El Gobierno prepara un <<bono cultural>> e <<ipsofácticamente>> se eleva a las alturas un estruendoso clamor sectorial, un torbellino inclemente de ayes y lamentos. En primer lugar, acaso por alegar algo sensato entre los despropósitos, decir que el acceso a dicho bono será voluntario y su uso específico; a saber: no podrá emplearse en la adquisición indiscriminada de botellones, elementos incendiarios para <<manifas>> ni para comprarse perros y flautas con las que, como diosecillos pánicos, distraer al personal en las esperas de los semáforos; será -aunque a algunos les resulte infame y caprichoso y extraño- para derivas culturales en cualesquiera de sus vertientes (compra de libros, visitar una obra de teatro [eso tan parecido a los folletines televisivos con los que comen las cabezas enruladas de las marujas y tan alejados de ellos a la vez], entradas a conciertos, puede que incluso a los de los clásicos, etc...). Argumentos, como tales -y sólidos- contra el bono de Sánchez (nada qué ver con el Bono castellano-manchego que se puso pelos y pisos y se hizo hacer un enorme cuadro a precio de alhaja de buena ley con dineros de los contribuyentes) todavía no he oído barra leído. Sí me ha llegado algo parecido a un soniquete sólito, en formato mantra o consigna, que ya empacha: <<¡es para comprar votos!>> No voy a abundar en la estupidez de tamaña afirmación cuando es del común el conocimiento, la percepción y la comprobación después de muchos años de experiencia, que cuatrocientos napos de vellón no dan para comprar voluntades. Aunque así fuera, sería en tal caso porque los dieciochoañeros en modo Serrano y aledaños habrían renunciado a la obtención de la dádiva, que también va para ellos, y la estadística, claro, se resolvería favorablemente a la milonga de sus padres. Cada vez que surge algo de esto y hay protestas y golpes en las farolas con palos de golf o cacerolada delegada en la sirvienta, me pregunto <<¿quiénes y por qué protestan exactamente? ¿Qué parte de su esencia, patrimonio, costumbre y demás ven peligrar?>> Y las respuestas no yerran. Ahora que lo pienso, no sé por qué me meto en estos asuntos que no me incumben porque no entro en el sector seleccionado (ya tengo demasiados dieciochos años cumplidos: me paso de dieciochoañero de largo). ¿Qué más me da a mí? ¿En qué puede beneficiarme que algún chaval por ahí se compre un libro en una librería y lo lea o vaya a un teatro o se meta de bruces en un concierto para gaitilla y orquesta y cosas similares? Así las cosas, tampoco me voy a preguntar en qué perjudica a quienes protestan tan airados e irritados; porque doy por cierto y sentado que si se quejan es porque algo les perjudica y duele en alguna parte de su cuerpo o de su geografía. Yo, como san Juan, el del apocalipsis: el que tenga dos dedos de frente, que los use.
06/10/2021
05/10/2021
Euforismos y sentencias
El humano, apenas descubrió el calor del fuego, sintió frío y se cubrió con pieles. Así debió ser la cosa.
04/10/2021
La niña sale del portal poscedida por su madre. La mira desde su pequeñez y le dice con ese énfasis alegre y pleno de ternura de los niños: ¡Hase fdío!
03/10/2021
Un viento largo, de mugido débil, aún no frío, lame irrespetuoso este coticinio intenso de domingo. No hay más sombras que las sombras apoyadas en las esquinas. De cuando en cuando, sobresaltadas, las ramas de los árboles se estremecen. Un sueño festivo madruga cansado y se despereza a golpes de bostezo. Todavía hay tiempo para nada.
02/10/2021
Leo con estupefacción por aquí que, al parecer, Fernando Sánchez Dragó (de profesión <<a saber>>) afirma haber leído treinta mil -30.000- libros. Como buen pescador que debe ser -además de buen <<asaberista>>- deduzco que sufre de <<hiperbolismo>> agudo. Suponiendo que hubiese nacido el día uno de Enero del año de desgracia y sublevación de 1.936, que hoy celebrásemos el postrer día del año en curso (31 de Diciembre de 2.021) y descontando -muy generosamente- sólo un par de años que tardara en aprender a leer, las cuentas que me salen arrojan el contundente resultado de que, según él, este tipo se ha leído la friolera de 0'99 libros diarios, un libro al día, por redondear. ¿Mi conclusión? Sencilla: estadísticamente lo tonto si exagerado, dos veces tonto.
Votad mal... ditos
"Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien".
Los envidiosos, como cualesquiera otros trastornados, creen que ellos no son envidiosos y que los envidiosos son los demás. Y creo más: que la envidia se manifiesta de muchas maneras y se descubre en infinidad de detalles. Entro en Instagram y alguien ha expuesto -una vez más- una fotografía impresionante. A pesar del evidente y arrollador talento fotográfico, no tiene miles de «fologüeres» ni recibe cienes y cienes de «laiques». Miro la foto última, la amplío, me recreo en ella y pienso. Pienso que esa fotografía -como todas las demás suyas- no tiene nada que envidiar a las de los fotógrafos consagrados y prestigiosos y sí mucho reconocimiento que recibir. Extiendo esa idea a otras actividades: todos los días veo magníficos cuadros y fotografías, leo extraordinarias narraciones y poemas, oigo ingeniosos argumentos y, aún así, esa gente no descolla ni recibe, no ya de extraños y ajenos sino de sus propios, la loa merecida. ¿Cómo es posible que tantos talentos queden en la indiferencia? Yo sólo me lo puedo explicar colocando un concepto: envidia. Vuelvo a la foto y me convenzo de que está a la altura de Cartier-Bresson, de Newton, de Liebovitz, de García Rodero.., y pienso que es injusto, que es por envidia: la enfermedad mental más padecida por los mediocres.
30/09/2021
Una de las frases (casi orgásmicas) que mas me conmueve es esa importada de los guiones mediocres del cine estadounidense que dice <<[exijo porque] ¡yo pago mis impuestos!>>; así: con una solemne y rotunda, desairada y ofendida, exclamación. Como si fuese el hecho de pagar impuestos lo que confiere derechos u otorga alguna desconocida y nunca suficientemente y bien ponderada prerrogativa sobre quienes no los pagan. Es una frase que, sin sorpresa por mi parte, hemos adoptado he incluido sin reservas en nuestro peculiar acervo. A estas alturas la soltamos sin pudor ni rubor a la primera de cambio, en un estallido de sagrada cólera, haciéndonos valer. Y no se nos cae la cara de vergüenza por la estupidez, oye.
24/09/2021
18/09/2021
Tiene una cara preciosa, la coquetería ufana, descarada, casi ofensiva de las madres jóvenes y un cuerpo espectacular. Pero, claro: ¿Qué niña no tiene un cuerpo bordado con perfección a los dieciséis o diecisiete años? Ya no lleva a su hijo en brazos haciéndole carantoñas pueriles y cucamonas; el pequeño ya va para los dos años y anda. Con cierta frecuencia me cruzo con ella, con la gitanilla oscura y guapa, con ese algo efervescente e infantil que aún revuela en sus venas. Me cruzo con ella y pienso. Pienso en quién decide las edades adecuadas; en quién decide que a los dieciocho un ser ya está suficientemente maduro y es apto para votar, o conducir, o emanciparse, o alistarse en una compañía de operaciones espartanas, o tomar infecundos o faustos tragos de alcohol... Pienso que a los dieciséis aún se es niño, que a los cincuenta muchos seguimos siendo inmaduros, que nos imponen la moral, las leyes y las costumbres y que cualquier argumento relacionado con las edades es tan feble y quebradizo como libre sea la voluntad del individuo. A mí estas cosas siempre me dan qué pensar.
17/09/2021
Safa, el viejo roquero
No pretendo ni siquiera un recordatorio nostálgico, ¡faltaría más! Incluso puede ser que mi precaria capacidad de evocación me traicione y ponga el dedo en la llaga equivocada. Pero, yo tengo en mi cabeza el resabor de estas dos canciones (que acabo de encontrar de manera fortuita) mezcladas en un popurrí <<titánico>> verbenero. Imagino -ya que no me atrevo a recordar- un perfil indio, de pelo lacio más caído que peinado en una moda decadente y trasnochada; un mostacho cuyo declive llegó impregnado de un sueño permanente e imposible (los viejos rockeros también mueren); aquel hombre afable, entre sereno y retraído que amistó con todos cuantos le conocimos y otros cuantos que pasaron por aquellos escenarios de tableros inestables y rústicos, sobre remolques de tractor, para dejar sus afanes en redobles de baquetas emocionadas, pulcras, sonrientes, domadas por buena gente, en cuerdas, en teclas, en tubos de vientos irregulares sólo para la triste diversión de los paisanos. Así lo percibo yo con el tiempo y con esta ilusión devastada. Y así, la copla festiva merodeada de vida. Sólo es memoria; acaso ni eso; y es eso: Triana, ¡ay! Triana morena... Tengo una novia que es un poco tonta... Yo también tuve vida entonces, y buen vino, y buenos amigos que en su mayoría perduran, y también tuve, ¿cómo no?, una novia que fue un poco tonta, como yo, porque dios nos hace y nosotros -dicen- nos juntamos...
15/09/2021
Euforismos y sentencias
A veces me sale esa sonrisa de forma espontánea. Es una sonrisa de comisuras tensadas por el sarcasmo mudo. Una sonrisa sin más consecuencias que la mueca desconfiada que aporta. A veces me sale de súbito, sin pensar, como cuando -por ejemplo ayer- un economista sugiere una movilización ciudadana frente al abuso de las compañías eléctricas.
06/09/2021
Amanece un atardecer fausto y oscuro, de nube vejancona y plañidera, con ganas de gresca tormentosa que acaso se diluirán en los bordes romos y altos del ángelus. Del gris encapotado se desprende esa paz inquietante de la incertidumbre, el rezo íntimo ojalá de un si lloviera, de un qué día precioso y lento y plomizo para una humilde tormenta...
02/09/2021
Llevo tiempo moleando el asunto. No por indeciso o confuso, que también, sino porque no termino de ver aquello que una escora plantea con tanto ímpetu. Todo, al final y a mi modo de ver, radica en racionalizar los usos. No creo que la solución al problema climático sean el cese de la extracción de petróleo y la elaboración de productos derivados de éste. No creo que la solución sea volver a las suelas de cuero (incremento de explotación ganadera para surtir a todo el mercado), a las de esparto (alto impacto ecológico para nutrir calzados) y otras cosas del estilo. Los derivados del petróleo nos han mejorado la vida notablemente en todos los aspectos dándonos una calidad que ni con mucho hubiésemos imaginado: desde las prendas y maquinaria hoy habituales que protegen del frío hasta elementos deportivos (no imagino unos <<pies de gato>> con suela de corcho, por ejemplo). También ha permitido que <<lo tradicional>> evolucione y se perfeccione: un jersey de pura lana ya no pica como hace un siglo o los calcetines de lo mismo no te dejan los pies para el arrastre. Hay que proteger la naturaleza, estamos de acuerdo; incluso volver a ella e integrarla de nuevo en nuestro paisaje habitual; pero, no creo que haya que hacerlo a cualquier precio. La sola presencia del ser humano -desde aquel mono que tras encontrar una quijada le da uso bélico y se topa luego con el enigmático monolito- implica cambios en el entorno: es inevitable; es una cuestión de perpetuación de la especie. Hay que reflexionar sobre esto y no empecinarse en estupideces cuya consecuencia sería eliminar nuestra capacidad de supervivencia. Claro que hay que modificar mucho de lo establecido/impuesto; sin embargo, al final, todo se reduce a usar el sentido común y combinar la esencia humana con la esencia de la naturaleza: el hombre es parte incuestionable de ella.
Euforismos y sentencias
Cada vez que oigo eso de que vivimos en «la España de las libertades» no puedo evitar una ancha sonrisa sardónica...
Dejó dicho Joaquín Costa que, así las cosas, media España moriría ahogada y la otra media de sed. La falta de infraestructuras y, lo que es peor, la falta endémica de criterios le llevaron a fijar esas palabras aniquiladoras que se han perpetuado siglos después. España es un país de oportunistas y advenedizos que se dedican a la política sin la mínima pizca de vocación de servicio la inmensa mayoría de ellos. Su único interés, medrar. Y así van las cosas centuria tras centuria. No son los únicos responsables de la abúlica mediocridad instalada en el coso político: los ciudadanos llevamos en la estolidez de nuestro pecado la penitencia que merecemos.
30/08/2021
Euforismos y sentencias
Pues, yo, sinceramente, no consigo imaginar a que chino conoció el que inventó la frase «que no te engañen como a un chino»...
28/08/2021
27/08/2021
Les hacía marcar un puntito en el centro de la hoja del cuaderno. Luego les pedía que se centraran en él y fuesen comprobando su magnitud comparándola con el espacio que le rodeaba: toda la superficie de la hoja, la hoja dentro de la superficie del pupitre, éste en la del aula, la del aula en la del pabellón, la del pabellón en el edificio, éste en el barrio, en la ciudad, en la provincia... Así hasta que consiguiesen abarcar la parte más o menos conocida del universo. Hecho esto, el cálculo imperfecto y a la baja: todo eso no es más que una trillonésima parte, otro puntito, en un trillón de galaxias contenidas en otra galaxia contenida... Cuando conseguía que su imaginación comprendiera y que el concepto les estremeciese, me levantaba, me acercaba a cada uno ellos y les decía: <<ahora, en ese infinito punto, búscate>>.
26/08/2021
No es la vida. El ajedrez no tiene nada qué ver con la vida. Ni siquiera es una relación de rivalidad o de poder. En realidad, no hay ninguna satisfacción en la muerte del rey contrario. Es la muerte de la reina la que, de verdad, produce un placer pleno, casi absoluto; un placer reconfortante y perverso. Yo no dejé el ajedrez por decepción, por aburrimiento o por quedar colmado con sus experiencias limitadas a mecanismos rutinarios de trebejos inánimes deambulando por escaques cercados por el abismo, por el vacío. Me retiré porque empecé -no sé si inconsciente y voluntariamente, aunque parezca contradictorio- a sufrir una impaciencia dramática y dolorosa. Afronté mis últimas partidas con una precipitación obsesiva. No me importaban los errores cometidos, sino la necesidad irreprimible de eliminar a la reina. A eso dediqué todos mis conocimientos y esfuerzos y una vez conseguido (si lo conseguía) el combate dejaba de tener aliciente y caía en una desidia devastadora.
Euforismos y sentencias
Cuando la felicidad llamó a su puerta, él/ella estaba en el váter.
25/08/2021
Fue un impulso irreflexivo. Apenas hube entrado en casa y llegado, dos pasos más allá, al salón-comedor comprendí el caos en toda su magnitud. Pequeñas pilas de libros y papeles, objetos inánimes superpuestos unos sobre otros, fatigaban el desorden. El resto de la casa, cada cuarto, condecoraba la misma condición. <<Voy a ordenarte>>… Empecé una reconstrucción anárquica de los espacios invertebrados, desorientado, sin saber muy bien dónde y cómo colocar cada elemento, seleccionando, analizando, corrigiendo hasta que las áreas liberadas fueron conociendo la luz y empujando sutil y silenciosamente cada elemento a una nueva ubicación. Poco a poco, la nueva disposición creó entornos despejados; como si, de súbito, por alguna artimaña mágica, todo se hubiese desvanecido del antiguo escenario para reaparecer, con nuevos rostros y formas, irreconocible en un paisaje recién inventado. Ahora todo está en orden. Ya no hay objetos hacinados ofuscando la mirada, turbando la virtud de la morada santa; el obsceno desorden se ha redimido y la casa -cada uno de sus cuartos- aparece despejada. Ahora reina algo parecido a ese murmullo rezandero de los templos: respetuoso, reconcentrado, severo. Es el susurro de las cosas… porque la casa ya no me habla: ha enmudecido; tal vez no se reconoce o se habrá enojado conmigo y ha decidido guardar silencio.
23/08/2021
Hay una frase en <<El gatopardo>>, de José Tomás de Lampedusa, que me ha acompañado desde que leí el libro (edición Círculo de Lectores) allá por el... Es una frase que contiene un terrible dramatismo: <<Si queremos que todo permanezca como está, necesitamos que todo cambie>> ( «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi»). Ahora, hoy, por desgracia, el foco de atención está en Afganistán. No es la única zona <<caliente>> del planeta -hay otras muchas que pasan desapercibidas, sin la pena ni la gloria deparada por los medios de comunicación-; sí es, sin embargo, una zona estratégica para algunos y sus intereses no sólo económicos. Yo no sé qué pasa por las cabezas de los dirigentes mundiales. Tampoco es imprescindible conocerlo. La cuestión es que, una vez más, ese territorio vuelve a ser un punto de discordia, de violencia, de peligro... y de poder. La ayuda de iraníes e iraquíes [puede ser que algunos más] al fanatismo islámico afgano es evidente aunque se silencie por razones diplomáticas. Ése puede haber sido un punto de fricción o de disuasión a la hora de replegar tropas internacionales a sus países de origen. Sin embargo, yo estoy seguro de que la razón más poderosa e influyente ha sido la pasividad. Durante veinte años, estos últimos, la sociedad afgana se ha mostrado tibia y pasiva, indolente ante los cambios vitales, de importancia cardinal, que debía acometer. Quitarse un velo de la cara y maquillarse un poco no es algo que en sí mismo provoque una revolución irreversible. El afgano de a pie aceptó esos avances anecdóticos con la desidia de quien no ve su relevancia. ¿Que se escolarice a las niñas? Vale: yo a las mías no las llevaré a la escuela; ¿Que se maquillen las mujeres? Bueno, mientras las mías no lo hagan; etc... Porque esa es la realidad afgana [e iraní, iraquí, yemení,...] de estas dos últimas décadas. No ha habido modernización real ni lucha contra unas costumbres atenazantes en las que el hecho de quitarse el velo es comparable a la desnudez total. Y ahora, el mismo miedo de antes, pero aumentado. He buscado fotos; he leído algunas cosas; he intentado pensar, reflexionar sobre un porqué que me resulta más evidente que fácil de explicar. Ya tienen un cambio, su cambio, con el que mantendrán a la sociedad en su misma, idéntica, perversa abulia. Una sociedad que quitándose el velo creyó que ya estaba todo hecho o que ya era suficiente (o demasiado), que no se quitó lo cerril ni lo ignorante; una sociedad que, en el fondo, mantuvo intacta la parte oscura de su naturaleza. Una sociedad que no eliminó el miedo y que, por no querer cambiar, ahora tendrá dos tazas de su caldo y más, mucho más miedo.
23/07/2021
Con frecuencia, cuando llegamos a la madurez, perdemos la perspectiva y nos quejamos -como nuestras generaciones precedentes- de la rebeldía de la juventud. Olvidamos qué hicimos de jóvenes o qué pudimos hacer. Anquilosados, olvidamos que es la rebeldía de la juventud la que cambia y mejora las más de las veces el estado de las cosas.
23/06/2021
03/06/2021
Son nimiedades que servidor echa de menos sin llegar a los polos de la nostalgia. Pequeños detalles que sin saberlo, pasando inadvertidos por su escasa irrelevante corpulencia, pusieron marchamo a una época. Hay en el taller una afanada pulcritud, la diligente asepsia ordenada, estabulada, en esos rijosos y modernos «parámetros de calidad». Sobre las paredes paneles con herramientas, afiches admonitorios, carteles informativos... Ni uno solo de aquellos cálidos calendarios con espléndidas señoras desnudas, mostrando sin pudor sus pechos opulentos, sus pubis frondosos a la novedosa libertad. Calendarios que convivieron, también, junto a pósteres de Playboy -y revistas similares- desplegados para el recreo visual y la excitación vicaria en las cabinas de los Barreiros, de los Pegaso, de las DKW... ¡Qué tiempos enormes de picardía casi pueril, de salacidad casi ingenua!
17/04/2021
04/03/2021
20/02/2021
03/12/2020
Me he dado tiempo para no pensar, para oír, para no hablar. No pensar para que la rutina de la reflexión no se convierta en un atributo insensible, sólito y superficial por recibir tanto manoseo insustancial; para que el pensamiento -de alguna manera- no deje de sorprender, de pillarme desprevenido. Oír para comprender, para aprender, para comparar. No hablar para no herir, para no pecar, para no ofender, para no olvidar porque, con frecuencia, cuando alentamos eso que llevamos dentro dándonos punzadas experimentamos alivio y de éste parte el olvido: lo que no vemos o no sentimos no existe; lo que no existe no duele. Hace unos meses (tal vez algún pasado 10 de Septiembre: Septiembre tiene algunas connotaciones negras para muchos) colgué mi punto y coma cooperativo. Había estado enredando estadísticas, datos ralos, esparcidos por acá y acullá, y fatigando artículos determinantes sobre el suicidio -que no es otra cosa que el <<nuestricidio>> social, el síntoma inapelable del fracaso colectivo). Los resultados arrojaron un escalofrío devastador. Son muchos los que a diario se disparan el último cartucho de vida en la sien, demasiados. Luego, también, hay otros que no entran en estas estadísticas aniquiladoras: son aquéllos que van consumiéndose en la soledad, en el olvido, en el desprecio. Esos también mueren; de pena, de impotencia, de angustia, de inanición social. Cuando alguien muere, nos damos unos golpecitos de pecho como si abjuráramos de nuestra hipocresía e inmediatamente después soltamos eso de <<la vida sigue>>, <<the show must go on>>, tratando de aparentar resignación y duelo cuando lo que afirmamos con esa frase y esa actitud es <<me da igual, yo sigo aquí>>, en vez de plantarnos, poner pie en pared y decir: <<hasta aquí hemos llegado con la broma; hasta que no empecemos a resolver esto de aquí no se mueve ni dios>>. Muere alguien famoso y el problema (o uno de ellos) se hace visible un instante. Se le dedican minutos y minutos de información, de reconocimiento tardío, de pena. Nos mostramos compungidos y atribulados solapando a los otros que componen ese día la docena de fallecidos por causas similares (o idénticas). Y está bien. Bien a medias, porque pasado el fervor informativo por la búsqueda de audiencia, los homenajes extemporáneos, los recuerdos comunes de esas abatidas amistades que durante años jamás marcaron ese número de teléfono o se preocuparon por una salud, por una economía, todo volverá a su gris oscuro, a la bruma viscosa en la que permanece habitualmente. Menos mal que yo ya voy estando curado de espantos. Menos mal que cada día me importa menos esta puta mierda de humanidad.
18/11/2020
03/11/2020
12/10/2020
25/09/2020
12/08/2020
Cuatro años. Cuatro largos años de ausencia esperando algún cambio: nada. Todo es una gran decepción. Es cierto que ha habido movimiento; tímidos pasos que, al final, quedarán en nada y el estatismo se confirmará, se perpetuará. Y no es por inocencia ciudadana: es por estupidez ciudadana. No queremos mejorar y nos encontramos a gusto, cómodos en el deplorable sesgo de confirmación. El mundo sigue su curso a empellones de una inercia inalterable y fatal.
09/03/2020
23/10/2019
23/11/2018
18/10/2018
04/05/2017
27/10/2016
ESA RANCIA ARISTOCRACIA
05/10/2016
ALGARABÍA
03/10/2016
PAVANA -MEJOR QUE REQUIEM- PARA UN SÁNCHEZ DIFUNTO
28/09/2016
SÍ HUBO REVOLUCIÓN
26/09/2016
LA INSOPORTABLE ESTUPIDEZ DEL SER
Las fracturas internas trataron de enmascararlas de "democracia interna" cuando eran, sencillamente, una guerra declarada de desgaste y posiciones. Y de esos polvos estos lodos. Ahora el PSOE está en trance de muerte porque su dubitativa posición ha podido más que el intento de rectificación. Se alinearon con la derecha; perdieron la confianza de muchos de los suyos y cuando quisieron enmendar el error ya era tarde.
Lo mismo que le puede pasar a Podemos. Obtuvieron buenos resultados acercándose a los desencantados y a los indignados; moderaron su discurso y perdieron la parcela que querían ganar y la parcela que tenían ganada. Cada uno en su sitio y dios en el de todos. Eso es lo que debe estar pensando ahora Rivera. Su discurso "españolista" puede tener algo de calado en Cataluña por eso de "jugar en casa". En el resto de España me da que ese espacio ya está ocupado y copado por el españolismo natural, por el castizo, por el "legítimo" del PP cuyos yunques y ruedas cantan al compás, machacan y atropellan al compás. De Rivera esperaron algunos intenciones sinceras de renovación; pero, sus pactos y sus acuerdos desmintieron sus palabras. Rivera, no obstante, parece un tipo más perseverante que Sánchez, y más ambicioso: no me extrañaría que en poco tiempo fuese directamente en las listas del PP. Rivera no va a renunciar fácilmente a la buena vida parlamentaria y menos siendo consciente, como es, de su buena retórica, de su capacidad oratoria.
22/09/2016
FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETE(D)O(R)
Puede que un gobierno de la "izquierda" y los nacionalistas sea monstruoso y antinatural; pero, olvidan -acaso no lo sepan: tal es su ignorancia- que al engendro "Frankenstein" (el monstruo carece de nombre en realidad) lo creó la locura de quien se creyó dios; de quien se pensó a sí mismo como todopoderoso, invulnerable, inmune, intocable; por quien pretendió estar por encima del bien y del mal: ¡como ellos! Olvidan que el catacrético monstruo no era tal, que se convirtió en monstruo-quinceeme cuando su "creador" no sólo incumplió sus promesas, sino que además trató de eliminarle impunemente de la haz de la tierra. Olvidan que la venganza del "monstruo" no es más que una venganza justa, una forma de justicia poética y que, en realidad, no es más que defensa propia. Gonzalo Suárez, por cierto, abundó a su manera en el asunto del monstruo y los monstruos frankensteinianos y dirigió magistralmente una visión peculiar de la obra de Mary Shelley en "Remando al viento". Deberían verla todos esos ignorantes filateros. Léanse el libro; léanse detenidamente las reflexiones y los argumentos del "monstruo" y tal vez -si son honestos consigo mismos- reconozcan que el malo de la peli no es la creadura de Frankenstein, sino el propio Frankenstein por mucho que se pretenda relevarle de su despropósito. En todo caso, estoy convencido de que lo que venga de esa hipotética coalición de gobierno de la izquierda y los nacionalistas no puede ser nunca peor que lo que llevamos padeciendo desde 1.982.