14/12/2009

Cuestión subliminal

Es posible que para la mayoría haya pasado desapercibido un pequeño detalle en la reunión de Presidentes de Comunidades Autónomas.
No es importante en sí mismo; sí llamativo o peculiar.
El detalle no es otro que la posición de las banderas autonómicas. De dos de ellas, más concretamente: la vasca y la catalana (si no me equivoco, y creo que no).

Una y otra están flanqueando, intencionadamente, a la bandera central, la española, la común, la de todos. Intencionadamente porque el golpe de efecto no es casual ni fruto de una coincidencia.
Pero, ¿a qué viene?; ¿cuál es la pretensión de tan estudiada ubicación?
Cada uno extraerá sus conclusiones y deducirá lo que más le convenga a su teoría.
Yo, por mi parte, tengo muy claro el porqué y el para qué de la escenificación. Y aunque no me parece un gesto tan cardinal como para darle mucho escaparate; sí me parece digno de mención.
Ahí lo dejo y que cada quisque molee los pensamientos que más le cuadren.

12/12/2009

Guerras particulares y fraudes. ( I )


3 Megas contratados. 53 Kb de transferencia. Excusas, mentiras y pasotismo.

10/12/2009

Trampero desconnecticut

Hay que reconocer que Wyoming, the great Wyoming, es un fenómeno. Tras ese aspecto adoñarrogeliado, de muñeco pasmado y pánfilo que habla al dictado de un gran ventrílocuo omnisciente, hay un genio de la comunicación, un ser dotado de una notable capacidad para la crítica mordaz e inteligente -no hay más que oírle sus hilarantes comentarios- y para el humor brillante. ¡Qué digo brillante, deslumbrante!
Wyoming, the great Wyoming, amasa con primor las nueces secas de nuestros cerebros con habilidad demiúrgica, nos eleva al rango de hombres, nos alecciona con infalible pedagogía y nos hace ver (nunca se lo agradeceremos lo suficiente) cómo es el mundo de verdad, cómo es la realidad.

Este ser incontingente, imprescindible, de probada virtud, es un ejemplo para todos nosotros. Él, en sus supremas ínfulas, nos reconoce con deferencia infinita e infinita clemencia como iguales y nos muestra cuál es el camino de la humildad, de la renuncia absoluta al dinero, a la vanidad.
Él es la senda, el camino hacia nuestra libertad sin dogmas ni doctrinas porque él, a pesar de los reveses, nunca se ha sometido a amo alguno; jamás alabó a Personas, Seres O Entes de dudosa catadura ética: es el único dios verdadero porque sólo su palabra es la verdad.
Admiro su aplomo, su gesto fiero; admiro su apostura y su talento. Admiro su figura arrobadora, su naso ínclito, naso tan siervo, que de la cara anal, lleva el aliento.

03/12/2009

Ya no va la Sinde por agua a la fuente...


Derechos de autor, descargas, redes, que si la abuela fuma... Seamos serios:
A) Cada autor tiene derecho a sus derechos, evidentemente. De sus creaciones vive, o lo intenta, y es razonable que así sea. Pero, hay que ser coherente. La red es -y así creo ha de seguir siendo- un amplio cauce de trasvase de información, un flujo importantísimo de datos al que se accede voluntariamente y en el que voluntariamente se hacen aportaciones de toda índole. Pretender usarla a conveniencia es una aberración interesada y ruin. La red, es -y debe seguir siendo- el único espacio común en el que de verdad se aplica la Libertad de Expresión según la propia definición de la O.N.U. La red es el anonimato, el pasquín fresco y exagerado, la crítica molesta y destructiva; sí. También es la gran enciclopedia, el acceso libre y gratuito a un conocimiento universal que, las más de las veces, está en manos inapropiadas ávidas de óptimos resultados económicos. La red es piratería y fraude, sí. Pero, también es progreso gracias al pequeño o gran grano de arena que cada uno aporta; es la gran tertulia, el aula magna por excelencia y, sobre todo, comunicación. Coercer la red alegando evanescentes delitos teniendo lo que tenemos en el mundo tangible, en la calle, es poco menos que una burla. ¿La red es refugio de delincuentes? Sí. No tanto como los pisos donde se hacinan trabajadores ilegales y explotados, no tanto como los prostíbulos, como los juzgados, los bancos o los ministerios, alcaldías, constructoras, industrias o comercios.
Soy de los que opina que la cultura, la de verdad, no es cara: 30€ por un libro que poseerás de por vida me parece barato frente a pagar lo mismo por una cena con los amigos de la que sólo quedarán unas deposiciones halitosas. Sí es cara, claro, esa cultura de náufrago intelectual que necesita la subvención amiguista para enriquecerse; esa cultura de música precaria con letras del tipo "bulería, bulería..." o esas películas con guiones de todo a cien.
La red funciona bien como está sin omitir un petiso detalle: gracias a la red se ha capturado a pederastas, timadores o asesinos que de no ser por ella, por la red, por la libertad de sus accesos, no hubiera sido posible localizar y poner entre rejas. Pero, claro, es mejor clausurar una página y que el delincuente quede impune y haciendo de las suyas en la ignorancia absoluta de quienes están investidos de autoridad para cazarlos.
La red tiene cosas repugnantes; sí. Y, sin embargo, hasta esas cosas repugnantes se "redimen" en el hecho de que nos permiten conocer su existencia y, por tanto, elaborar una opinión y evitarlas o poner medios para que otros, nuestros hijos por ejemplo, no accedan a ellas... o sí: eso ya depende de cada uno y de cómo ejerza su libertad.
B) La mayor parte de las descargas no son con ánimo de lucro. La mayoría se comparte, sí. Esto, quizás, se vea como algo trascendente. Compartir no tiene nada de malo. Sí lo tiene la exageración de la S.G.A.E. en su locura de imponer tasas a los comercios, a los bares, a los hogares que oyen la radio, por citar algo. Un impuesto revolucionario que, además, está mal argumentado porque las emisoras de radio ya pagan por la música que emiten y que, casualmente, no sé por qué, coincide con la que entra en los oídos de los oyentes. O sea: paga emisor y receptor por el mismo artículo que no pertenece a ninguno de los dos.
Yo, quiero ir un poco más allá. Si estoy en plena calle tarareando lo último de Marujita Díaz, va a venir un energúmeno agilipollado de la "esgae" a "multarme"? ¿Si grito "¡Andrea, cómete el pollo!" tengo que pagar derechos a la autora de la frasecita?
Hay que empezar a mear dentro del tiesto, hombre, dentro y sin salpicar.
C) Pagar implica limitar, por definición, el acceso a los contenidos; por ende, los contenidos sufrirán la disminución vertiginosa de visitas. Luego, aquellos autores que limiten su acceso, mejor que se la machaquen.
Si se les ha iluminado la bombilla, es porque han visto un campo fértil para enriquecerse rápida y cómodamente. El volumen que sustenta internet es impresionante. ¿La cuestión? Que si cobran por una descarga lo más probable es que le pida
prestado el cedé a alguien o no interese lo suficiente y pase de la cosa. Pero, cuiusque suum: ¿cómo van a pagar ellos toda la publicidad gratuita que se les hace?
D) A ver, gilipollas presumido e ignorante: la red debe ser universal y de todos. Si no quieres compartir, no "cuelgues". Y si cuelgas, pon algo que merezca la pena y no las chorradas pseudoprogres de tu lánguido grupito de asmáticos mentales abardemados o jartos de pollos fritos.
Ni todos los autores están de acuerdo con estas iniciativas legislativas, ni todas las leyes, por el mero hecho de serlo, son justas. El Ministerio de Cultura -el Gobierno, en general- lo que sí hace es ajustar. Ajustar leyes con que beneficiar a su piara de advenedizos y lameculos. Hacen negocios entre ellos, están perfectamente simbiotizados: yo te doy mucha pasta y tú sales en la tele gritando en contra de no sé qué y poniéndote el índice circunflejo sobre la ceja.
E) ¿Cree alguien que imponiendo tasas se evitan las descargas "ilegales" o, por el contrario, se fomenta la piratería? ¿De verdad creen que pueden controlarlas?
Ilusos. Hay más conocimiento de informática en el meñique de un buen internauta que sentido común y preparación en vuestras hueras y horras testas.
F) ¿Vigilantes de la red? ¿Por qué no poner ya, directamente, cámaras en nuestros hogares? Sí, ¿por qué no vigilar nuestra intimidad y abortar cualquier tentación? ¿Por qué no vender los ordenadores con un programa espía que vuelque directamente en su gran ojo lo que hacemos cada vez que conectamos?
Estos son los mismos que no hace mucho propugnaban libertades y supresiones de toda censura. Ahora, las tornas han cambiado: si el criticado soy yo, la cosa cambia; si el "perjudicado" soy yo, la cosa cambia; si quien se puede hacer rico -mientras sigo predicando solidaridad y otras fanfarrias- soy yo, la cosa cambia.
Todo por la cultura, por la cultura libre, por la cultura buena. Todo por las letras de Ramoncín, por los libros de Maruja Torres o por las subvenciones a esos "cineastas" de medio pelo cuyo mayor mérito es haber conseguido, nadie sabe muy bien por qué, poner su nombre a un auditorio en Rivas-Vaciamadrid o cerca.

Bienvenidos a 1.984, el mundo feliz de Farenheit 451.

...y Dios en la de todos

"¡Este es el templo del saber, y yo su sumo sacerdote!" Con eso me quedo. Porque esa sencilla frase sirve para argumentar lo evidente: Cada Dios en su iglesia y en los centros educativos -por muy católicos que sean- ni una sola imagen que no esté vinculada a la educación, a la docencia y la discencia. Ni una sola imagen o representación ni siquiera del rey que, el hombre, poco pinta en esos menesteres, afortunadamente.
No es cuestión de eliminar los crucifijos, una media luna o la foto de Mortadelo. No es cuestión de ofender susceptibilidades o de defender profesiones de fe. Es tan simple como que un centro educativo está para enseñar y aprender, no para adoctrinar en una u otra religión; para eso, ya están las catequesis, los voceros aupados al minarete, los telepredicadores y los hogares con papases y mamases de contrastado fervor.
Los centros educativos no deben ser ni católicos, ni musulmanes, ni de derechas ni de izquierdas, ni de arriba ni de abajo, ni nada de nada salvo, claro es, reductos de una educación que cada vez más brilla por su ausencia.
Si todas nuestras preocupaciones académicas van por ahí, apañados estamos.

El pollo y las dos sardinas

"Las matemáticas no engañan; quienes las interpretan, sí". Esto lo afirmaba un profesor ducho en la materia mientras aleccionaba sobre algunas cuestiones estadísticas.
Y es verdad que la interpretación o, mejor dicho, la explicación a un fenómeno estadístico puede ser un poco "fraudulenta".
El ejemplo más manido y que más cunde en este tipo de discusiones es el del pollo y las dos sardinas; por su simpleza ilustrativa: Si el prójimo se come un pollo y yo dos escuálidas sardinas, la estadística afirma que tanto él como yo hemos saboreado medio pollo y una sardina cada uno. Él, por supuesto, habrá quedado satisfecho y yo seguiré, elemental, desfallecido por las hambres.
En política estos mediocres "trucos interpretativos" están a la orden del día conscientes -los políticos- de que el pueblo llano en su mayoría o desconoce los entresijos de los datos o no entra en ellos por esa desidia nacional que todos apuramos en nuestras famélicas almas.
Uno de esos trucos lo soltó ayer mismo, en concordato connivente, eso que denominamos -con extraordinaria generosidad- Gobierno. La consigna, eufórica y fausta, no era otra que la de comparar los datos de Noviembre de 2.008 con los del Noviembre próximo pasado, el del 2.009.
Así, a bote pronto, como estadística comparada está muy bien. Pero, hay elementos y factores, variables, que entran en juego y que desmienten cualquiera comparación simple que se quiera aventar ad maiorem Zapateri gloriam.
¿Dónde está el truco, el birlibirloque oculto?
Pues en varios aspectos; pero, centrémonos en una vertiente sola y sencilla.
La trascendencia comparativa de la manipulación estriba, esencialmente, en que, sí, este Noviembre ha habido menos incursiones en las oficinas inoperantes del I.N.E.M. Y en que, no, el volumen de población activa y desempleados no es comparable porque hace un año HABÍA MÁS GENTE TRABAJANDO (se obtiene un porcentaje) que este año (el resultado es otro porcentaje). O, lo que es lo mismo: si hace un año había mil (1.000) personas trabajando y despiden a doscientas (200) el porcentaje de desempleados es del 20%. Quedan, pues, ochocientas (800) personas activas. Si de esas que quedan se despide a un grupo de ciento ochenta (180) personas -veinte menos que en la tanda anterior-, el porcentaje resultante es un 22'5%.
Sin embargo, ese baile interesado de cifras no es lo más importante. La mentira más peligrosa que se descorcha en ese tipo de afirmaciones es la de "el paro va disminuyendo". ¡NO! El desempleo SIGUE AUMENTANDO. ¿A un ritmo más lento? Vale; pero aumentando inquietantemente. Con todo, aumenta más despacio porque con menos trabajadores hay que mantener un cierto nivel productivo: lo contrario sería un colapso total, una debacle absoluta. No se puede despedir a todo el mundo a la vez. El paro se reduce cuando, tras llegar a un tope suelo, del número total y dramático se van restando contingentes. Sencillo, ¿no? Es la cuenta de la vieja: si debo diez y pago tres, sólo me quedan siete de deuda; no es lo mismo que "debo diez; si pido cinco para pagar, no debo cinco: sigo debiendo diez".
Sé que hay muchas más cosas detrás de cada estadística. No obstante, creo, son ganas de marear la perdiz. La realidad es mucho más tajante y concluyente que cualquier fórmula matemática: puede que haya más subsidios; pero si los subsidios no dan ni para comer...

02/12/2009

Pavana para cualquier cosa muerta


Me fastidia reconocerlo; pero, los cantantes y las cantantas tienen razón. Descargar música de la red, o un libro o una información, lo que sea, debe pagarse. Sobre todo porque en este mundo cruel todo se paga. Me fastidia reconocerlo aunque mucha de la música que se descarga es del nivel -altísimo, por supuesto- de "ave, María, ¿cuándo serás mía?" y eso debe, con muy buen criterio, estar penalizado si no con la cárcel, sí con unos cuantos euros y, a ser posible, con el señalamiento público y un conveniente escarnio por hortera, el descargador.
Cada descarga de internet debe ser gravada -no grabada- y el "top manta" erradicado.
Me parece bien, salvo que entreveo un pequeño inconveniente. Atendiendo al número de usuarios de internet no creo que el problema ocasionado con las bajadas de música sea tan grave, porque el número de usuarios no es tan abultado como quieren hacernos creer. Si a esto le añadimos que sin su música en la red se quedan sin ser oídos porque quitarla del medio no implica aumento de ventas: antes al contrario.
De lo que se han dado cuenta es de que la red puede, gracias a las encomiendas e incautos, ser un chollo: con menos ediciones más ingresos.
Solución salomónica: usted me cobra por oír su patético disco en la red, vale; pero, después de pagarlo, usted me envía el cedé original a casita para que yo lo ponga ochenta y siete mil quinientas trece veces.
Porque lo que se "cuelga" en la red, debe entenderse, fundamentalmente, como un préstamo entre amigos, entre coleguitas. Yo puedo leer un libro en línea; pero, no lo imprimo porque me saldría peor el remedio que la enfermedad. Con los vídeos, la música, los juegos, etc... "tres cuarts de lo mém".
Claro que la red es selectiva: si oigo lo último de Rosariyo y no me gusta porque es más de lo mismo con otro ritmo, pues no lo compro: y eso jode.
Por cierto, ¿Rosario no es la hija de ésa que no pagaba a Hacienda?

01/12/2009

Miré los muros de la Patria mía

Para unos su patria es la lengua que malhablan; para otros, su segunda piel. Para estos el terruño inmediato; para aquellos... el 0'7 %, el escaño, la esquina de la facunda Chelito o el Café de doña Rosa y su perspectiva. Cada quisque tiene su patria (apátridas incluídos) y cada patria su aquel. La mía, la que yo tomo o entiendo como patria, es un compendio de todo lo anterior, un revoltijo descabellado en el que campa la sordidez de un viejo fumadero clandestino.
La mía es una patria invariable; una patria que los siglos han sido incapaces de cambiar, de remover hacia la dignidad que debe comportar el concepto "patria". La mía es una patria contradictoria y seca; esperpéntica y atroz.
La mía es una patria que les importa solamente a unos pocos demasiado pocos para poder cambiar el régimen perpetuo asentado en la idiotez, en la complacencia, en el nepotismo y el "¡qué le vamos a hacer!"
La mía es una patria desgastada, cansada, aburrida. Es una patria declinante que vive de recuerdos e ínfulas ajadas. Una patria de hombres enterrados hasta las rodillas blandiendo cachiporras. Es una patria triste de ande yo caliente y ande la Marimorena. ¡Qué pena! ¡Ay, pena!
Nadie se subleva, se levanta: como en los tiempos de la cólera y el miedo. Es la patria de siempre; la de mi pan, mi hembra y la fiesta en paz. Mal vivir, mal llegar; tal vez soñar como lo hacían los pobres de García Berlanga esperando al señor Marshall, la explicación del alcalde-paradigma o como lo hacía, un poco más allá, Segismundo. Soñar. Soñar y dormir mientras se espera: después de cada noche siempre, de nuevo, amanece... que no es poco.

26/11/2009

MONOPOLY ESPAÑA



No sé si asumirlo como la guasa de un genio loco, una ironía lamentable o, sencillamente, como un desenlace natural: los juegos tienden a reflejar la realidad social de su época.
No lo sé.
Aparte del daño que nos hacen a los padres colando demasiado pronto los anuncios de juguetes -porque cada vez es antes cuando hemos de imponer negativas, desgastarnos en dramáticas explicaciones, etc...-, los señores jugueteros, de cuando en cuando, tienen esos accesos de estupidez inexplicable que pasan inadvertidos porque, en general, llegan a un mercado rebosante de estúpidos contumaces que no se plantean más allá de lo que ven y palpan en primer plano.
El "Monopoly España" bien puede ser un ejemplo de ello. Ya estaban los "monopolys" de siempre y cumplían perfectamente su función. Cada uno, en su alarde o en su suerte, compraba la Gran Vía o el Paseo de Gracia. Sorteaba los pagos y eludía como podía la cárcel. Cada uno, como la presente realidad misma, cobraba su pensión, recibía pastizarra por su cumpleaños o se arruinaba pagando una hipoteca o un alquiler indecentes. Todo normal.

Pero alguien ha querido ir más allá. En un derroche de genialidad, el menda lerenda iluminati, ha tenido el mal gusto de idear el tablero patrio -bien por iniciativa propia, bien por política empresarial de la marca, me da igual-.
España es el paraíso de los casos de corrupción, del tráfico generalizado de influencias y el nepotismo, de las recalificaciones sospechosas e incomprensibles, de los trapicheos urbanísticos y todo eso.
En este país nuestro de mierda, apabullado por políticos insolventes y sinvergüenzas, por intermediarios y usureros, por poderosos sin escrúpulos, en este país nuestro sin futuro, lo último que se necesita es un monopoly de mesa cuando la realidad impuesta por el monopoly cotidiano de la vida ataca con una devastadora crueldad.
Pues tiene la gracia, digo, el dichoso monopoly, en las témporas. Sé que para muchos seré poco menos que un exagerado pescador y que argüirán que el juego es un simple juego, sin más peligro ni intención. Sí, es cierto. Se trata sólo de un juego, de un juego inoportuno.
No me creo que antes de sacarlo a la luz, a la venta, no hayan indagado en los subconscientes del personal, en sus sueños, sus temores, sus anhelos y opiniones íntimas (esas que ni nosotros mismos sabemos que acarreamos por la vida). No me creo que el jueguecito sea fruto de la casualidad sin más en un universo donde cada cosa que sucede, sucede por algo.


17/11/2009

Con diez cañones por banda... o doce.


Me ha estremecido la simpática crónica, chorreante de ternura, de la pizpireta bizca Carmela Ríos sobre el pirata Abu Willy en CNN+. “Se ha adaptado muy bien a la vida en nuestro país –dice la periodista-; incluso se le ha visto con una camiseta de la selección nacional”.

Lo primero que me ha sugerido es un “pero... ¡tú eres gilipollas!”. Lo segundo, me lo callo por ese extraño pudor que nos impide a veces, a los humanos con dos dedos de frente, decir lo que pensamos.

¿Se ha adaptado bien a la vida en nuestro país? Pues que buena vida, regalada, lleva el hijo de puta. Porque, por si a alguno se le ha olvidado, es menor, sí, casi un niño; pero, un niño pirata. Un niño que no habrá dudado en apretar el gatillo de su AK o similar contra alguien que no le ha hecho nada.

Hay piratas y piratas, vale. Sin embargo, ninguno de estos hijos de puta es aquel romántico a quien nadie impuso leyes y que deja que ciegos reyes muevan feroz guerra por un palmo más de tierra.

Estos piratas piden plata y reparten plomo. No son robinjudes cuyos botines son ecualizados entre los pobres de su terruño. Con esa pasta se rearman y viven entregados a su oficio de mafia y de trata.

Y si alguno quiere discutirlo, lo discutimos.