06/10/2021

Bono cultural (muy alejado del Bono político)

 El Gobierno prepara un <<bono cultural>> e <<ipsofácticamente>> se eleva a las alturas un estruendoso clamor sectorial, un torbellino inclemente de ayes y lamentos. En primer lugar, acaso por alegar algo sensato entre los despropósitos, decir que el acceso a dicho bono será voluntario y su uso específico; a saber: no podrá emplearse en la adquisición indiscriminada de botellones, elementos incendiarios para <<manifas>> ni para comprarse perros y flautas con las que, como diosecillos pánicos, distraer al personal en las esperas de los semáforos; será -aunque a algunos les resulte infame y caprichoso y extraño- para derivas culturales en cualesquiera de sus vertientes (compra de libros, visitar una obra de teatro [eso tan parecido a los folletines televisivos con los que comen las cabezas enruladas de las marujas y tan alejados de ellos a la vez], entradas a conciertos, puede que incluso a los de los clásicos, etc...). Argumentos, como tales -y sólidos- contra el bono de Sánchez (nada qué ver con el Bono castellano-manchego que se puso pelos y pisos y se hizo hacer un enorme cuadro a precio de alhaja de buena ley con dineros de los contribuyentes) todavía no he oído barra leído. Sí me ha llegado algo parecido a un soniquete sólito, en formato mantra o consigna, que ya empacha: <<¡es para comprar votos!>> No voy a abundar en la estupidez de tamaña afirmación cuando es del común el conocimiento, la percepción y la comprobación después de muchos años de experiencia, que cuatrocientos napos de vellón no dan para comprar voluntades. Aunque así fuera, sería en tal caso porque los dieciochoañeros en modo Serrano y aledaños habrían renunciado a la obtención de la dádiva, que también va para ellos, y la estadística, claro, se resolvería favorablemente a la milonga de sus padres. Cada vez que surge algo de esto y hay protestas y golpes en las farolas con palos de golf o cacerolada delegada en la sirvienta, me pregunto <<¿quiénes y por qué protestan exactamente? ¿Qué parte de su esencia, patrimonio, costumbre y demás ven peligrar?>> Y las respuestas no yerran. Ahora que lo pienso, no sé por qué me meto en estos asuntos que no me incumben porque no entro en el sector seleccionado (ya tengo demasiados dieciochos años cumplidos: me paso de dieciochoañero de largo). ¿Qué más me da a mí? ¿En qué puede beneficiarme que algún chaval por ahí se compre un libro en una librería y lo lea o vaya a un teatro o se meta de bruces en un concierto para gaitilla y orquesta y cosas similares? Así las cosas, tampoco me voy a preguntar en qué perjudica a quienes protestan tan airados e irritados; porque doy por cierto y sentado que si se quejan es porque algo les perjudica y duele en alguna parte de su cuerpo o de su geografía. Yo, como san Juan, el del apocalipsis: el que tenga dos dedos de frente, que los use.

05/10/2021

Euforismos y sentencias

 El humano, apenas descubrió el calor del fuego, sintió frío y se cubrió con pieles. Así debió ser la cosa.

04/10/2021

 La niña sale del portal poscedida por su madre. La mira desde su pequeñez y le dice con ese énfasis alegre y pleno de ternura de los niños: ¡Hase fdío!

Y sigue con sus pasos meninos, con su garbo en ciernes, adelante. Y pienso en mis hijos a su edad, en todos los hijos a su edad. Y pienso que qué lujo puso dios o el universo o el azar en la infancia.

03/10/2021

 Un viento largo, de mugido débil, aún no frío, lame irrespetuoso este coticinio intenso de domingo. No hay más sombras que las sombras apoyadas en las esquinas. De cuando en cuando, sobresaltadas, las ramas de los árboles se estremecen. Un sueño festivo madruga cansado y se despereza a golpes de bostezo. Todavía hay tiempo para nada.

02/10/2021

 Leo con estupefacción por aquí que, al parecer, Fernando Sánchez Dragó (de profesión <<a saber>>) afirma haber leído treinta mil -30.000- libros. Como buen pescador que debe ser -además de buen <<asaberista>>- deduzco que sufre de <<hiperbolismo>> agudo. Suponiendo que hubiese nacido el día uno de Enero del año de desgracia y sublevación de 1.936, que hoy celebrásemos el postrer día del año en curso (31 de Diciembre de 2.021) y descontando -muy generosamente- sólo un par de años que tardara en aprender a leer, las cuentas que me salen arrojan el contundente resultado de que, según él, este tipo se ha leído la friolera de 0'99 libros diarios, un libro al día, por redondear. ¿Mi conclusión? Sencilla: estadísticamente lo tonto si exagerado, dos veces tonto.

Votad mal... ditos

 "Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien".

Mario Vargas Llosa. Escritor hispano-peruano.
Yo siempre he pensado que un escritor no debe ser un oficinista, un burócrata atado a la tecla o al bolígrafo que cumplimenta folios compulsivamente. Creo que el escritor -al que podríamos diferenciar del <<escrotor>>- debe tener, además de calidad y talento, una vertiente social ligada a la crítica constante, permanente; tener la obligación ética de contrarrestar a los poderes en toda su extensión.
A mí, Vargas Llosa, no me ha decepcionado como escritor. Admiro su prosa, su capacidad narrativa.
Ni siquiera, después de algunas lindezas y perlas deyectadas por su boca a lo largo de estos años, me ha decepcionado como persona: ha sido siempre, y es, un tipo que no oculta su esencia; y no sólo no la oculta: la fomenta y la cuida. Me refiero a su naturaleza bien tramada de dandy que, además, ejerce y deslumbra como intelectual.
Ahora bien: lo uno no quita ni eclipsa lo otro. Nadie esta libre de cometer pecados, de dejarse llevar por la tentación ni de decir idioteces fuera del juego de mesa en concurso familiar. Y aquélla de arriba que encabeza el texto es una de ellas. No porque no haya dicho, en realidad, lo que nosotros interpretamos, que podría ser, sino porque la frase es una solemne majadería y contradicción en sí misma: es un oxímoron quasi perfecto. Es evidente que en unas elecciones lo importante, por definición, es votar, así a secas. Y que para hacerlo se requiere como condición imprescindible que el voto se emita en absoluta libertad como para jugar al fútbol se necesita un balón y un terreno de juego y jugadores. Lo importante, pues, es votar en libertad. Otra cosa es que la irrespetuosa ciudadanía decida no votar aquella opción que a Vargas le parezca más adecuada. Le voy a poner a Vargas Llosa un contraste para ver si percibe la importancia de la inclusión de la palabra <<libertad>> en el ejercicio del voto y la innecesaria, por sobrante, apelación al <<bien>>. Con Franco, el dictador, se votaba «bien» (porque se votaba lo que el cafre quería), pero no se votaba en «libertad», con lo cual el resultado insultaba la necesaria legitimidad del voto porque la votación asperjaba su condición de innecesaria: se supone que el voto expresa la voluntad de los votantes, de lo contrario -si refleja la voluntad del «votado»- es absurdo porque, para esto, no se necesitan votantes: basta con imponer la voluntad del tirano. Si con Franco, el dictador, se hubiese votado <<en libertad>>, es posible que el resultado hubiese sido otro e inconveniente para los intereses del autarca. No sé si he conseguido explicar al señor Vargas Llosa la importante, trascendente, importancia del concepto <<libertad>> en el voto y la aberración que supone intercambiarlo por el concepto <<bien>>. Pero, para mí, entre nosotros, creo que queda bastante claro mi argumento y desmontada la sandez de su frase por mucho postín y enjundia que sus opiniones, en general, conlleven.

 Los envidiosos, como cualesquiera otros trastornados, creen que ellos no son envidiosos y que los envidiosos son los demás. Y creo más: que la envidia se manifiesta de muchas maneras y se descubre en infinidad de detalles. Entro en Instagram y alguien ha expuesto -una vez más- una fotografía impresionante. A pesar del evidente y arrollador talento fotográfico, no tiene miles de «fologüeres» ni recibe cienes y cienes de «laiques». Miro la foto última, la amplío, me recreo en ella y pienso. Pienso que esa fotografía -como todas las demás suyas- no tiene nada que envidiar a las de los fotógrafos consagrados y prestigiosos y sí mucho reconocimiento que recibir. Extiendo esa idea a otras actividades: todos los días veo magníficos cuadros y fotografías, leo extraordinarias narraciones y poemas, oigo ingeniosos argumentos y, aún así, esa gente no descolla ni recibe, no ya de extraños y ajenos sino de sus propios, la loa merecida. ¿Cómo es posible que tantos talentos queden en la indiferencia? Yo sólo me lo puedo explicar colocando un concepto: envidia. Vuelvo a la foto y me convenzo de que está a la altura de Cartier-Bresson, de Newton, de Liebovitz, de García Rodero.., y pienso que es injusto, que es por envidia: la enfermedad mental más padecida por los mediocres.

30/09/2021

 Una de las frases (casi orgásmicas) que mas me conmueve es esa importada de los guiones mediocres del cine estadounidense que dice <<[exijo porque] ¡yo pago mis impuestos!>>; así: con una solemne y rotunda, desairada y ofendida, exclamación. Como si fuese el hecho de pagar impuestos lo que confiere derechos u otorga alguna desconocida y nunca suficientemente y bien ponderada prerrogativa sobre quienes no los pagan. Es una frase que, sin sorpresa por mi parte, hemos adoptado he incluido sin reservas en nuestro peculiar acervo. A estas alturas la soltamos sin pudor ni rubor a la primera de cambio, en un estallido de sagrada cólera, haciéndonos valer. Y no se nos cae la cara de vergüenza por la estupidez, oye.

24/09/2021


 

18/09/2021

 Tiene una cara preciosa, la coquetería ufana, descarada, casi ofensiva de las madres jóvenes y un cuerpo espectacular. Pero, claro: ¿Qué niña no tiene un cuerpo bordado con perfección a los dieciséis o diecisiete años? Ya no lleva a su hijo en brazos haciéndole carantoñas pueriles y cucamonas; el pequeño ya va para los dos años y anda. Con cierta frecuencia me cruzo con ella, con la gitanilla oscura y guapa, con ese algo efervescente e infantil que aún revuela en sus venas. Me cruzo con ella y pienso. Pienso en quién decide las edades adecuadas; en quién decide que a los dieciocho un ser ya está suficientemente maduro y es apto para votar, o conducir, o emanciparse, o alistarse en una compañía de operaciones espartanas, o tomar infecundos o faustos tragos de alcohol... Pienso que a los dieciséis aún se es niño, que a los cincuenta muchos seguimos siendo inmaduros, que nos imponen la moral, las leyes y las costumbres y que cualquier argumento relacionado con las edades es tan feble y quebradizo como libre sea la voluntad del individuo. A mí estas cosas siempre me dan qué pensar.

17/09/2021

Safa, el viejo roquero

 No pretendo ni siquiera un recordatorio nostálgico, ¡faltaría más! Incluso puede ser que mi precaria capacidad de evocación me traicione y ponga el dedo en la llaga equivocada. Pero, yo tengo en mi cabeza el resabor de estas dos canciones (que acabo de encontrar de manera fortuita) mezcladas en un popurrí <<titánico>> verbenero. Imagino -ya que no me atrevo a recordar- un perfil indio, de pelo lacio más caído que peinado en una moda decadente y trasnochada; un mostacho cuyo declive llegó impregnado de un sueño permanente e imposible (los viejos rockeros también mueren); aquel hombre afable, entre sereno y retraído que amistó con todos cuantos le conocimos y otros cuantos que pasaron por aquellos escenarios de tableros inestables y rústicos, sobre remolques de tractor, para dejar sus afanes en redobles de baquetas emocionadas, pulcras, sonrientes, domadas por buena gente, en cuerdas, en teclas, en tubos de vientos irregulares sólo para la triste diversión de los paisanos. Así lo percibo yo con el tiempo y con esta ilusión devastada. Y así, la copla festiva merodeada de vida. Sólo es memoria; acaso ni eso; y es eso: Triana, ¡ay! Triana morena... Tengo una novia que es un poco tonta... Yo también tuve vida entonces, y buen vino, y buenos amigos que en su mayoría perduran, y también tuve, ¿cómo no?, una novia que fue un poco tonta, como yo, porque dios nos hace y nosotros -dicen- nos juntamos...

15/09/2021

Euforismos y sentencias

 A veces me sale esa sonrisa de forma espontánea. Es una sonrisa de comisuras tensadas por el sarcasmo mudo. Una sonrisa sin más consecuencias que la mueca desconfiada que aporta. A veces me sale de súbito, sin pensar, como cuando -por ejemplo ayer- un economista sugiere una movilización ciudadana frente al abuso de las compañías eléctricas.

06/09/2021

 Una temperatura clemente; un cielo constante, amable encapotado; un viento suave que alivia. Yo, si dios, replicaría el día de hoy eternamente...

 Amanece un atardecer fausto y oscuro, de nube vejancona y plañidera, con ganas de gresca tormentosa que acaso se diluirán en los bordes romos y altos del ángelus. Del gris encapotado se desprende esa paz inquietante de la incertidumbre, el rezo íntimo ojalá de un si lloviera, de un qué día precioso y lento y plomizo para una humilde tormenta...

02/09/2021

 Llevo tiempo moleando el asunto. No por indeciso o confuso, que también, sino porque no termino de ver aquello que una escora plantea con tanto ímpetu. Todo, al final y a mi modo de ver, radica en racionalizar los usos. No creo que la solución al problema climático sean el cese de la extracción de petróleo y la elaboración de productos derivados de éste. No creo que la solución sea volver a las suelas de cuero (incremento de explotación ganadera para surtir a todo el mercado), a las de esparto (alto impacto ecológico para nutrir calzados) y otras cosas del estilo. Los derivados del petróleo nos han mejorado la vida notablemente en todos los aspectos dándonos una calidad que ni con mucho hubiésemos imaginado: desde las prendas y maquinaria hoy habituales que protegen del frío hasta elementos deportivos (no imagino unos <<pies de gato>> con suela de corcho, por ejemplo). También ha permitido que <<lo tradicional>> evolucione y se perfeccione: un jersey de pura lana ya no pica como hace un siglo o los calcetines de lo mismo no te dejan los pies para el arrastre. Hay que proteger la naturaleza, estamos de acuerdo; incluso volver a ella e integrarla de nuevo en nuestro paisaje habitual; pero, no creo que haya que hacerlo a cualquier precio. La sola presencia del ser humano -desde aquel mono que tras encontrar una quijada le da uso bélico y se topa luego con el enigmático monolito- implica cambios en el entorno: es inevitable; es una cuestión de perpetuación de la especie. Hay que reflexionar sobre esto y no empecinarse en estupideces cuya consecuencia sería eliminar nuestra capacidad de supervivencia. Claro que hay que modificar mucho de lo establecido/impuesto; sin embargo, al final, todo se reduce a usar el sentido común y combinar la esencia humana con la esencia de la naturaleza: el hombre es parte incuestionable de ella.

Euforismos y sentencias

 Cada vez que oigo eso de que vivimos en «la España de las libertades» no puedo evitar una ancha sonrisa sardónica...

 Dejó dicho Joaquín Costa que, así las cosas, media España moriría ahogada y la otra media de sed. La falta de infraestructuras y, lo que es peor, la falta endémica de criterios le llevaron a fijar esas palabras aniquiladoras que se han perpetuado siglos después. España es un país de oportunistas y advenedizos que se dedican a la política sin la mínima pizca de vocación de servicio la inmensa mayoría de ellos. Su único interés, medrar. Y así van las cosas centuria tras centuria. No son los únicos responsables de la abúlica mediocridad instalada en el coso político: los ciudadanos llevamos en la estolidez de nuestro pecado la penitencia que merecemos.

Que nadie se queje de las situaciones si cree que por haber votado ya ha cumplido con su deber social ciudadano. Votar no es más que la acción que precede a la excusa de la conformidad. Carecemos de educación política, social, medioambiental, económica, consumidora... y nos sobran rogativas, banderitas y fanatismos exacerbados y atávicos. Sé que no se darán por aludidos quienes más deberían: es otro rasgo distintivo de nuestra mezcla esencial. País de cobistas, tramposos y pícaros. País grotesco cuna del esperpento.
Qvosqve tandem...

30/08/2021

Euforismos y sentencias

 Pues, yo, sinceramente, no consigo imaginar a que chino conoció el que inventó la frase «que no te engañen como a un chino»...

28/08/2021


 

27/08/2021

Les hacía marcar un puntito en el centro de la hoja del cuaderno. Luego les pedía que se centraran en él y fuesen comprobando su magnitud comparándola con el espacio que le rodeaba: toda la superficie de la hoja, la hoja dentro de la superficie del pupitre, éste en la del aula, la del aula en la del pabellón, la del pabellón en el edificio, éste en el barrio, en la ciudad, en la provincia... Así hasta que consiguiesen abarcar la parte más o menos conocida del universo. Hecho esto, el cálculo imperfecto y a la baja: todo eso no es más que una trillonésima parte, otro puntito, en un trillón de galaxias contenidas en otra galaxia contenida... Cuando conseguía que su imaginación comprendiera y que el concepto les estremeciese, me levantaba, me acercaba a cada uno ellos y les decía: <<ahora, en ese infinito punto, búscate>>.

26/08/2021

 No es la vida. El ajedrez no tiene nada qué ver con la vida. Ni siquiera es una relación de rivalidad o de poder. En realidad, no hay ninguna satisfacción en la muerte del rey contrario. Es la muerte de la reina la que, de verdad, produce un placer pleno, casi absoluto; un placer reconfortante y perverso. Yo no dejé el ajedrez por decepción, por aburrimiento o por quedar colmado con sus experiencias limitadas a mecanismos rutinarios de trebejos inánimes deambulando por escaques cercados por el abismo, por el vacío. Me retiré porque empecé -no sé si inconsciente y voluntariamente, aunque parezca contradictorio- a sufrir una impaciencia dramática y dolorosa. Afronté mis últimas partidas con una precipitación obsesiva. No me importaban los errores cometidos, sino la necesidad irreprimible de eliminar a la reina. A eso dediqué todos mis conocimientos y esfuerzos y una vez conseguido (si lo conseguía) el combate dejaba de tener aliciente y caía en una desidia devastadora.

Durante esa etapa observé cómo mis oponentes me dedicaban miradas de auténtico estupor, gestos de incomprensión ante mis desafortunados movimientos. No entendían mi proceder; mucho menos que mi único interés después de haber logrado un cierto prestigio fuese, sencillamente, matar a sus damas aunque para ello hubiese de poner en riesgo el resto de mi hueste.
Siempre supe que el rey era un títere, un ser pánfilo y cobarde que rehúye la lucha, que se parapeta gracias a su mando establecido por un extraño convenio universal y por la aceptación tácita, sumisa, de sus vasallos. El rey es un impostor incapaz de matar cara a cara: sólo lo hace a traición, sorprendiendo por los flancos desarmados. Ahora, ese conocimiento me escocía como sal en una herida profunda; me indignaba, me enojaba. No tuve ninguna necesidad de desenmascarar a quien ya estaba desenmascarado; sí la tuve de intervenir, de despreciarle, de humillarle.
Y, sin embargo, bien pensado, tampoco fue ese el detonante -en sí mismo- de mi huida. Sí lo fue un hecho extraordinario e imprevisto por mí.
A los pocos meses de correrse el rumor de mi disparatada tenacidad, y de comprobarse en múltiples partidas su veracidad, buena parte de mis rivales al ver a sus reinas hostigadas sin descanso empezaron a modificar sus estrategias y a defenderlas casi compulsivamente. Esto produjo un cambio notable (aunque carente por completo de ningún interés relevante) en el juego. Paulatinamente, los reyes dejaron de importar. Los tableros se llenaron de piezas agrupadas en torno a las reinas dejando a los reyes indefensos, arrinconados, olvidados en su efímero trono. Algunos, por un raro prurito de ortodoxia, los parapetaban tras la tutela de alguna torre aún fiel, emparedados, inmóviles, inútiles. Fue como reconocer explícitamente quién ostentaba la auténtica potestad soslayada durante siglos por un alfeñique coronado cuya única función servible era morir.
No intervine -ni aun hoy lo hago- en las polémicas cruzadas que se aventaron. Los argumentos que unos y otros armaban a favor o en contra de mi locura, de mi audacia, de la neonata necesidad de revisar las reglas del juego, de reformarlas o de mantenerlas y expulsar del juego a todos los rebeldes, a los herejes, no me aportaron nada: mi desprecio había llegado a su ápice culminante. Me adujé en un silencio abstracto, inextricable.
Me consta, no obstante (mi mutismo no conlleva imperiosamente la ausencia de información actualizada), que en algunos torneos han adoptado una solución salomónica: las mujeres intercambian características y ubicación entre reyes y reinas cediendo a estas los atributos de aquel. En el resto, las normas mantienen su rigidez. Alguien, hace ya algún de tiempo desde que se estableciese aquella primera fórmula expuesta, me sondeó sobre ello. <<No han entendido nada>>, respondí. Tanto mi hermetismo como mi enigmática respuesta fueron interpretadas de muy diferentes maneras por la prensa y por la sociedad: tampoco habían entendido nada.

Euforismos y sentencias

 Cuando la felicidad llamó a su puerta, él/ella estaba en el váter.

(Alarde literario de las 09:25 h.)

25/08/2021

 Fue un impulso irreflexivo. Apenas hube entrado en casa y llegado, dos pasos más allá, al salón-comedor comprendí el caos en toda su magnitud. Pequeñas pilas de libros y papeles, objetos inánimes superpuestos unos sobre otros, fatigaban el desorden. El resto de la casa, cada cuarto, condecoraba la misma condición. <<Voy a ordenarte>>… Empecé una reconstrucción anárquica de los espacios invertebrados, desorientado, sin saber muy bien dónde y cómo colocar cada elemento, seleccionando, analizando, corrigiendo hasta que las áreas liberadas fueron conociendo la luz y empujando sutil y silenciosamente cada elemento a una nueva ubicación. Poco a poco, la nueva disposición creó entornos despejados; como si, de súbito, por alguna artimaña mágica, todo se hubiese desvanecido del antiguo escenario para reaparecer, con nuevos rostros y formas, irreconocible en un paisaje recién inventado. Ahora todo está en orden. Ya no hay objetos hacinados ofuscando la mirada, turbando la virtud de la morada santa; el obsceno desorden se ha redimido y la casa -cada uno de sus cuartos- aparece despejada. Ahora reina algo parecido a ese murmullo rezandero de los templos: respetuoso, reconcentrado, severo. Es el susurro de las cosas… porque la casa ya no me habla: ha enmudecido; tal vez no se reconoce o se habrá enojado conmigo y ha decidido guardar silencio.

23/08/2021

 Hay una frase en <<El gatopardo>>, de José Tomás de Lampedusa, que me ha acompañado desde que leí el libro (edición Círculo de Lectores) allá por el... Es una frase que contiene un terrible dramatismo: <<Si queremos que todo permanezca como está, necesitamos que todo cambie>> ( «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi»). Ahora, hoy, por desgracia, el foco de atención está en Afganistán. No es la única zona <<caliente>> del planeta -hay otras muchas que pasan desapercibidas, sin la pena ni la gloria deparada por los medios de comunicación-; sí es, sin embargo, una zona estratégica para algunos y sus intereses no sólo económicos. Yo no sé qué pasa por las cabezas de los dirigentes mundiales. Tampoco es imprescindible conocerlo. La cuestión es que, una vez más, ese territorio vuelve a ser un punto de discordia, de violencia, de peligro... y de poder. La ayuda de iraníes e iraquíes [puede ser que algunos más] al fanatismo islámico afgano es evidente aunque se silencie por razones diplomáticas. Ése puede haber sido un punto de fricción o de disuasión a la hora de replegar tropas internacionales a sus países de origen. Sin embargo, yo estoy seguro de que la razón más poderosa e influyente ha sido la pasividad. Durante veinte años, estos últimos, la sociedad afgana se ha mostrado tibia y pasiva, indolente ante los cambios vitales, de importancia cardinal, que debía acometer. Quitarse un velo de la cara y maquillarse un poco no es algo que en sí mismo provoque una revolución irreversible. El afgano de a pie aceptó esos avances anecdóticos con la desidia de quien no ve su relevancia. ¿Que se escolarice a las niñas? Vale: yo a las mías no las llevaré a la escuela; ¿Que se maquillen las mujeres? Bueno, mientras las mías no lo hagan; etc... Porque esa es la realidad afgana [e iraní, iraquí, yemení,...] de estas dos últimas décadas. No ha habido modernización real ni lucha contra unas costumbres atenazantes en las que el hecho de quitarse el velo es comparable a la desnudez total. Y ahora, el mismo miedo de antes, pero aumentado. He buscado fotos; he leído algunas cosas; he intentado pensar, reflexionar sobre un porqué que me resulta más evidente que fácil de explicar. Ya tienen un cambio, su cambio, con el que mantendrán a la sociedad en su misma, idéntica, perversa abulia. Una sociedad que quitándose el velo creyó que ya estaba todo hecho o que ya era suficiente (o demasiado), que no se quitó lo cerril ni lo ignorante; una sociedad que, en el fondo, mantuvo intacta la parte oscura de su naturaleza. Una sociedad que no eliminó el miedo y que, por no querer cambiar, ahora tendrá dos tazas de su caldo y más, mucho más miedo.

23/07/2021

 Con frecuencia, cuando llegamos a la madurez, perdemos la perspectiva y nos quejamos -como nuestras generaciones precedentes- de la rebeldía de la juventud. Olvidamos qué hicimos de jóvenes o qué pudimos hacer. Anquilosados, olvidamos que es la rebeldía de la juventud la que cambia y mejora las más de las veces el estado de las cosas.

23/06/2021


 

03/06/2021

 Son nimiedades que servidor echa de menos sin llegar a los polos de la nostalgia. Pequeños detalles que sin saberlo, pasando inadvertidos por su escasa irrelevante corpulencia, pusieron marchamo a una época. Hay en el taller una afanada pulcritud, la diligente asepsia ordenada, estabulada, en esos rijosos y modernos «parámetros de calidad». Sobre las paredes paneles con herramientas, afiches admonitorios, carteles informativos... Ni uno solo de aquellos cálidos calendarios con espléndidas señoras desnudas, mostrando sin pudor sus pechos opulentos, sus pubis frondosos a la novedosa libertad. Calendarios que convivieron, también, junto a pósteres de Playboy -y revistas similares- desplegados para el recreo visual y la excitación vicaria en las cabinas de los Barreiros, de los Pegaso, de las DKW... ¡Qué tiempos enormes de picardía casi pueril, de salacidad casi ingenua!

17/04/2021


 

04/03/2021


 

20/02/2021


 

03/12/2020

 Me he dado tiempo para no pensar, para oír, para no hablar. No pensar para que la rutina de la reflexión no se convierta en un atributo insensible, sólito y superficial por recibir tanto manoseo insustancial; para que el pensamiento -de alguna manera- no deje de sorprender, de pillarme desprevenido. Oír para comprender, para aprender, para comparar. No hablar para no herir, para no pecar, para no ofender, para no olvidar porque, con frecuencia, cuando alentamos eso que llevamos dentro dándonos punzadas experimentamos alivio y de éste parte el olvido: lo que no vemos o no sentimos no existe; lo que no existe no duele. Hace unos meses (tal vez algún pasado 10 de Septiembre: Septiembre tiene algunas connotaciones negras para muchos) colgué mi punto y coma cooperativo. Había estado enredando estadísticas, datos ralos, esparcidos por acá y acullá, y fatigando artículos determinantes sobre el suicidio -que no es otra cosa que el <<nuestricidio>> social, el síntoma inapelable del fracaso colectivo). Los resultados arrojaron un escalofrío devastador. Son muchos los que a diario se disparan el último cartucho de vida en la sien, demasiados. Luego, también, hay otros que no entran en estas estadísticas aniquiladoras: son aquéllos que van consumiéndose en la soledad, en el olvido, en el desprecio. Esos también mueren; de pena, de impotencia, de angustia, de inanición social. Cuando alguien muere, nos damos unos golpecitos de pecho como si abjuráramos de nuestra hipocresía e inmediatamente después soltamos eso de <<la vida sigue>>, <<the show must go on>>, tratando de aparentar resignación y duelo cuando lo que afirmamos con esa frase y esa actitud es <<me da igual, yo sigo aquí>>, en vez de plantarnos, poner pie en pared y decir: <<hasta aquí hemos llegado con la broma; hasta que no empecemos a resolver esto de aquí no se mueve ni dios>>. Muere alguien famoso y el problema (o uno de ellos) se hace visible un instante. Se le dedican minutos y minutos de información, de reconocimiento tardío, de pena. Nos mostramos compungidos y atribulados solapando a los otros que componen ese día la docena de fallecidos por causas similares (o idénticas). Y está bien. Bien a medias, porque pasado el fervor informativo por la búsqueda de audiencia, los homenajes extemporáneos, los recuerdos comunes de esas abatidas amistades que durante años jamás marcaron ese número de teléfono o se preocuparon por una salud, por una economía, todo volverá a su gris oscuro, a la bruma viscosa en la que permanece habitualmente. Menos mal que yo ya voy estando curado de espantos. Menos mal que cada día me importa menos esta puta mierda de humanidad.

18/11/2020


 

03/11/2020


 

12/10/2020


 

25/09/2020


 

12/08/2020

     Cuatro años. Cuatro largos años de ausencia esperando algún cambio: nada. Todo es una gran decepción. Es cierto que ha habido movimiento; tímidos pasos que, al final, quedarán en nada y el estatismo se confirmará, se perpetuará. Y no es por inocencia ciudadana: es por estupidez ciudadana. No queremos mejorar y nos encontramos a gusto, cómodos en el deplorable sesgo de confirmación. El mundo sigue su curso a empellones de una inercia inalterable y fatal.

09/03/2020


 

23/10/2019


 

23/11/2018


 

18/10/2018

 «El cigarrillo de mi padre dejaba lentas y densas vedijas de humo flotando en la atmósfera del salón: así intuí, observándolas, sin matemáticas, el universo y el infinito...»

04/05/2017


 

27/10/2016

ESA RANCIA ARISTOCRACIA

De cuando en cuando, es un leitmotiv harto socorrido, el PSOE saca a relucir la ya pesada letanía de sus no sé cuántos años de historia y luego, como queda la mar de bien, añade tras la copla el bordón de "al servicio de la democracia y de España". Ya se sabe que "lo pintan" es más fiero que el león, que no es oro todo lo que reluce y que el color del cristal con que se mira modifica lo que se ve, aunque lo que más modifica lo observado es el ojo de cada uno y sus defectos.
Cada cierto tiempo nos aventan a voleo -con el pitas pitas-, digo, esa monótona consigna con la que parece quieren justificar un lugar que no les puede ser expropiado, un lugar que -insinúan- les perteneciera por derecho divino. Es, de alguna manera, una especie de derecho feudal sobre el espacio político. Un derecho irreplicable e inalienable adquirido por el simple hecho de existir. Son como esos tipos que en la tarjeta de visita en cuyo ángulo superior izquierdo reluce un escudo de armas, bajo una ristra insoportable de apellidos cargados de nexos y guiones, ponen en letra bien visible el título nobiliario que ostentan, según ellos por encima del resto de los mortales. Apelan a que la legitimidad de su título se nutre de las heroicidades pasadas y en ellas basan su legitimidad presente. Nada más falso, nada más tramposo.
El PSOE, como esa aristocracia, es prescindible. Es prescindible como lo es la burguesía o los cazadores furtivos. Los médicos, los bomberos, los maestros son necesarios; los partidos políticos (y la mayor parte de sus dirigentes), no. No son un "pilar" -como quieren hacernos creer- necesario. Menos cuando hasta la fecha lo único que han demostrado es que son nidos de corrupción que, para colmo, mantenemos con nuestros dineros.
Yo lo siento; pero, a diferencia de aquel alcalde (Rafael Alonso) de Amanece que no es poco, el PSOE -o cualquier otro partido político- es contingente y es innecesario. Que no os engañen, porque toda esa pantomima no es más que para mantenerse unos cuantos en una posición de privilegio de la que han hecho su forma de vida e ingresos y que ahora, más que nunca, ven peligrar.

05/10/2016

ALGARABÍA

De vuelta a casa extraigo de la madeja de pensamientos uno y me concentro en él: “Octubre. Una temperatura agradable. Si este es el cambio climático, yo firmaba ahora mismo por mantener esta tibieza reconfortante todo el año: esto es calidad de vida. El ser humano (“hombre” que se opone, en su definición, al hombre “ser hijo de puta”) ya es capaz de hacer hielo o lluvia, de desalar agua o potabilizarla, de reproducir plantas o repoblar y muchas cosas más que permiten alterar la Naturaleza para mejorarla -ya sé que la realidad es otra y sé el porqué- y hacer este mundo más confortable. No veo, por eso, la necesidad de pasar fríos ni calores extremos. Lo pienso y sí: firmaba esta temperatura todo el año: un eterno suave clima tropical”.
En esto estoy cuando me saca de mi atolondrada abstracción el tipo que me pisa los talones. El alógeno desmenuza, pegado al teléfono portátil, una (para mi novedosa) aljamía que, como el espanglish, se habrá fraguado casi “sin sentir” y que es una peculiar amalgama de su lengua nativa y de la vernácula mía. Así, intercaladas entre sonidos aspirados y guturales, reconozco palabras y frases de mi verboteca. Le salen mezcladas, espontánemente, con naturalidad no forzada, están integradas; son parte de su discurso y del del receptor. No desvirtúan la lengua dominante del hablante; parecen enriquecerla, nutrirla de nuevos conceptos y tiempos verbales inexistentes antes en ella. No hay confusión, no es algarabía; es más una simbiosis o una adaptación al nuevo medio que se expresa con tiempos, pesos, medidas diferentes, más amplias, que urgen la necesidad de inmiscuirse en la lengua autóctona: es una cuestión de conjugar el desconocido futuro. Acaso sea una consecuencia de la ley pendular de la Historia que nos revive a lo mozárabe y lo mudéjar. De ahí paso al vecino -también foráneo- que se excede con la colonia, que se atusa (tal vez sea cristiano, que también los hay en ese pueblo, o en esos pueblos), a las jóvenes con las que me cruzo con frecuencia, coquetas, cosmetizadas, con sus vaqueros ajustados, con su escote alguna, con su minifalda alguna, con sus tacones y sus adornos alguna.
Pero, inevitablemente, también acuden a mi cabeza las sombras, las zonas oscuras. Me vienen aquellos otros que siempre celarán la doctrina y la fe puras; los que siempre estarán alerta para velar por las buenas costumbres y mantener a salvo la tradición y eso que no se sabe quién llamó “cultura”. Los seres oscuros con sus afilados alfanges pendiendo sobre todas las cabezas: las fieles y las infieles. Los libros religiosos deberían haber consagrado, todos por igual, un párrafo común: “Y Dios eliminó a los seres oscuros del fanatismo y vio que lo hecho era bueno”.
Estamos en Octubre; en un Octubre que ha empezado amable, sereno, apacible. Un otoño que no lo es, que es más bien el verano con el brazo extendido. Yo firmaba esta temperatura todo el año.

03/10/2016

PAVANA -MEJOR QUE REQUIEM- PARA UN SÁNCHEZ DIFUNTO

Si es que se veía de vení”. Ahora, a toro pasado, todos somos sabios y profetas. El lance de imperfecta agonía de Sánchez y el PSOE estaba cantado. Ahora, a toro pasado, todo son duelos, quebrantos, algún palomino de añadidura y un denso “lo avisé”. Todos lo sabíamos menos algunos...
Leo por ahí -y quien lo escribe no oculta su justificada alegría- que Sánchez ha caído y de repente, por esa extraña capacidad que tenemos para asociar situaciones, recuerdo el chiste del Cheli y su moto: “el Cheli no se cae: el Cheli se tira”. El Cheli, hasta para eso era chulo (como la Aguirre) y tenía arte. Sánchez, sin embargo, no ha caído; a Sánchez lo han tirado: quiso hacer un caballito o un león rampante y en vez de meter miedo, alguien le aprontó una taina en salva sea la parte por dejarla al descubierto y desprotegida. Es lo que tiene la política, que es cosa de macana donde no rigen para los púgiles las reglas del marqués de Queensberry. Pero, le está bien empleado por dos razones. La primera es por mantener un PSOE residual marca ACME que le ha estado explotando constantemente en las manos convirtiéndole en un pobre Coyote. La segunda es por hacer novillos el día que en clase dieron a Viriato y a Beltrán Duguesclín para ilustrar sobre las traiciones y su maniática costumbre de “venir desde dentro”. Él solito se ha llevado al borde del precipio desde el que ha bastado un soplido hostil para desequilibrarle y sumirle en el abismo. Sánchez, sin el sillón, no tiene nada salvo un futuro peliagudo. Él será el primero en ser purgado y ya puede ir olvidándose de tener voz y voto en el PSOE a menos que la militancia milagrosamente le recupere (cosa harto improbable). Sobre todo porque ahora empieza el baile de la depuración, la lenta pavana en la que, uno tras otro, van siendo eliminados todos los que apoyaron a Sánchez.
En los próximos días, imagino, asistiremos a la recuperación del poder por la facción de “los de siempre”, por los guardianes del grial pesoísta. Se acabaron la intrigas y las sorpresas; todo debe quedar atado y bien atado. ¿Y la militancia? La militancia, ¿qué? La militancia nada. A la militancia crítica la anularán; a la militancia pasiva y votantes perdidos les venderán, con una mejorada campaña de marcadotecnia, aquello de la importancia del PSOE en la Historia democrática de España, de su peso político, de que es un partido necesario que debe recuperar su esplendor y todo eso. Les volverán a vender lo prestigioso y chic que es pertenecer y votar al PSOE, el marchamo de clase y de calidad: “¡Alcalde! ¡Que todos somos contingentes; pero, tú eres necesario!” Hay que reconquistar para recuperar la suculenta hegemonía.
Y tragarán. Tragarán porque es su partido, porque son leales, porque son ingenuos, porque son ignorantes o porque les interesa. No habrá cuestionamientos. A nadie se le ocurrirá aducir que ningún partido es necesario ni tiene naturaleza permanente, que eso de la importancia y lo de que es un partido imprescindible es una memez, un razonamiento tan peculiar y falso que raya el esperpento. A nadie se le ocurrirá argüir que la desaparición (o su pase a segunda o tercera división) del PSOE no supone ningún trauma salvo para quienes obtienen por medio del partido pingues beneficios, y que mandar al banquillo de por vida a todos los que hasta la fecha han estado mangoneando tampoco es pecado ni delito. Yo, si fuese militante socialista, sospecharía -de entrada- de ese empeño del PP por tener de compañero en el ruedo político sólo al PSOE. A Sánchez le ha defenestrado el “no es no”; un “no es no” tardío y dubitativo; un “no es no” oscilante y tornadizo e inseguro. Sánchez no tuvo redaños para ser líder, no supo, y ahí empezó su fin. El PSOE, tras esta breve fuga desorientada, volverá a su redil: la derecha; volverá a ser pastoreado por esa burguesía que lo domina casi todo; porque PP y PSOE son la misma falsa moneda y tienen un único propietario que intenta monopolizar a través de ellos todo el espectro político. A ver qué dice la militancia, qué los votantes prófugos. Intuyo que no les van a dejar abrir la boca.
Ahora todo ha terminado o todo empieza ahora. Cámbialo todo para que todo permanezca igual.

28/09/2016

SÍ HUBO REVOLUCIÓN

Análisis, análisis, análisis... Tenemos la costumbre (yo el primero) de atribuir el rango de análisis a lo que sólo es mera opinión. Y opinadores somos todos.
En la crisis política destada en España todos tenemos voz y, según parece, varios votos. En la voz, todos queremos llevar la cantante y todos damos lecciones magistrales sustentadas más en la arrogancia que en la realidad de nuestras capacidades.
Sin embargo, puestos a sentirnos analistas de postín, analicemos. Los datos son claros y contundentes. El primero es doble: ni PP ni PSOE han obtenido (¡dos veces!) la mayoría suficiente para gobernar. Análisis: su número de votantes se ha reducido. Habrá qué ver el porqué, un porqué que resulta evidente. Segundo dato (por mucho que no les guste a muchos): PODEMOS irrumpe con una fuerza más que notable en el Parlamento. Le sigue CIUDADANOS, de lejos. Análisis: buena parte del electorado que consideraba no estar representado en las opciones “tra(d)icionales” ha visto en ese partido (PODEMOS) esa posibilidad de representación y ha acudido a votar cuando, hasta entonces, había sido un electorado pasivo. PODEMOS, por supuesto, también ha recibido una importante transfusión de la parte desencantada de PSOE e IU. La importante consecuencia es que PODEMOS ha conseguido lo que de entrada parecía imposible: entrar en el sistema caciquil pergeñado por PP y PSOE y desestabilizarlo. Nos guste o no, aquella descendencia (bastarda para unos, legítima para otros) del 15-M que es PODEMOS ha tomado cuerpo, carta de naturaleza, espacio propio y está haciendo temblar los cimientos de un Estado corrompido, ha conseguido conmover las estructuras de los dos grandes partidos y les ha obligado a replantearse sus conceptos, sus posiciones y sus estrategias; les ha obligado a modificar la visión del cortijo patrio que hasta no hace mucho tenían y explotaban impunemente.
Dicho esto, quedan algunas cuestiones por aclarar. El PP culpabiliza a PSOE del bloqueo institucional por no permitirle gobernar aunque sea en minoría. El argumento es tan falso como odioso y lamentable. Hagamos un ejercicio de modesta mayéutica para desmontar el gran sofisma del PP: Partamos de una premisa aceptada por todos: “En democracia gobierna la mayoría parlamentaria” (no el partido más votado, porque ser el partido más votado no conlleva, necesariamente, ser la mayoría parlamentaria). Bien, entonces: ¿Ha obtenido el PP mayoría suficiente para gobernar? Si la respuesta es sí, que gobierne, ¿cuál es el problema? Si la respuesta es no, entonces no tiene mayoría parlamentaria por lo que no tiene por que ser obligatoriamente el partido que gobierne. Sobre el “bloqueo”. Demos la vuelta al argumento del PP: ¿está dispuesto el PP, para evitar unas terceras (y vergonzosas, según ellos) elecciones no ejercer ese bloqueo del que tanto hablan y permitir un gobierno como el que ellos piden para sí mismos? Si la respuesta es sí, no hay problema: Rajoy renuncia, y con él todos los demás, y permiten un gobierno de la izquierda. Si la respuesta es no, ¿por qué acusan a los demás del mismo pecado que ellos cometen? Si el bien supremo para el país es que no haya otros comicios y sí un gobierno, más o menos estable, ¿por qué no renuncia el PP a su empeño de gobierno y se inmola por ese bien supremo?
¡Ah, ya! Porque le problema estriba en que si llega al poder “esa izquierda” puede que levanten alfombras y que muchas prerrogativas se volatilicen como por arte de magia: ¿adiós a la burguesía dominante y a la omnipotencia de sus miembros (y miembras) tal y como hoy la conocemos y padecemos?
Una parte del PSOE ha comprendido que su pérdida de votos se debe, probablemente, a la connivencia mantenida durante tanto tiempo con la derecha. Una parte del PSOE ha intentado (tarde) recuperar ese espacio abandonado y dominado ahora por los “OKUPAS” de la política. No obstante, un sector importante se niega a volver a la senda del progresismo (donde, en realidad, nunca pastaron) e imputan la debacle a Sánchez. Lo cierto es que esa imputación es una excusa ladina, tramposa, tras la que se oculta, en realidad, una lucha por la supervivencia de ciertos status. ¿O alguien cree que Madina, proahijado por Pérez (ése al que le molesta que le llamen Pérez: prefiere “Rubalcaba” porque tiene más enjundia, más clase, más distinción) va a recuperar en un santiamén los votos perdidos? No nos engañemos. ¿Alguien cree que Díaz y sus faralaes van a renovar el PSOE? Díaz es la continuación de la vieja guardia, ni más ni menos. Es el más de lo mismo y de los mismos y es el "hoy por ti mañana por mi" con el PP.
Queda por ahí lo de CIUDADANOS: No requiere más comentario.
En definitiva, todo este conflicto general es fruto de la aparición en el ruedo de PODEMOS. Su sola presencia ha demsontado al PP, ha descabezado al PSOE y le ha fragmentado, ha engullido a una IU que empezaba a codearse con los poderosos y ha agitado un clamoroso debate en la sociedad. Todo un triunfo aunque hayan perdido un millón de votos que, tal vez no fuesen suyos, sino de IU, de esa parte de IU que veía con buenos ojos pertenecer a un sistema corrupto en el que sentía cómoda. Sin PODEMOS todo estaría igual que siempre y los dos grandes estarían gozando de una tierra de nadie que ahora ya tiene dueño y parece que tiene intención de quedarse. PODEMOS ha sido un revulsivo social, una revolución real, verificable; no sé si por la tensión del núcleo irradiador y los chiriflús laterales o por la acción directa de los agentes abrasivos sobre el barniz filamentoso del alicuécano gris: a tanto ya no llego. PODEMOS da miedo a algunos. Le temen. El porqué verdadero lo sabemos y lo callamos: si ahora estamos así, no queremos ni pensar en la posibilidad de que un día a alguien se le ocurra quitar el tapón del sumidero estatal. Sé que para un análisis más profundo y exhautivo hay que conjugar algunos elementos influyentes que quedan por ahí. Es innegable. Hay muchos más elementos periféricos a tener en cuenta. Pero, creo que el núcleo fundamental es el expuesto con mayor o menor acierto: es lo que tiene el vino, que si me equivoco... Aunque creo que no.

26/09/2016

LA INSOPORTABLE ESTUPIDEZ DEL SER

No tiene nada extraño la celebración exultante de la derecha por la caída de Pedro Sánchez. Tampoco lo hay en la alegría, algo más contenida y disimulada -con sonrisa sardónica, de medio lado-, de las viejas glorias del PSOE que se relamen de nuevo viendo que pueden recuperar antiguos puestos y renovar su peso en el partido moribundo. Es llamativo que Sánchez estuviese destinado a "mandar" en el PSOE a título póstumo porque el pobre llegó destronado a su reino. Pedro Sánchez y Apellido-Compuesto pretendió el timón pesoíta creyéndose -quizá por eso de que quienes olvidan su Historia están obligados a repetirla- un nuevo Rodríguez Zapatero. Sin embargo, esta vez los cerberos del partido estaban atentos y alerta para evitarlo. Por eso a Sánchez le dinamitaron desde el principio. No por guapo ni por peligroso, sino por expósito. Es el único Secretario General del PSOE al que todo el elenco anterior, todo el "gonzalismo" (desde Guerra hasta Díaz, Page, Fernández Vara, pasando por Leguina o por Rodríguez Ibarra y todos "esos"), le ha saboteado pidiendo el voto solapadamente (excepto algunos como Leguina o Corcuera que lo hicieron abiertamente) para otro partido: el PP. Sánchez no ha sabido nadar y guardar la ropa. No ha sabido usar ni su bando ni su mando. No ha sabido anular la poderosa influencia de la "vieja guardia": no ha sabido limpiar su partido, aprovechar el momento y afianzar su liderazgo. Tuvo una oportunidad de oro, y la desaprovechó. Pedro Sánchez ha demostrado suficientemente su precaria inteligencia; su estolidez, su estupidez le ha pasado factura. Ahora es un "bello cadáver" del que no quedará ni una fotografía enmarcada en el pasillo de la sede de Ferraz.
Las fracturas internas trataron de enmascararlas de "democracia interna" cuando eran, sencillamente, una guerra declarada de desgaste y posiciones. Y de esos polvos estos lodos. Ahora el PSOE está en trance de muerte porque su dubitativa posición ha podido más que el intento de rectificación. Se alinearon con la derecha; perdieron la confianza de muchos de los suyos y cuando quisieron enmendar el error ya era tarde.
Lo mismo que le puede pasar a Podemos. Obtuvieron buenos resultados acercándose a los desencantados y a los indignados; moderaron su discurso y perdieron la parcela que querían ganar y la parcela que tenían ganada. Cada uno en su sitio y dios en el de todos. Eso es lo que debe estar pensando ahora Rivera. Su discurso "españolista" puede tener algo de calado en Cataluña por eso de "jugar en casa". En el resto de España me da que ese espacio ya está ocupado y copado por el españolismo natural, por el castizo, por el "legítimo" del PP cuyos yunques y ruedas cantan al compás, machacan y atropellan al compás. De Rivera esperaron algunos intenciones sinceras de renovación; pero, sus pactos y sus acuerdos desmintieron sus palabras. Rivera, no obstante, parece un tipo más perseverante que Sánchez, y más ambicioso: no me extrañaría que en poco tiempo fuese directamente en las listas del PP. Rivera no va a renunciar fácilmente a la buena vida parlamentaria y menos siendo consciente, como es, de su buena retórica, de su capacidad oratoria.
Veremos qué va pasando, qué se saca de cada uno de los duelos planteados. Me da que al final se resolverá refranescamente, como siempre: a río revuelto...

22/09/2016

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETE(D)O(R)

Gobierno "Frankenstein" es la nueva metáfora de la derecha para definir cómo de monstruoso sería un gobierno de PSOE, Podemos, IU y algún que otro partido nacionalista. Olvidan que el PP ya gobernó (fue "esclavo de", más bien) en más de una ocasión con alguno de esos hoy repulsivos nacionalistas y que el PSOE también lo hizo. Cuando esto lo hacen ellos -"ellos" son los de siempre, los dos "grandes"- es "por el bien de la gobernabilidad" y "por el bien común" y un matrimonio de tan extraña catadura era incluso razonable ya por la afinidad ideológica (derecha en el caso del PP), ya por el similar concepto de Estado (en el caso del PSOE). Ahora ya conocemos todos el resultado de aquellas nupcias (tresmil y pico millones de euros insaculados por la familia Pujol, por ejemplo, mientras hablaban catalán en la intimidad o en la intimidación). Si los pactos son de otros, de los ajenos, entonces se consideran aberraciones, alianzas impropias, contra natura. Tal es el rasero de estos tipos que hacen de la discrepancia pública entre Iglesias y Errejón o entre Sánchez y "esos barones" o entre Garzón y "viejos guardias" una pesada actualidad informativa mientras tratan de pasar por alto sus propias luchas intestinas, de silenciar sus discrepancias internas en el caso, por ejemplo, de Barberá: es hipocresía aunque lo llamen política.
Puede que un gobierno de la "izquierda" y los nacionalistas sea monstruoso y antinatural; pero, olvidan -acaso no lo sepan: tal es su ignorancia- que al engendro "Frankenstein" (el monstruo carece de nombre en realidad) lo creó la locura de quien se creyó dios; de quien se pensó a sí mismo como todopoderoso, invulnerable, inmune, intocable; por quien pretendió estar por encima del bien y del mal: ¡como ellos! Olvidan que el catacrético monstruo no era tal, que se convirtió en monstruo-quinceeme cuando su "creador" no sólo incumplió sus promesas, sino que además trató de eliminarle impunemente de la haz de la tierra. Olvidan que la venganza del "monstruo" no es más que una venganza justa, una forma de justicia poética y que, en realidad, no es más que defensa propia. Gonzalo Suárez, por cierto, abundó a su manera en el asunto del monstruo y los monstruos frankensteinianos y dirigió magistralmente una visión peculiar de la obra de Mary Shelley en "Remando al viento". Deberían verla todos esos ignorantes filateros. Léanse el libro; léanse detenidamente las reflexiones y los argumentos del "monstruo" y tal vez -si son honestos consigo mismos- reconozcan que el malo de la peli no es la creadura de Frankenstein, sino el propio Frankenstein por mucho que se pretenda relevarle de su despropósito.
En todo caso, estoy convencido de que lo que venga de esa hipotética coalición de gobierno de la izquierda y los nacionalistas no puede ser nunca peor que lo que llevamos padeciendo desde 1.982.

ANTES DE VOTAR...

...HAY QUE CONJUGAR ALGUNOS VERBOS


Son muchos, e interesados, los que aseguran que España es el hazmerreír del mundo por tripitir las elecciones. Por poca cosa se "avergüenza" este mundo con lo que él tiene encima, y por poca cosa (de los demás) se ríe dicho mundo antes de mirarse a su ombligo lleno de pelusas estremecedoras.
Con todo, que los señores habitantes de nuestra ciénaga política hablen de vergüenza con el cuajo y la jeta que le echan ellos y los ridículos que nos regalan cada seis (dos por tres) es un insulto a la inteligencia, a la poca que nos queda. A esto hay que añadir la lectura entre líneas. Cuando aluden al bochorno de una tercera ronda de votaciones están achacándolo, solapadamente, a la irresponsabilidad de la ciudadanía que no ha votado lo que tenía que votar (pero, ¡coño: a quién se le ocurre? ¡Mira que no votarnos a los de siempre!) y ha dispersado el resultado: la culpa no es de los políticos, sino de los electores.
Cada uno, como es natural -otra cosa es que sea honesto, lógico o racional-, cuenta la feria como quiere e interpreta según le convenga. Así nos encontramos con peculiares exégesis del tinglado farsario mientras desaparecen otras lecturas más adecuadas a la escena contemplada. Por ejemplo las del PP. Cantinelas tradicionales pepeítas aparte, tenemos la del "los otros no respetan la voluntad del pueblo cuando somos nosotros el partido más votado, y si los ciudadanos nos han vuelto a votar más que a los demás será por algo". Con esto se atribuyen la legimitad (falsa) y distraen del dato más notable y evidente: el PP tuvo mayoría absoluta, una mayoría absoluta que no renovó; luego, algo mal hubo de hacer cuando sus forofos dejaron de votarle tan "mayoritariamente". Este factor es importante porque son estos mismos pepítas quienes restriegan por las fauces a los de Podemos la merma de un millón de votos y la argumentan con ese mismo "por algo será" que ellos no se aplican.
La disminución de votos a los dos grandes partidos se imputa de inmediato al desafecto, a la indignación, al hastío... Y algo de eso habrá, seguro. Sin embargo, tal vez -y sólo lo sugiero- debería ser asignada también a que una parte importante de la sociedad ha empezado a madurar políticamente y a perder el miedo a la oligarquía dominante. Digamos que esa parte de la sociedad se rebela contra la "censura" instaurada y empieza a conjugar por sí misma. Al hacerlo se encuentra con que algunos verbos atroces carecen no sólo de sus formas de pasado y mantienen un presente perpetuo con intención de futuro, sino que adolecen para más inri de remordimiento, de propósito de enmienda y de acto de atrición para con la ciudadanía. Es un lacerante presente continuo, un presente bucle: Robar, malversar, mentir, manipular, recortar, dilapidar, y un montón de verbos más de estas índoles conjugados únicamente en presente.
No obstante, los universos para lelos de nuestros próceres tendrán que coincidir algún día, inevitablemente, con la realidad palmaria en la que nos desenvolvemos el resto de mortales infectados de vida. Es difícil predecir un cuándo preciso; pero, sucederá. Los universos chocarán provocando quién sabe qué desastre o qué nuevo fantástico paisaje con nuevos lenguajes, nuevas perspectivas y una nueva y mucho más amplia conjugación de verbos.
Pronto habrá nuevas elecciones y en el PP ya están cantando victoria. Es la euforia positivista; eso del "piensa en positivo y todo el cosmos se conjurará a tu favor". Yo, en su lugar, sería más cauto -y más humilde-. Cualquier pronóstico es arriesgado. Pueden empezar a sonar sus carracas triunfales hasta el empacho; pero, yo les recomendaría un análisis más sereno y cabal porque si hacemos caso de ciertos indicadores sociales es bastante probable, y acaso posible, que ese ascenso de que alardean y que creen consagrado, que esos peldaños que dicen estar subiendo de forma gradual no sean otros que los de su más que merecido cadalso.

17/09/2016

EL MOTÍN (SOCIAL)

  Acaso sólo sea una extensa metáfora sobre el poder; sobre una lucha justa que pretende, infrustuosamente desde las normas establecidas, cambiar los modales de un poder tiránico cuya lucha es la de mantenerse incólume. Puede que, en definitiva, sea la pugna eterna entre el bien y el mal, siempre quebrados por confusas interpretaciones y desatinadas atribuciones.
  La ley establecida debe ser, a juicio de quienes la defienden, respetada, seguida e incluso venerada. Una ley que no puede ser transgredida a pesar de su excesivo rigor, de su injustificada rudeza, de su inexplicable desequilibrio. Todos deben vivir bajo esa ley y todos deben someterse a ella sin más amparo que el derivado de la obediencia. Una ley conveniente a la jerarquía gobernante con la que mantinen sus rangos, sus prerrogativas y un orden indiscutido e indiscutible. El capitán Bligh lo sabe: gracias a esa norma él es intocable; esa norma le permite ser inflexible sin remordimiento y sin castigo; esa norma le permite excederse en el tratamiento a los inferiores mientras él no puede ser respondido siquiera. Bligh puede, caprichosamente, amparado en la ley, injuriar, torturar o ajusticiar sin temor a ser reprobado o condenado por ello. Pero, Bligh no es más que un trebejo del despotismo regente, un engranaje más de la cadena de mando sobre quien recae, dado el momento, la dudosa responsabilidad de gobernar una pequeña sociedad. Nadie enjuicia ni pone en duda su mando hasta que la firmeza del gobierno pasa a ser la satrapía de un orate, de un hombre absorbido por el delirio del poder.

  Entonces... ¿Entonces qué ocurre? ¿Lo esperado? ¿Lo natural? ¿Lo lógico y razonable? Lo que ocurre es todo lo anterior. La tripulación, harta de verse desposeída, ninguneada, sacrificada y salvajemente sometida y deliberadamente despojada de su libertad y derechos se indigna y rebela. No toda la tripulación, claro: en todo amotinamiento social siempre hay quienes, cobardes o conformes con su situación dentro del entramado y convencidos de que ese es el estado natural de las cosas, se mantienen al margen sin participar, o incluso zancadilleando -en extraña connivencia con sus verdugos- a quienes participan en la algarada; ni siquiera todos los más perjudicados se levantan. Sólo lo hacen aquéllos que ven la injusticia a que se les aboca y se niegan a seguir aceptándola. Sin embargo, el poder dominante, el establecido “legalmente” (así, entrecomillado) se opone, evidentemente: ¡Cómo es esto? ¡Cómo osan enfrentarse a la norma, a la ley? ¡Con qué derecho intentan deponer al poder y a sus representantes? ¡Ni hablar! La paz social del buque impone el respeto a lo establecido. Amotinarse es un delito flagrante que debe ser convenientemente castigado. Es un pecado. ¡Un atentado contra la sociedad de bien! ¿O es que pretenden despojar a la sociedad de sus derechos? ¿Quién les da esa atribución? ¡Ni hablar! ¡No, no y no! ¡Es preciso reducir a los revoltosos que quieren subvertir el orden y arrojar del poder a quienes lo detentan (no sustentan ni, mucho menos, ostentan)! Porque sólo una ley es buena: la que rige. Y querer cambiarla, hacerla más justa, más humana, más equilibrada es algo que ya determinarán en su momento si lo consideran oportuno quienes tienen el poder... Ahora.

  Por cierto: Fletcher (no sé si es el trasunto de la virtud y la equidad, de la justicia) muere ; Bligh (el absolutista, el infame arbitrario que todos aborrecemos), vive. Deshonrado con la boca chica, humillado con un coscorrón; pero vive y mantiene sus privilegios y su hacienda intactos; ¿removido de su puesto? No, por cierto: respuesto en él y aplaudido cuando no envidiado. Es aquí cuando los próceres, los patriotas que jamás traicionarían a su tripulación ni a su patria, ni a su honor, ahogado ya su sofoco, se congratulan y afirman sin pudor que por fin se ha hecho “justicia”, que el Estado de Derecho y el Orden están salvo y que la solidez de las instituciones queda fuera de cualquiera duda. Da qué pensar. No sé si me explico...

15/09/2016

DE TRIUMPHO STULTITIAE

ELOGIO DE LA ESTULTICIA

Capítulo LV

     Pero dejemos ya en buena hora a estos histriones; son tan ingratos disimulando los beneficios que de mí reciben como deshonestos al fingir devoción.

     Hace ya rato que deseaba deciros algunas palabras sobre los reyes y los príncipes que me rinden sincero culto, y voy a exponeros este asunto con la libertad de toda persona libre. Si alguno de éstos tuviera sólo media onza de sentido común, ¿habría existencia más triste y más merecedora de ser rehuida que la suya? En verdad que no creerían que valiese la pena de adquirir el poder por una traición o un parricidio, ya que es una carga inmensa la que se echa sobre los hombros quien quiere proceder como verdadero rey. El que toma las riendas del gobierno no debe ocuparse en sus asuntos propios, sino en los públicos; debe únicamente interesarse por el interés general, no apartarse ni lo ancho de un dedo de las leyes que él ha promulgado y de las que es ejecutor, y responder de la integridad de todos los funcionarios y magistrados. Expuesto a las miradas del pueblo, puede ser como un astro benéfico que procura la máxima dicha de sus súbditos, o como maléfica estrella que acumula los mayores descalabros. Los vicios de los demás ni se advierten ni se divulgan tan vastamente, pero él está en posición tal, que si en algo se aparta de la honestidad, ello se extiende a muchedumbre de personas como funesta peste. Los reyes están, además, tan expuestos por su sino a encontrar al paso mil cosas que les suelen desviar de la rectitud, como son placeres, independencia, adulación y lujo, que han de agravar la vigilancia y redoblar el esfuerzo para mantenerse al margen de ellos y no dejar, engañados, de cumplir con el deber. En suma, para no hablar de asechanzas, odio y otros peligros y temores, sobre sus cabezas hay otro Rey verdadero que les pide estrecha cuenta de sus más pequeñas acciones con tanto mayor severidad cuanto más grande haya sido su poderío.

     Si reflexionase sobre estas cosas, y muchas más del mismo orden, y reflexionaría, si fuese sensato, no tendría sueño ni banquete deleitable. Pero con mi ayuda dejan en manos de los dioses todos esos cuidados, no se ocupan sino en vivir muellemente y sólo dejan llegar a sus oídos a quienes saben hablar de cosas divertidas para que no sea turbado por un momento su ánimo. Se imaginan que cumplen intachablemente el deber real con cazar constantemente, tener hermosos caballos, vender en beneficio propio los cargos y las magistraturas y aplicarse a encontrar medios nuevos de apoderarse del dinero de los vasallos y llevarlo a su tesoro. Así, para cubrir con la máscara de la justicia sus iniquidades, resucitan viejos títulos y de cuando en cuando añaden algún halago al pueblo para tenerlo en su favor.

     Imaginaos un hombre como son a veces los reyes, desconocedor de las leyes, enemigo, o poco menos, del bien público, atento a su provecho, dado a los placeres, hostil al saber, a la libertad y a la verdad; desinteresado por completo del bienestar de su Estado y que lo mide todo a tenor de sus caprichos y liviandades. Si se le coloca collar de oro, emblema de la coherencia de todas las virtudes; enjoyada corona, que represente que debe sobrepasar a todo el mundo por el brillo de sus acciones; el cetro, símbolo de justicia y de rectitud de ánimo, y, en fin, el manto de púrpura, insignia de vivo amor a su pueblo y el monarca confronta lo que representan estas insignias y su verdadera conducta, yo os digo que habrían de abochornarle tales atributos y viviría en el temor de que algún malicioso hiciese burla y risa de todo ese aparato teatral.

Erasmo de Rotterdam



"¡Qué mala suerrrrte!", exclamaba, arrastrando la erre antes de rematar con una carcajada, Alfonso Arús parapetado tras unas antiparras enormes disfrazado -acaso no mucho- del histrión Pepe Gáfez. Ese sencillo gag, tan inocente, tan soso, tan inofensivo, condensa toda la trascendencia que el espíritu español da a su fatalismo: "¡Qué le vamos a hacer!", "Es lo que hay", "Así son las cosas", "Virgencita -condecorada o no-, virgencita: que me quede como estoy" (o sea: tonto; tontolculo; gilipás), "Y si no son estos son los otros"... Y así, amalgamando resignación, hipocresía, cobardía y necedad vamos tirando.
No es sólo el remolino desatado estos días por la cuestión de Rita Barberá, quien hace honor a su nombre (el escaño que se me da, no se me quita), y que nos ha hecho olvidar -al menos parcialmente- que los dos grandes partidos nacionales y algunos partidos nacionalistas siguen siendo nidos de corrupción, de chanchullos y mamandurrías, y que siguen ahí, gobernando (o no; pero, pudiendo mucho aún, en todo caso): ¿Dónde quedan los mamoneos de la Cospe, de la Aguirre, de Susanita Díaz, de Álvarez Cascos, de Pepe Blanco, de..? ¿Se han esfumado? ¿Se han diluído en el profundo y grato río del olvido? Con cada mentira que nos embaulamos voluntariamente sabiendo que es mentira, con cada faena que nos hacen y que soportamos estoica y estúpidamente, hacemos un chiste y ya está todo resuelto.
Permitimos que un Presidente de Gobierno -o cualquier otro- no sólo salga ileso de una rueda de prensa; le permitimos incluso que no responda a las preguntas (ni directa ni plasmáticamente); permitimos eso y más: la lista es infinita. Medio millón de periodistas (alguno casi casi de verdad) y a ninguno de ellos se le ocurre exigir lo elemental: "le exijo, porque es su obligación, porque es una servidumbre del cargo en el que me representa y desde el que en mi nombre gestiona, que responda, señor político: ¡quién cojones se ha creído que es usted, imbécil?" Esa, de entrada; porque el no sacarle los colores a quien corresponda ahí mismo cuando engaña y falsea, también debería tener su sitio. Lo de echarles...
Pero, aquí no. En España, no. 
¿La explicación para esa indolencia atávica? Sólo puede ser una: estamos poseídos por el alma de la ignorancia. Poseídos y "tanagustito" con la posesión. Y los que somos minoría no podemos hacer nada: los idiotas ya no nos dejan ni protestar: es antipatriótico. El triunfo absoluto de la estulticia hay que asumirlo. Llegados a este punto en el que sólo cabe renunciar a casi todo menos al desánimo y a los paisajes en solitud, lo único que algunos esperamos es que al menos los estultos tengan la decencia, la deferencia,  de sacar un listado completo y cumplido de quiénes son para poder identificarlos sin tener la necesidad de esperar a que abran la boca para descubrirlo.