los que con cierta íntima vanidad y algo de satisfecha inmodestia presumía de aquellas lejanas caricaturas que adornaban los márgenes de los libros de texto. Eran bocetillos apretados, elaborados con tintas aburridas bajo la estupefaciente monserga de los viejos latinajos o en el fragor de una salmodia monótona dedicada a la Historia. Dibujos que luego, en las hastiadas esperas, en los ocios desconcertantes o en las inspiraciones súbitas, cobraron la desanimada importancia del ejercicio o del rigor de la ocupación imperiosa y así, al trantrán, fueron multiplicándose y fomentando un orgullo lacio e injustificado.
En realidad, con un simple bolígrafo -el bic cristal con ese agujerito en la cánula y su capucha azul con clip que algunos mordisquean y otros imbéciles capan- poco más se podía hacer... Éso pensábamos la mayoría de los mortales.
Y estábamos equivocados. Con un elemental bolibic -uno de los inventos más importantes y revolucionarios de la historia de la humanidad- se puede hacer arte con mayúsculas; arte que no desmerece ni queda a la zaga del uso de otros elementos de "elite" (óleo, acuarela, pastel...).
Como buen catecúmeno del arte -quién fuera un sobresaliente diletante- en todas sus facetas y versiones, he descubierto que la importancia de éste no radica tanto en en la arrogancia de los materiales como en la dedicación meticulosa y que la humildad de un instrumento, a veces, ofrece un resultado más sublime y meritorio que la panoplia más extensa de técnicas o colores.
Lo de este hombre, Carlos Olvera, es una maravilla y no admite discusión.

26/03/2010

El buen castellano


-"Por este lado se va a Panamá, a ser pobres; por este otro al Perú, a ser ricos: escoja el que fuere buen castellano lo que más le estuviere."
Cuando Pizarro trazó sobre la suave arena la raya decisoria, sabía que el ánimo de aquellos recios soldados, avezados al esfuerzo y al dolor, al honor y a la miseria injusta, no cedería un ápice.
No mucho más tarde, Quevedo ya se quejaría amargamente de la vida muelle, complaciente y conformista, a que los españoles nos acostumbramos.
En esa indolencia espiritual perdimos el valor y los valores. Ya no somos esos seres indómitos, montaraces, que proclamaron una tierra de "todos iguales" y que se enfrentaban sin punto de espera a las veleidades de su propio rey si era menester.
De aquel linaje levantisto, de austera y sufrida hidalguía, hoy no queda rastro.
Hace tiempo que la manada de lobos se convirtió a la fe del rebaño y, así, con una docilidad rayana en lo obsceno, nos dejamos guiar y apalear por la inclemente zurriaga de cualquier pastor.
Como mucho, un balido suelto, ralo, que se extingue apenas nacido.
Nos dejamos engañar y someter con una facilidad pasmosa y cada protesta se queda en éso, en la deleznable (frágil) manifestación de nuestra presencia dulce y conmovible.
Empachados de complejos acusatorios, somos incapaces de rebatir siquiera la estulticia entrañada en cualquiera argumento más próximo al sofisma que a la verdad desnuda. Nos escondemos de nosotros mismos avergonzados de lo que fuimos y, seguramente, de lo que somos.
Una llamada a la rebelión. ¡Qué escándalo! ¡Qué antidemocrático! ¿Sí? ¿Por qué? ¿Quién dice que rebelarse contra la injusticia, contra la manipulación, contra la sandez y la mentira, contra el latrocinio constante y el abuso es escandaloso y antidemocrático? ¿Lo democrático es, entonces, callar y soportar que nuestra dignidad se machaque? ¿Lo democrático es condescender con quienes nos ultrajan y nos arruinan mientras nos mienten para mantenerse en el poder y siguen engordando su ya muy repicante bolsa?
Sin rebelión no caen los tiranos y hace tiempo que deberíamos haber trazado -en vez de escribir sobre el agua- una honda línea en la arena y haber gritado clamorosamente: ¡hasta aquí!
Y si aquellos que viven conchavados con estos gobernantes despreciables en su adúltera connivencia -sindicatos, afiliados y simpatizantes- no quieren el enfrentamiento (no escribo violencia ni guerra), que depongan la venda que cubre sus ojos, que hagan acto de fe y de honor y, renunciando a sus privilegios bien cubiertos, pasen a este lado de la raya.

19/03/2010

La Hidra de Lerna


Hércules (Heracles) tuvo que pedir ayuda a Yolao. El remedio era peor que la enfermedad pues por cada cabeza que segaba a la terrible Hidra, a ésta le surgían espontáneamente otras dos en dramática progresión. Así, entre los dos, sumando los esfuerzos del héroe amputando testas y del subalterno cauterizando los cortes para que no brotaran más cápitas, consiguieron abatir al monstruo, anularlo para siempre.
No sé si la serpiente del anagrama etarra tiene una segunda interpretación cargada de intención -"dónde una cabeza se cierra otra se abre"- o se limita al significado elemental del "bietan jarrai" (algo así como "adelante con los dos", con el sigilo y el secreto y el zarpazo letal).
En todo caso es ilustrativo. Tanto la elección del símbolo de los asesinos como la lección, la moraleja, que del trabajo mitológico de Hércules se puede depurar: no basta con cercenar la cúpula; además hay que impedir que surja una nueva.
No seré yo quién ponga en duda la voluntad de los políticos españoles para acabar con la delincuencia vascongada.
Sin embargo, la historia y los acontecimientos nos dicen que la actuación policial no es suficiente porque siempre hay otro imbécil dispuesto a recoger el sangriento testigo de los que son "abatidos".
No basta, pues, el esfuerzo hercúleo de siega.
Es necesario reforzarlo con una actuación contundente que impida la regeneración del mal y su expansión.
Yolao, en este caso, somos todos; pero, mucho más los son aquellos a los que el Estado ha investido de poder.
No es suficiente el peligroso, arriesgado, esfuerzo y la voluntad valiente de miles de vascos que cada día se enfrentan al vascalismo etarra. Esto hay que complementarlo con medidas enérgicas y definitivas que afiancen la seguridad de que ninguna preñez de odio o de estupidez va a poder escalar a la peana de la violencia.
Esas medidas, lógicamente, incluyen el asalto político-diplomático a cualquier santuario en el que a los asesinos se les dé cuartel.
Porque el hecho de que a un tipo lo elijan en las urnas no significa ni que sea honrado ni que no sea un hijo de la gran puta. Si es un tirano, con más motivo.

15/03/2010

Esto me han vuolto mios enemigos malos...


Pidió Yahvé que le mostraran diez hombres justos. Como no los encontraron ni en Sodoma, ni en Gomorra, ni en la Audiencia Nacional y no digamos en el Congreso de los Diputados, decidió tirar un pepinazo -nuclear dicen algunos malpensados- y devastó la zona: suburbios y arrabales incluidos.
La medida fue desmedida, exagerada. Si lo "normal" es la injusticia, o trinca a todos y renueva la población terrícola con mejoras de serie, o se aguanta, acepta la condición humana y asume que cada uno arrime el ascua a su sardina como mejor le venga o pueda.
A mi me ha costado -años- comprender que el mundo y sus entresijos son así, que las personas y sus entretelas son (somos) así.
Cada uno, en atribución de sus projimidades, ayuda a su señor porque prevalecen los intereses emocionales sobre los éticos.
Y debió ver Dios que no era malo puesto que lo consiente: es una regla más del juego áspero que es la vida.
Cada uno defiende lo suyo y lo de sus afines. La generosidad, el altruismo, la bonhomía, la caridad..., están -siempre- socorridas por un egoísmo razonable que se comporta -o suplanta eficaz- como la necesaria paridad de armas o la también necesaria perpetuación del clan, su supervivencia.
Algunos seres, a lo largo y ancho (ya más ancho, en la cintura, que largo) de nuestras vidas nos hemos conducido casi siempre concediendo el beneficio de la duda, implantando por sistema el "a ver si cambia" y similares. Ha sido inútil porque, por lo común, los humanos no sólo no cambiamos sino que solemos enconarnos, más, en nuestros viciados comportamientos.
Cuando caemos en la cuenta de la inutilidad de mantener cierto nivel ético, entonces, nos sumamos al grueso de "injustos". Nos defendemos de ellos usando sus mismos criterios y -aunque con leves sacudidas de remordimiento- entramos en el juego.
Suele causar en los demás asombro y perplejidad la transformación. Sobre todo cuando en la lid ven mermadas sus facultades o su poder frente al rebelde que decide, lógicamente, sacudirse el yugo al que estaba uncido.
De esa sorpresa emergen calificativos de toda índole que se aventan a voleo sin percatarse de que suele ser cierto aquello de "cree el ladrón..." Pero, nadie puede estar sometido a perpetuidad.
Cuando las quejas por la nueva actitud se hacen notar, pocas excusas son necesarias. En realidad la opción defensiva -la del mejor ataque- viene justificada en sí misma.
No es la pretensión vengativa de devolver daño por daño; es la de no ser de nuevo vapuleado por sistema. No, al menos, sin dejarse la piel y el alma en la pelea.
Así, cuando la extrañeza y la sorpresa hacen arquear las cejas y surgen remilgados ayes y lamentos, manos a la cabeza y golpes de pecho, basta con afirmar (para dejar constancia testimonial y exonerarnos de toda culpa) que nuestros actos ulteriores son causados por la injusticia sufrida, por el aprovechamiento ilícito y arbitrario que se ha hecho de nosotros. Que si hemos cambiado y de corderos hemos metamorfoseado en lobos -homo homini lupus- ha sido por estricta exigencia natural. Basta, para abogar por nuestra transformación, el alegato elemental de que el cambio no es caprichoso; de que ahí es donde nos han puesto nuestros enemigos y su maldad.
A partir de ese punto, que gane el más fuerte o el que menos escrúpulos tenga: o sea, el más cabrón.

12/03/2010

La sombra del ciprés


Quizás, no lo sé, el Nini se asomará a la boca de la cueva y pensará: "es la ley". La ley de la vida y de la muerte. Se asomará y comprenderá que el ciprés se yergue como una proeza señalando el destino anhelado por los hombres.
Con don Miguel aprendí cómo es el viento que bate, apoteósico, las espigas despojándolas de la mortal escarcha; lo que es la soledad orgullosa; el dolor, la compasión, la miseria, la ternura impecable de la gente sencilla, la resignación ante la adversidad poderosa e inevitable, ante el ciclo inexorable e inclemente de la vida.
Con sus palabras se crispó indignado mi espíritu reventado por la injusticia de los caciques y los señoritingos, por la frivolidad, por ver la humildad sometida a voluntades y vanidades insoportables.
Descubrí palabras sencillas, nombres, lugares impensables: cotarraDonalcio, Pezón de Torrecillórigo, Azarías, Mamés, Quirce, Régula, Columba, Cayo...
El tiempo lo midió en cinco horas, en el santoral, en la mirada tensa a la luna y a la nube cerrada y opulenta que se acerca por un horizonte impreciso...
A su través vi la vida de los desgraciados, de los miserables humillados y vi cómo la dignidad y el afán de sobrevivir empujan a resistir estoicamente.
Aprendí cómo las palabras son capaces de estremecer y emocionar. No las palabras: sus palabras.
Las escritas, porque en las volanderas se prodigaba poco.
Afirmó el periodista:
-Don Miguel, es usted muy lacónico.
-Sí- respondió Delibes.

05/03/2010

Garzón, Garzón: no pierdas el son...


Aunque parece que hace tiempo que no sólo has perdido el son, sino el rumbo y así, desnortado, avanzas sin reconocer los tumbos de tu arrogancia en decadencia, de tu estrella estrellada.
¡Ya está bien, Garzón, ya está bien!
Demasiados juicios y el tuyo perdido por un empeño rencoroso que traspasa las estelas del sentido común.
Tu razón siempre es la Razón; tu verdad, la Verdad. En el olimpo mediocre de nuestros seres estupendos, tiene tu sombra un altar.
¿Tú eres aquel adalid de la justicia que veía amanecer? ¿Aquel hombre "excepcional" y altruista perseguidor enérgico incansable de los malos?
Ahora sabemos que tú eras uno de ellos.
¿Que vas a recusar a quién? ¿Por qué? ¿Porque es amigo de algún político del P.P? ¿Porque ideológicamente se inclina a un partido que no es el tuyo, Garzón?
¿Tú te eriges en paladín magistral de la independencia y la imparcialidad? ¿Tú, el de los amigos poderosos en medios de comunicación afines? ¿Tú, Garzoncillo, el de las calzas verdes y las cazas negras? ¿Tú, el de las medidas opacas y decisiones ilegales? ¿Tú, cacho Garzón, con todo éso y más tienes todavía los santos cojones y la chulería de ir por ahí amenazando impunemente? ¿Cuál es tu omnipotencia para que hasta los más altos cargos tiemblen ante el timbre atiplado de tu soprana voz?
¡Ya está bien, Garzón, ya está bien! Baja de tu peana y barre el suelo como todo el mundo; deja ya tu falsa apostura, tu atildado aspecto de dandy palurdo y baja, humilla un poco, hombre, humilla un poco.
Aunque si he de ser sincero, creo que hay una celda con tu nombre y que antes o después, la frecuentarás. Al tiempo.

04/03/2010

Le deserteur


Monsieur le Président, je vous fais une lettre, que vous lirez, peut-être, si vous avez le temps...
Yo no me haré desertor, aunque debería. Deberíamos todos desertar de este país que le cobija y que domina a golpes de ignorancia y de subvención. Yo sólo escribo estas breves líneas a sabiendas de que no las leerá y con la esperanza de que alguien lo haga por usted y se las transmita. Unas líneas que ya no pretenden ni siquiera la crítica amarga; que se condensan en una idea simple que incluso usted, señor Presidente, es capaz de comprender: La situación que estamos atravesando no necesita líderes mediáticos, sino gobernantes. Usted, monsieur le Président, ya ha demostrado con creces su incapacidad gestora, su catadura ética y sus "cualidades" políticas. Ya sabemos que usted es el más listo, el más guapo y el más alto; pero, como no es el más apto, hágase y háganos el mayúsculo favor de evaporarse antes de que a este país, a esta nación, no le reconozca ni la madre que lo parió.
Sin otro particular, se despide...

25/02/2010

El ladrón y su condición


En la resolución de 26 de mayo de 2009, aprobada por la Comisión Mixta para las Relaciones con el Tribunal de Cuentas, en relación con el Informe de fiscalización de los estados contables del ejercicio 2005 -¡cuatro años!-de los partidos políticos con representación parlamentaria en las Cortes Generales o en las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas se ACORDÓ -entre otras cosas- a la vista de dicho informe instar a todas las formaciones políticas, tal y como establece la ley (su propia ley de Financiación), a que cumplieran tal obligación en los plazos establecidos y a que posibiliten, sin traba alguna, sus registros contables con transparencia para poder verificar el origen de las aportaciones privadas y su legalidad.
En esa misma resolución se pide al Gobierno que se justifiquen documentalmente los gastos por importes superiores a 100 euros así como implementar un procedimiento de justificación.
Se acuerda eso y algunas cosillas más. Y está muy bien que se les haga un seguimiento exhaustivo a los partidos políticos, aunque sea inútil.
Los datos que arrojó el informe, los últimos conocidos, eran estremecedores y lamentables, muy descriptivos de la calaña política que mantenemos.
Nuestros partidos políticos tenían deudas vencidas con entidades de crédito por valor de 39 millones de euros ( 1/3 del total de su endeudamiento bancario). De esta deuda, el 56% correspondía a créditos no devueltos a su vencimiento y el 44% restante a los intereses pendientes.
El lugar principal del podio en esta lista de morosos lo ocupaba el Partido Socialista de Cataluña que acumulaba deudas (arrastradas desde 1.994) por valor de 17’3 millones de euros, de los cuales 7’8 habían vencido y 6’5 millones de intereses le fueron graciosa y generosamente perdonados por La Caixa. Entonces -a lo mejor comprendemos así un poco mejor el juego político- el ministro de Industria era Josep (José) Montilla, actual presidente de la Generalidad.
El segundo clasificado era el P.S.O.E. (no hay que olvidar que es un partido de carácter federal). Tenía vencidos, por entonces, 6’7 de los 48 millones de euros que debía a los bancos de manera que entre el Partido Socialista Obrero Español y sus federados catalanes sumaban la friolera del 48% del total de la deuda bancaria de los partidos y el 54% de los créditos no pagados.
Seis partidos más acumulaban pólizas vencidas y no abonadas con entidades de crédito: Izquierda Unida, Unión Democrática de Cataluña, Izquierda Republicana de Cataluña -cuya deuda reconocida incluyó 2’7 millones de euros que, posteriormente, le fueron perdonados por La Caixa-, Eusko Alkartasuna, Partido Andalucista (en quiebra técnica al tener el 91% de sus créditos impagados) y Partido Popular aunque, seamos justos, en este caso, la deuda corresponde al descubierto en una cuenta abierta por la formación regional en Andalucía que, según el Tribunal de Cuentas ,debía figurar en el pasivo.
Más de 33 millones de euros han perdonado las entidades bancarias -esas que aprietan y ejecutan a las familias por cantidades despreciables- a los partidos políticos en los dos últimos lustros.
Si a todo esto le añadimos la financiación irregular, obtendremos un mapa de escarpada geografía inmoral y, ¿a qué no decirlo?, fraudulenta.
El P.S.O.E., casualmente, fue -según la extracción de datos del informe- el partido más beneficiado durante el período analizado con más de la mitad de las quitas bancarias. Ante la contundencia de los números, el P.S.O.E. abogó por "el derecho de las formaciones políticas a renegociar sus deudas como hace cualquier empresa", lo que no deja de ser o una ironía o una desfachatez. Desfachatez en la que abundó el P.P. alegando que era "como una transacción entre el banco y el partido en el que el primero renuncia parcialmente a sus derechos para poder hacer efectiva parte de la deuda, y evita dilatados procesos de ejecución con incierto final en muchos casos". Aunque el P.P. fue un poco más allá confiado y alentado, claro, por el buen estado de sus finanzas: "Es un sistema que debería ser entendido como algo usual dentro del mundo financiero y no considerarse un acto de liberalidad en sentido estricto".
Todo esto, grosso modo. Sin entrar en privilegiadas renegociaciones, etc...
Si después de esto, no decae la confianza en nuestros políticos ni se implementan recursos para la acción libre de la ciudadanía destinadas a remover a esta gentuza, lo mejor que podemos hacer es promover un nuevo premio Nobel (no novel, como dicen muchos "periodistas"): el de la gilipoyuá y postularnos, todos juntitos, en buena masa, como candidatos perpetuos.

24/02/2010

¡Qué crisis!


La Economía –ya se pueden empeñar en lo contrario los siete sabios de Grecia, ¡qué ironía!- no es una cuestión de confianza, sino de dinero. De tener o no tener dinero: tan prosaico y elemental como éso. La confianza queda muy bien; pero, no deja de ser retórica vacua y más cuando el concepto es tan maleable. Las empresas y los mercados no se mueven por algo tan volátil como la confianza; son impulsados por algo mucho más ruin y canalla: los beneficios. Da igual el grado de confianza que se tenga si las cuentas salen en azul y abultadas. Si no fuera así, por deducción simple, la economía de cualquier país se colapsaría de sopetón y se quedaría sin nada, sin NINGUNA empresa, en el momento mismo en que entrara en la barrena de la desconfianza. Una empresa que cambia España por Marruecos, por ejemplo, no lo hace porque España ya no sea fiable; sí porque su balance positivo se incremente.
Analicemos fríamente todos los elementos que intervienen en el montaje (o desmantelamiento) de una empresa, en su ubicación en un punto determinado, y veamos si es por confianza o por intereses más tangibles.

La confianza sí podría ser un factor determinante, pero en lo que se refiere a los gestores de un país que son quienes –la verdad desnuda y cruda- arruinan o hacen progresar una sociedad. Un buen gestor atajará los problemas en cuanto empiecen. El mal gestor se escudará en que la crisis es mundial. Una crisis,
por cierto, bastante peculiar –ésta que estamos sufriendo- y en la que muchos han visto el cielo abierto para enfrentar reestructuraciones –la excusa les ha venido que ni de sastre- dirigidas a aumentar sus arcas o a solapar su incapacidad gestora.
No deja de ser sorprendente que, en España, después de tanto tiempo, el Gobierno nacional se haya percatado de que la crisis apabulla, sobre todo, a las familias; que las entidades bancarias no han sufrido directamente salvo aquéllas que con crisis y sin ella estaban destinadas al desastre por tener en su puente de mando a ineptos o jetas o ambas cosas; que las causas de la burbuja inmobiliaria no son ni parecidas a las alentadas a bombo y platillo; y así, sucesivamente...

Los problemas críticos que sufrimos en este país no son fruto exclusivo de la crisis. Todos se los achacamos, sí, y algo hay; sin embargo, los males que padecemos provienen en su mayoría, en su inmensa mayoría, de factores, de actuaciones, de gestiones que nada tienen qué ver con el panorama mundial.

Vivimos en un país donde la culpa siempre es del otro; dónde la mentira permeabiliza bien bajo los cueros ignorantes y conformistas a los que se satisface sin problema con unas cuantas dosis de odio antañón y raciones de rencorosa e injustificada y anacrónica revancha; un país donde nos negamos la realidad si ésta contradice nuestra posición política. Así, lo raro, es que haya crisis...